diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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"Poesía por otros medios": Gasparri lee a Perlongher
Néstor Perlongher: por una política sexual, de Javier Gasparri, Rosario, FHUMYAR, 2018.

Leer, escuchar, escrutar: enaltecer un texto siempre presupone una entrada y múltiples salidas o trayectos propuestxs. El ejercicio crítico que inter-viene al poema redobla la belleza combinatoria que resulta del encuentro de una y otra “fuente”. Se fusionan con el tejido del objeto de estudio los hilos del hacer crítico –si quisiera concebírselo como un trenzado de palabras-puntadas– y la composición que surge del entrecruzamiento es bella en tanto armoniosa. Hay mucho por decir de la imprescindible compilación de ensayos de Javier Gasparri en Néstor Perlongher: por una política sexual (Rosario: FHUMYAR, 2018). A algo de lo que me ha motivado pensar sus lecturas llegaré después; pero antes que nada quería comenzar con esta inicial y abarcativa imagen del bordado perfecto, del encuentro de dos hilos: la palabra del legendario poeta y ensayista y la del crítico que se fusionan con un inusitado efecto de redoblamiento de la belleza y de la efectividad decorosa de esa amalgama. Anota Gasparri, por procurar un solo ejemplo entre tantos otros en su trabajo, en este caso al leer la “Canción de amor para los nazis en Baviera” de Austría-Hungría:

En su aparente inaccesibilidad, o incluso ininteligibilidad, dos versos se presentan como golpes que imantan otros versos, ciertas palabras, y habilitan una serie posible: “la penetración del verdugo” atrae sobre sí las resonancias fálicas y sexuales dispersas por el poema y, para lo que nos interesa señalar aquí, el dolor (¿de “la herida”?) queda flotando. Y esto ocurre no porque ese dolor sea ‘dudoso’ (efectivamente “la hora del dolor” se nombra, hay un “suplicio”, la herida es “prominente y espantosa”) sino porque se tensiona, intermitentemente, y casi a la manera de un coqueteo, con la posibilidad de que allí ocurra un goce o un gesto casi festivo: “debo adorarla?”, “cultivar el jardín donde se entierra”. (70-71)

Se hilvanan las palabras de Gasparri el crítico con las de Perlongher el poeta, y devienen, a partir de ese cruce, una crítica poética, o una poesía-crítica; es algo así como un mash-up escritural en el que se con-funden, no sin esa perfección del encuentro de la diferencia con la repetición, el barroquismo de la crítica y la crítica del barroquismo (que evoca, o que cita, el crítico).

Si el trabajo a partir del encuentro de la lengua de la crítica con la de la poesía configuran algo así como una primera energía escritural ineludible del estudio de Gasparri, se me vuelve inmediatamente inevitable una reflexión algo concomitante con la anterior imagen. El registro de toda intervención crítica presupone que ha habido una llegada afectuosa tanto al objeto que se escudriña, la obra, como al sujeto creador, al artista, al poeta, al activista y a los trazos de lo que pensó e ideó. Lo cierto es que, en su trabajo, Javier Gasparri no únicamente despliega ese asedio amoroso en los capítulos que él llama “episodios” o “momentos”:

la focalización es efectuada en tres momentos particulares que organizan los capítulos: la guerra de Malvinas, el poemario Austria-Hungría y las vivencias en torno al VIH-Sida. Estos episodios puntuales quieren seguir o formular cierta serie posible en torno al eje del que forma parte: cómo la política deviene, a través de la serie y cada vez en sí misma, política sexual. (23)

