diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Into English: Poems, Translations, Commentaries (Minneapolis, Minn.: Graywolf Press, 2017) es la reciente compilación de Martha Collins y Kevin Prufer que reúne una nueva selección de lo que Rainer Schulte denominó “traducciones múltiples” (1994). Como señala Collins en su introducción al volumen, la propia tradición que inauguró el propio Schulte en una edición difícil de conseguir por estos días (1) –la de reunir distintas versiones del mismo texto fuente– pareciera responder a un principio de supervivencia que ha propulsado aquí la selección en un amplio arco temporal y de procedencias de lxs poetas. Pero también en la introducción, Collins propone –y así resume una idea de traducción como intermedio:
We didn´t ask our contributors to avoid extremely free translations, or even more radically experimental ones, of which there are a great many these days, but most chose translations that aim for the middle ground of being as true as possible to the original on the one hand and trying to produce genuine poetry on the other. (x)
Entre retener la originalidad en el intento del texto meta y “producir poesía genuina”, me interesa en primer término leer no únicamente la selección de poetas sino también algunos de los comentarios que acompañan esta selección de traducciones múltiples. Porque en varios de estos apuntes sobre las traducciones se producen lo que podríamos denominar “micro-teorizaciones” acerca de la (prismática) multiplicidad traductiva. Ese sería un primer modo de leer lo que ya había marcado desde el propio comienzo de su introducción la editora, quien, a la vez que sugiere una categoría teórica, posiciona sus (s)elecciones en esos términos:
We might begin by asking where, in a continuum ranging from the most ´literal´ to the most ´free´, a particular translation lies. (As Willis Barnstone notes in his commentary in this volume, most translations lie somewhere in between.) Where, on another continuum between most loyal to form and most free of it, does a translation of a formal poem lie? What is gained by attempting to replicate meter and/or rhyme, and what is lost? What about levels of diction? More generally, what is the stylistic ´register´ of translation, ranging from formal to colloquial, or is there a mixture of styles? If the latter, does this reflect the original poem, or is it an unfortunate (or deliberate) result in the translation? (vii)
Entre lo literal y lo libre, entonces –con esa aserción de que la mayoría de las traducciones de la colección estarían a mitad de camino, según la palabra (autorizadísima) del traductor y comparatista Barnstone– es que Collins sitúa los textos reunidos aquí. O, también, entre una serie de categorías opuestas, la fidelidad o la libertad formal, la réplica o el abandono de la rima/métrica, o de los niveles de dicción. La pregunta que acaso más seduzca en la sucesión de Collins es la que formula por un “´registro´ estilístico de la traducción”, entre lo coloquial y lo formal. La cuestión de la temporalidad traductiva cuando el poema original no es contemporáneo también hará que el proceso de traducción encuentre imposible no vérselas con la tensión entre lo que se gana y lo que se pierde al mover el poema a una lengua contemporánea.
Un segundo momento que plantea Collins después de estas preguntas “continuum” es el de la búsqueda por algunas especificidades que surgen al interpelar las traducciones múltiples: la réplica de esa naturaleza múltiple en el lenguaje, en las elecciones lexicales, pero también, obviamente, en las elecciones de las sucesiones en el plano sintáctico. Ellas preparan el camino para la metáfora que acaso pareciera fascinarle más a Collins: la traducción como problema, como nudo:
A translation may go smoothly for a while, and then come upon a section or line that, for any number of reasons (semantic, syntactic, stylistic, cultural), runs into trouble. The trouble spots are the places where multiple translations are most apt to differ.
Porque si el “problema” traductivo es allí donde las traducciones múltiples difieren, es decir, donde más sentido cobra la comparatividad traductiva que ellas ofrecen, para deslizar una metáfora más, en tanto “nudos”, resultan ser una puerta, un umbral, si se quiere, a las sutilezas del lenguaje original y de la versión. Eso es lo que llama Collins el “beneficio” que encierran las traducciones múltiples al proveer en esa economía entre la repetición y la diferencia un “mejor sentido del poema” en la lengua original.
Una “buena” y “necesaria” idea se le volvió a la compiladora antologar (más) traducciones múltiples. Y comienza a dar borgiana cuenta de lo que llama “unos pocos recursos relacionados”. Un ensayo de Margaret Sayers Peden que contiene nueve versiones de un soneto de Sor Juana al inglés. Una antología de diecisiete traducciones de un poema chino de cuatro líneas. Un ensayo de Joshua Cohen con traducciones de un poema de Carlos Oquendo de Amat. Las Cien ranas de Hiroaki Sato y un estudio de Douglas R. Hofstadter, Le Ton Beau de Marot: In Praise of the Music of Language, de 1997, que incluye “ochenta y ocho traducciones de un poema francés del siglo dieciséis”. Finalmente, Collins menciona la copia que el propio Schulte le cedió de su antología de antologías múltiples. La lectura de todos estos todavía la impulsó más hacia esta nueva.
