diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
Editora
Consejo editor
Columnistas
Colaboran en este número
Curador de Galerías
Diseño
Sólo sé que seremos destruidos, de Enrique Lihn, Gog & Magog, Caba, 2020.
Hay dos escenas extraordinarias al comienzo de esta historia. Las dos tienen que ver con la vida, con la muerte y con la poesía en tanto revelación y combustible. También refieren al poeta Enrique Lihn y su potencia creadora, algo que todavía sigue entre nosotros.
En la primera historia está Roberto Bolaño en los ochenta, recién llegado a España, sin mucho que hacer y viviendo en la soledad de un hogar en condiciones económicas muy precarias e inestables. Para no caer en la locura, según sus propias palabras, decide escribirle una carta a Enrique Lihn, a quién no conoce pero admira, por supuesto, su poesía. Por extraño que parezca, Lihn le responde desde Chile a este desconocido y le recomienda que no se suicide y, tal vez lo más importante, lo reta a que siga vivo y escribiendo. Bolaño recibe esto como una señal divina y comienza una relación epistolar que se mantuvo un tiempo. Nunca llegaron a conocerse en persona.
La segunda historia transcurre en Argentina unos años después. Y la cuenta, ahora mismo, el poeta José Villa: “Descubrí la poesía de Enrique Lihn en los ochenta. Y venía leyendo otras cosas de él, entre ellas Estación de los desamparados. En eso estaba cuando un amigo y poeta chileno, Aristóteles España, comunicó en una lectura que hacía pocos días había fallecido Enrique Lihn, y luego leyó Porque escribí, lo recuerdo bien, fue en el Centro Cultural San Martín. Esa lectura me transmitió mucha fuerza en un momento en que yo me estaba iniciando en la poesía, y desde aquel momento consideré a Lihn un maestro y amigo.” Esta relación evolucionó de una manera notable y se cristalizó en la publicación de un libro fabuloso: Sólo sé que seremos destruidos, la primera antología que una editorial argentina hace de la obra de Enrique Lihn, está editada por José Villa y Miguel Ángel Petrecca y fue publicada por Gog & Magog.
Siendo uno de los poetas más poderosos de la lengua, Lihn muestra en esta antología los diversos matices que recorres cuatro décadas de vinculación con la palabra. Dice Waldo Rojas en el excelente prólogo: “Los contrastes paradójicos en el campo de su estética creadora (recelo del género poético, desconfianza del lenguaje y sin embargo apego apremiante a la escritura) traslucen aquellos otros contrastes de su existencia personal.” Como hombre inquieto (intenso) que intervenía su época, su generación y su campo literario, Enrique Lihn habitó la literatura en todos los ámbitos: fue narrador, crítico cultural y un gran analista del trabajo con la poesía. Dijo una vez: “Mi idea es que la literatura es una política. Dispone de medios propios, inmanentes o consustanciales, de ser política y hacerla.” Y e otro momento dijo lo siguiente sobre su obra: “Yo quisiera rescatar un concepto de la literatura que no excluye los datos de la experiencia. No se trata de la presunción realista de una literatura que sería el reflejo artístico de la realidad objetiva, pero creo que el enrarecimiento de la literatura lleva a una literatura o a una metaliteratura que sin ganancia ninguna se engolfa en sí misma, dando cuenta así negativamente de una situación. Lo que yo he intentado hacer al menos, por mucho que parezca irrealista, es el producto de un cierto enfrentamiento con la situación.” Escribe en uno de los mejores poemas del libro: ¿Nunca fue la palabra un instrumento?/ Digan, al fin y al cabo, lo que quieran:/ en la profundidad de la ignorancia/ suena una musiquilla verdadera. ¿No es esa “musiquilla” la poesía (verdadera, esencial) en esas múltiples formas que revisitó en el proyecto poético de Lihn? Responde José Villa: “se trata de una obra capital para la literatura del siglo veinte, y que nuestra intención al editarlo es que el nuevo público también se aproxime a su obra. Creo que cada lector puede darse muchas respuestas leyendo su poesía, según sus intereses.”
Siempre fue difícil encontrar los libros de Lihn en estas tierras. Es por eso del valor reivindicativo y celebratorio de esta edición. Y para que fuera posible tuvo que ver la aparición inesperada de la hija de Enrique. Cuenta José Villa: “El encuentro con Andrea Lihn se produjo por intermedio de una amiga chilena en común, la cineasta Soledad Cortés, que está radicada en Argentina desde hace unos cuantos años. En una conversación alguien dejó caer el nombre de Enrique Lihn, y Soledad me comentó que la hija de Lihn viviendo en Buenos Aires. Así empezó la cosa: surgió la idea de publicar algo de la obra de Lihn. Pasó bastante tiempo hasta ponerlo en marcha, hasta que el año pasado decidimos que era el momento; Andrea, ya regresada a Santiago, nos ayudó a componer el libro acercándonos material y despejándonos algunas dudas y dándonos mucha tranquilidad.”
Los editores trabajaron a distancia, Petrecca desde París y Villa desde Buenos Aires, acumulando los poemas que les gustaban de cada libro, y hablando algunas sobre la idea de una antología que fuera bien contemporánea, que atrajera o renovara la lectura de este gran poeta. Cuenta Villa: “Le agregamos textos que no estaban reunidos en libros y una sección de declaraciones de Lihn acerca de su trabajo como poeta, donde se citan poemas y libros que están en la antología que preparamos; considero que esta es una contribución importante, porque le agrega una mirada teórica –y Lihn era muy bueno en eso– a la compilación de sus textos.”
Con un lenguaje inmanejable, sorprendente, que atraviesa límites y permite pensar las cosas de otra manera, la influencia de Lihn en la poesía argentina de los noventa es innegable. Dice Villa al respecto: “Creo que influyó fundamentalmente en un aspecto muy importante: el de tener cierta conciencia del artificio poético, sobre todo para no guardar ideas engañosas acerca de la poesía. Lihn le da un nuevo impulso a la lírica estableciendo una relación tensa con la poesía, y aquilatando el valor del poema como proceso, escritura en sí. Cuando digo tensa, quiero decir crítica, exigente, creativa. Me parece importante leerlo por todas estas cosas. Creo que el nuevo público lector de poesía, que es diverso y abundante, si pensamos en todo el desarrollo que ha tenido el género durante todos estos años, se encontrará con una obra de artista contemporáneo, que encara de frente los asuntos de este tiempo y del otro con un fraseo que incluye el drama, la ironía, la parodia, una existencial fiesta del lenguaje.”
(Actualización septiembre-octubre 2020/ BazarAmericano)