Hay un eje, desde luego, y así lo anticipa el propio autor: el devenir de la política en política sexual. Pero como adelanta Gasparri, el primer capítulo –que repasa la intervención de Perlongher en los “Entredichos” de la Revista Sitio, una polémica en el campo intelectual a partir de las posiciones que la guerra de Malvinas obligaba a ocupar o exponer– es un “locus de partida” para una reflexión sobre el uso desbocado y dis-locado de la polémica lengua de Perlongher en “La ilusión de unas islas” (1983), lo que lleva a Grüner, a Jinkis, a Alcalde, a defender sus propios posicionamientos a raíz del conflicto armado en el Atlántico Sur. Minuciosamente Gasparri se detiene en “las diversas operaciones que efectúa Perlongher en su intervención…sus distorsiones, malentendidos, impugnaciones, y ‘reclamos’” (35). “Nación” y “estado” son las palabras que desatan “la exasperación de Perlongher” en su polémica con Sitio: la disputa de “un Estado en nombre de un territorio” (37) no puede generar ilusión alguna. En todo caso ocasiona, en su lectura contemporánea, pero no menos cauta, lo que Gasparri entiende como la provisión de “argumentos críticos contra las diversas formas de dogmatismo estatal e identidad nacional” del “pensamiento a todas luces anarcolibertario” (38) de NP, con la necesaria nota anexada, la observación del crítico, treinta y cinco años después de la polémica, de que:

es preciso salvar la inconmensurable distancia y dimensionar la coyuntura específica en la que está arremetiendo contra estos términos: el Estado es el Estado represivo y genocida de dictadura cívico-militar, y el patriotismo nacionalista es, por ende, el que promueve y exalta su discurso fascista (38).

Pero acaso sea la séptima nota a pie de página del meticuloso trabajo de Gasparri la que más revela el interés en detenerse en este primer momento en tanto “locus de partida”: si en Sitio había un “patriotismo escolar…de cuyo infantilismo Perlongher acaso se burla y ridiculiza”, su respuesta termina por desembocar en lo que imagina que es la misma derrota, que tal vez nos salvó “del dudoso oficio de, vestidas de chinas, y trenzadas, payar en los vivaques” (36). Los “amaricona” (n7 36), como anota Gasparri. Y tanto Jinkis como Alcalde recogerán el guante. La simultánea presentación de dos niveles en la polémica es lo que brillantemente emerge en la lectura de Gasparri: una teoría de la literatura y de la lectura, por un lado; y una interrogación por los “sitios de enunciación” una vez que se juega la legitimidad y las posiciones objetivas en el campo intelectual, a partir de la interpelación a la que somete Perlongher a Sitio.

En el siguiente momento, que arranca con una artera contextualización del año 1980, año de publicación del primer poemario Austria-Hungría, la pregunta de Gasparri (“de dónde ‘viene’, de dónde (se) sale”), lo lleva a recorrer porciones del “Archivo” Perlongher, una carta en la que promete una forma de “‘diálogo entre dos locas (austría y hungría) que se pelean y debaten las alternativas ante la próxima irrupción de los germanos…’” (54), sus decisiones finales (porque ese poema no forma parte de lo publicado), las “cinco páginas mecanografiadas con ligeras correcciones” (55) de ese poema anticipado en la carta, que son recobradas en este trabajo, una reseña de Luis Thonis, y un “breve comentario incluido en la primera edición del libro”. Y una vez más el enhebrado de Gasparri resalta, aquí también con hilos de otras voces críticas:

Así, del “reverberar oblicuo de otras mitologías, lejanas o próximas –señalado por Thonis– a ese “mundo desmembrándose” pero “disputado” (cuya “ilusión de orden”, además, es resistida por los “flujos” y es “imposible” su “proyecto” o “búsqueda de integridad”) –comentado en el texto citado–, lo que comienza a aparecer es la imagen nítida de un devastado imperio en guerra, cuyas “mitologías” habrá que examinar cuán “lejanas o próximas” resultan en el “soñado” “parpadeo de la historia” que hace a esta “poesía del límite de la experiencia de goce” y del “desencanto como goce”… (59-60)

Es central, en este capítulo, lo que Jorge Panesi anotaba sobre la obra poética de Perlongher, terreno sobre el que “se juega lo que una poesía puede hacer con la política, en la política…” (62 en Panesi 2000: 304-305), o como apunta Gasparri sobre la política entendida “como una urgencia a ser puesta en palabras”, como una “circulación de la vida (y la muerte) y de una voluntad de hacer vibrar, por medio de los poemas, la intensidad de la experiencia…” (62-63 en Garramuño 2009). Y no es esta la primera vez que Gasparri despliega sus perspicaces lecturas de la poética perlongheriana. En 2012, en “Poesía y política en Néstor Perlongher”, en la revista Anclajes, echaba luz sobre el movimiento antiparastásico de Austria-Hungría: reapropiar, cambiar, devolver.