El plan que acordó con Kevin Prufer fue que le pedirían a “traductorxs cuyx trabajo conocían” que “eligieran un poema y tres traducciones, y que escribieran un comentario acerca de su elección”. Se trata de una amplia variedad de lenguas originales y de períodos pero con la conciencia de que “the book could not claim to be representative of the enormous diversities of people and poetries in the non-English speaking world, past and present”. Se limitarían a un pequeño muestreo.
Desde luego que la otra condición era que el poema elegido hubiera sido traducido varias veces. Y ahí, signo de los tiempos, surge un primer obstáculo. Collins señala la inevitable cuestión de la disponibilidad: casi no se traduce al inglés poesía en otras lenguas. Entonces todo se reduce a un canon que cuenta con factores que han permitido la retraducción en distintos momentos, por distintxs traductorxs. Entonces el libro pasa, como dice Collins, a dar cuenta no solo de la sensibilidad de lo que han elegido sino también de las limitaciones de la cultura literaria en lengua inglesa, mayormente eurocéntrica. África es una ausencia que los editores reconocen, por ejemplo. Se avisa desde el comienzo de una falta de representación de poetas femeninas. Lo cierto es que se entra en un círculo vicioso nuevamente entre la falta de traducción de poetas mundialmente reconocidas al inglés, lo cual también pasa a explicar que haya menos traducciones múltiples que con el caso de los poetas.
Hay una interesante reflexión acerca del producto final, del grupo de poetas y poemas seleccionados ordenados cronológicamente, que, como afirma Collins, pasan a reflejar, de un modo general, una historia de la traducción literaria en inglés, a la vez que subraya la importancia de contar (con) esa historia tanto como sus limitaciones. Porque sin la traducción, comenta Collins, “nuestra tradición poética sería una cosa radicalmente diferente, y más pobre”.
Entre varios ejemplos, destacaremos la traducción de Alexander Pope de la Ilíada y su influencia siglos después, por ejemplo, en un poema que, como anota Collins, suele citarse como un poema sobre la poesía cuando es un poema sobre la traducción: “On First Looking into Chapman´s Homer”, de John Keats. “Un nuevo planeta, un nuevo océano a los ojos europeos –eso fue la traducción de George Chapman para Keats”. Lo mismo podría decirse de las traducciones de la poesía de Baudelaire y Mallarmé para la poesía moderna, así como las traducciones de poesía japonesa y china por parte de Pound a comienzos del siglo veinte. Más recientemente, es notable la influencia de poetas de las vanguardias en lengua española que forman parte de las traducciones de la antología, como César Vallejo y Federico García Lorca, en la poesía de Robert Bly y de W. S. Merwin, quienes traducen a estos y también a otros poetas de Europa del Este y escandinavos. El rol de Bly, agrega Collins, como “editor de la revista y editorial The Fifties (luego The Sixties, y también The Seventies) expandió la audiencia y el alcance geográfico de la traducción junto a otras revistas y empresas editoriales como la revista FIELD y sus series de traducciones”.
Se quiere destacar la traducción (otra vez, ¿prismática?) –para este “otro período de expansión de la traducción literaria”– de Danielle Legros Georges de un poema en creole haitiano, que cierra esta antología. Porque su multiplicidad traductiva es el producto de un taller de expertos, que permite ver que “no hay una versión literal definitiva”, y que ilustra, a su vez, la propuesta didáctica de leer para descubrir más con cada comparación de las versiones.
Después de todo lo que es contemporáneo es el metatexto y las versiones “al inglés”. Voy a tomar como distintos desprendimientos de ese “traer a estos días” los tres poetas elegidos en esta colección para ser traducidos del español, y que corresponden a distintos momentos de una más o menos reciente o distante historia cultural, o literaria, en lengua española: San Juan de la Cruz, César Vallejo y Federico García Lorca.
El poema elegido del místico español es “¡Oh llama de amor viva!” (1585?), y son tres las traducciones al inglés cada una realizada en distintas décadas del siglo pasado: la versión de Roy Campbell de 1953, la de John Frederick Nims, de 1979, y, más recientemente, la de Antonio de Nicolás, del año 1989. El poeta y académico norteamericano Willis Barnstone comenta estas tres traducciones – aunque en realidad no comienza sino por una lectura de su propia versión de San Juan. De alguna forma, como también lo aclara en la única nota que agrega a su comentario de las tres traducciones que ha escogido, son cuatro las traducciones que se encarga de comentar con la propia edición de sus traducciones publicada en 1976 por New Directions, en Nueva York. Su comentario, dividido en dos secciones, se dedica, en primer lugar, a una lectura de su propia traducción del poema después de dar cuenta de la vida y la breve obra del santo poeta de Castilla:
Una profunda soledad es lo que podemos escuchar en San Juan, aunque su tema sea la unión. La suya es una búsqueda por la liberación de los sentidos, aunque sus propios poemas contengan la literatura erótica más intensa escrita en la península ibérica desde los tiempos de los moros hasta llegar a Federico García Lorca. (Barnstone 28, mi traducción.)