El tercer momento es acaso el más intenso en el estudio, entendiendo por intensidad una concentración (puntillosa, sostenida) en la subjetividad poética pero también en los rastros afectivos que el archivo habilita como epistemología alternativa. Del hallazgo fortuito de un comentario muy probablemente agregado por Perlongher sobre una copia del final del primer volumen de la Historia de la sexualidad de Foucault al profundo entendimiento de la conducta sexual humana hasta plantearse nociones de género muy asimilables a las de Judith Butler en Gender trouble, es este el capítulo en el que se juega más claramente, a mi juicio, la apuesta del libro de Gasparri por revisar las intervenciones de Perlongher en las que despunta una política sexual desde su “singular figuración intelectual” (79) en textos no tan conocidos, como los que aparecían en el suplemento “Cerdos & Peces”, de El porteño y otros escritos, incluso cartas. Gasparri lúcidamente asocia la emergente figura de la loca escandalosa, producto de lo que podríamos parafrasear como la insubordinación entre “literatura y política (o poesía y saber, o teoría y vida)” –en la que una y otra “se relucen en su propia singularidad, como heterogeneidades que pueden contactarse entre sí, conservando así sus intensidades y potencias al mismo tiempo” (85)– con el “modo del extremo” (90), manifiesto en el exceso de sus límites “corridos, desplazados” (88). Vuelve Gasparri a la “invención radical” de la poesía de Perlongher, leída como afirmación de “una política (poética) de la disidencia sexual” (92) que acompaña su toma de distancia en Brasil como “…una salida, que supone en sí misma un modo de darle batalla (y una respuesta: política y poética) a la guerra presente y, en términos más amplios, a los dispositivos de poder que quieren capturarlo, regularlo, normalizarlo” (99). La persistencia de la norma, dominante hasta tanto no pueda “corroerse y reinventarse” el “sistema sexo-genérico completo” es la que hace que Gasparri –así como Paul Preciado vio en Guy Hocquenghem un anticipo de lo que luego se conocería como teoría queer– reconozca el reencuentro de “nuestra disidencia…con la de ellos” (104). Esa contemporaneidad de la escritura de Perlongher en la lectura agambiana que formula Gasparri no únicamente explica que la sexualidad en la obra de Perlongher sea un lugar común inevitable “porque se impone solo, por su propia fuerza” (111). (¿Cómo no volver a aludir a lo irresuelto?) También confirma que su obra poética y ensayística puede ser dislocada, movilizada en un diálogo con armazones teóricas posteriores a su producción que refuerzan el panorama Perlongher, en el que “exhibe la desestabilización y por lo tanto la falla de los límites genéricos (en todos los sentidos) a través de sus puestas al límite” (112).

Dirá Gasparri que el “brillo” de las incursiones ensayísticas de Perlongher se revela “antes que como confirmación o adaptación o difusión de conocimientos y teorías…como el hallazgo de algo desconocido por medio de la escritura y como construcción de saberes alternativos, eventuales o…menores y plebeyos” (112). Bien podría ser transferida la observación a la escritura de Gasparri; y el cuarto y último momento de su libro, “‘Un dolor de abandono’. El relato del sida en las cartas a Sara Torres” (117), sería una concluyente evidencia de ello. Tanto el afecto redefinido por el virus como el despliegue de saberes acerca del “sida como un fenómeno sociocultural y biopolítico y la enfermedad como vivencia personal” (119) son los ejes sobre los que vertebra este capítulo.

En una entrevista de Gonzalo León junto a otrxs críticxs de poesía en el sitio web de Eterna Cadencia, Jorge Monteleone señalaba que “la crítica de poesía es poesía por otros medios”. Cuatro son las instancias en las que Gasparri confirma esa aserción a la vez que renueva perspectivas críticas en torno al poeta del “‘neobarroso’ que se hunde en el lodo del estuario”.

(Actualización marzo-abril 2019/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646