“Oh llama de amor viva”, dice Barnstone, desde su primera línea, nos ofrece el indicio para el sentido del poema. La llama es la que está viva; entonces, el cliché se hace paradoja. Fuego doloroso y fuego que da vida y placer. La lectura cercana del poema estrofa por estrofa parte de la propia traducción de Barnstone para, en la segunda parte de su comentario, llegar a las “tres versiones”. Y lo que las justifica es una cierta tensión entre la traducción devota y desprovista de toda eroticidad de Roy Campbell para leer la versión de John Frederick Nims como el intento por replicar la prosodia del original, que reproduce la “lira” de San Juan pero con la consecuencia de que, como dice Barnstone, “las recreaciones de Nims son de primera clase si no buscamos mucho de San Juan en ellas”. Finalmente, subraya Barnstone, en la traducción de Antonio de Nicolás se evidencia la experticia que modifica deliberadamente el original, aunque a expensas de las sutilezas del plano semántico para favorecer exigencias prosódicas.
La poeta y traductora Cindy Schuster –colaboradora en World Without Borders, traductora de la ficción breve de Rodolfo Walsh al inglés– selecciona tres traducciones recientes –de 1995, de 2003, y de 2007, respectivamente– del poema “Los heraldos negros”, de un Vallejo contra-modernista, dirá Schuster, en 1918, año en que publica su primer libro de poemas con este mismo nombre. En la estela del modernismo, Vallejo “desafía las convenciones del movimiento al introducir imágenes inusitadas, metáforas transgresoras y un lenguaje desarticulado, lo que vendría a caracterizar su trabajo posterior”. En el anterior poema, el comentario crítico apuntaba al primer verso del poema de San Juan de la Cruz como dador del sentido del resto de lo que presenta el poema. Aquí, en el caso de este poema de Vallejo, se da inicio y se cierra el poema con el mismo verso (“Hay golpes en la vida, tan fuertes…Yo no sé!”), cuyo peso no es menor, porque lo que encierra el retorno, lo que queda en el medio es una serie de metáforas demoledoras que vuelven sobre la idea de los “golpes en la vida”. Pero a Schuster le interesa el agrupamiento de estas versiones entre tantas otras que, anota, existen, en inglés, del mismo poema de Vallejo, por los “intrigantes contrastes que se hacen aparentes al yuxtaponer” las versiones, con especial atención sobre la función de estxs traductorxs como “intermediarixs entre el poema y el lector o la lectora”. Tanto Clayton Eshleman como Rebecca Seiferle han traducido la obra de Vallejo: la Poesía completa de Vallejo en inglés de Eshleman es publicada en 2007, pero ya en 1992, Seiferle había publicado su versión en inglés de Trilce. Barry Fogden publicó su versión de Los heraldos negros en 1995. Son datos que no parecen ser menores, porque claramente Schuster pondera mejor las traducciones de Eshleman y Seiferle, como pareciera subrayarlo al decir que, si bien la traducción de Barry Fogden intenta ser “amistosa” con el lector, parafrasea a Antoine Berman y dice de esa versión del poema de Vallejo: “esas explicitaciones pueden lograr que el texto sea más “claro”, pero en realidad oscurecen su propio modo de claridad”.
“Gacela de la terrible presencia” es el poema de Federico García Lorca cuyas tres versiones aquí reunidas comenta la propia Rebecca Seiferle. Y lo que ella remarca de las traducciones es algo que acaso recorre todo el volumen Into English. Las traducciones múltiples, no únicamente de este poema, o de estos poemas originalmente escritos en español, sino de todos los poetas que reúne la colección, con sus temporalidades divergentes, comportan un despliegue que se multiplica en las de las traducciones. Y eso es precisamente lo que remarca Seiferle en este caso, en particular el modo en que repercute en las propias temporalidades de la poética en lengua inglesa:
Las tres traducciones…la de W. S. Merwin, la de Catherine Brown, y la de Michael Smith, abarcan cinco décadas. Al leerlas, podemos oír la cambiable poética de nuestra propia lengua. Es notable la traducción de Merwin por su música, la de Brown por su claridad, y la de Smith, cautiva del tono de Lorca. Cada una de estas traducciones transmite la lucha del deseo por una presencia que, al atrapar y dirigir el deseo del hablante, se vuelve terrible. (110)
Matthew Reynolds (2019) recientemente proponía dos metáforas subyacentes en la historia de la traducción, aquella que convoca la imagen de un canal y la otra, la de un prisma. La segunda corresponde a una visión de la traducción que pueda precisamente trasladarse en una cultura contemporánea signada por la transculturalidad, la postautonomía y la diferencia. Tanto como la precursora antología de Rainer Schulte, la colección de Collins y Prufer contribuyen a esa visión, por la vía de las versiones múltiples y las reflexiones en torno a sus variaciones, que atiende a las no menos múltiples facetas de la traducción, lingüística y cultural.
Comparative Perspectives: Anthology of Multiple Translations, compilado por Rainer Schulte (New York: American Heritage Custom Publishing Group, 1994).
(Actualización mayo-junio 2020/ BazarAmericano)