diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
Editora
Consejo editor
Columnistas
Colaboran en este número
Curador de Galerías
Diseño
Cuerpos paganos. Usos y efectos en la cultura brasileña (1960-1980), de Mario Cámara, Buenos Aires, Santiago Arcos editor, 2011.
Uno de los lugares comunes en los que suele caer parte de la crítica contemporánea, en su afán de condenar al modernismo, es sostener un esquema de ruptura entre el pasado y el presente. Es decir, marcar a fuego la hendidura entre el paradigma moderno y todo lo que vino después, como si todo lo que vino después no llevara incorporado al pasado, y como si no fuera posible ver en la modernidad la prefiguración de ciertas formas que se hicieron carne (valga la expresión) años después. A partir de este tipo de lecturas, que inscriben tal hiato temporal entre el pasado y el presente, el concepto de continuidad se vuelve casi absurdo.
En este contexto aparece Cuerpos paganos. Usos y efectos de la cultura brasileña (1960-1980), el libro que publicó Mario Cámara, Doctor en Letras y especialista en literatura brasileña, a fines del año pasado por la editorial Santiago Arcos. El libro, en este sentido, viene a ejercer un movimiento de contrapelo: trazar un recorrido a partir del cual leer la continuidad (crítica) entre los años sesenta y los años setenta en la cultura brasileña es posible. Continuidad que implica, además, la posibilidad de generar nuevas imágenes del modernismo. Podemos decir que, a grandes rasgos, Cuerpos paganos... tiene como objetivo delinear el mapa de un imaginario corporal que funcionó en la cultura brasileña desde finales de los años cincuenta hasta comienzos de los ochenta. Si bien el foco está puesto en la literatura (con nombres como Haroldo de Campos, Paulo Leminski, Roberto Piva y Glauco Mattoso), también participan de este imaginario artistas ligados a la música (como Torquato Neto y Jorge Mautner) y a la plástica (como Hélio Oiticica y Lygia Clark).
¿A qué tipo de imaginario corporal nos referimos? Tal como señala Cámara en la introducción del libro, se trata de aquel que “dotó al cuerpo de una potencia transgresora que adquirió diversas figuraciones e intervino críticamente en tres momentos específicos de la historia reciente de Brasil: el momento del modernismo racional, el posterior momento del modernismo revolucionario y el momento de la modernización autoritaria, que alcanzó su apogeo durante los setenta y produjo, en el plano del arte, una revisión crítica de las vanguardias brasileñas de los cincuenta y sesenta, especialmente del concretismo”. Es decir, tal como se desprende de lo anterior, la importancia de este imaginario corporal radica en que es allí, en esa visibilización del cuerpo, donde se ancla la crítica de la tradición hegemónica del modernismo racionalista en la cultura brasileña.
Así, Cuerpos paganos... opera en dos sentidos. Por un lado, establece una taxonomía de las transformaciones del cuerpo a los largo de estos años. Por otro lado, y acá encontramos la hipótesis central del libro y su enriquecedor aporte, traza una línea de continuidad entre la producción cultural de Brasil en los años sesenta y los años setenta. Si bien los setenta cuestionaron la herencia modernista que trajeron las vanguardias (tanto la de los años veinte –Oswald de Andrade y Mário de Andrade– como la de los años cincuenta –la Poesía Concreta–), también la actualizaron críticamente, mediante la política de resistencia estética que desarrolló la contracultura frente a la coacción que ejercían tanto la dictadura como la industria cultural.
Ahora bien, se pregunta Cámara, ¿de qué modo era posible actualizar la ideología de las vanguardias? Una de las respuestas posibles: a través del cuerpo. Así, la potencia de la carne emerge hacia finales de los años cincuenta no sólo como un modo de resistencia estética (frente al imperativo de la forma), sino también ética (frente a la preeminencia de la experimentación por sobre la experiencia).
Cuerpos
El libro está organizado en cuatro partes. La primera se centra en la figura de Glauco Mattoso y la escritura de su Jornal Dobrabil. Mediante la postulación del concepto de “coprofagia” (ingestión de excrementos), Mattoso hace una relectura de la tradición modernista antropofágica de Oswald de Andrade. Si la antropofagia proponía apropiarse, mediante la ingestión, de lo más valioso del enemigo (léase la cultura extranjera), la coprofagia postula un desplazamiento que pone de relieve la diferencia constitutiva de cualquier Otro cultural.
La segunda parte se detiene en las figuras de Hélio Oiticica, Jorge Mautner y Roberto Piva, quienes también realizan un relectura crítica de la vanguardia brasileña, pero introduciendo una dimensión afectiva que había sido históricamente disociada del modernismo, constituyendo cuerpos sensoriales, sensuales y sexuales, respectivamente. Cámara se detiene, por ejemplo, en los Parangolé de Oiticica y en los Bichos de Lygia Clark, que (influenciados por los argumentos fenomenológicos de Merleau-Ponty) proponen al espectador nuevos modos de experiencia estética, en la medida en que sus objetos requieren ser manipulados. La introducción del cuerpo garantiza así el fin de una recepción pasiva ligada a la visualidad de un régimen óptico, para incorporar una dimensión afectiva propia de un nuevo tipo de corporalidad ligada ya no (o no solamente) a la experimentación, sino a la experiencia.
La tercera y la cuarta parte abordan las figuras de Torquato Neto y de Paulo Leminski, quienes hacen emerger dos tipos de imaginarios ligados a lo vampírico y a lo centáurico, respectivamente. Ambos tienen en común queencarnan un lugar articulador entre la forma experimental vinculada a la herencia vanguardista y la dimensión vital vinculada a la contracultura, aunque cada uno lo hace a su modo.
Usos, efectos, devenires
Al referirse a la remisión que Roberto Piva hace a los vanguardistas Oswald de Andrade y Mário de Andrade, Cámara dice: “Más que un principio constructivo, Piva lee una fuerza pulsional y escandalosa. Como si el modernismo, efectivamente, contuviera una carga de sexualidad y sensualidad que aún pudiera ser activada”. Si leemos Cuerpos paganos... desde la perspectiva de este enunciado, podremos comprender el sentido del recorrido trazado por Cámara en dos direcciones. Por un lado, en pos de resignificar los años setenta ya no como un período de mera ruptura frente a los años sesenta, sino más bien en términos de una continuidad que opera críticamente. Por otro lado, en pos de leer aquellos “excesos” (esa potencia de lo inclasificable, “fuerza pulsional y escandalosa”) que formaron parte del modernismo y que sólo es posible reconocer desde la profundidad que otorga una mirada retrospectiva.
Entonces, en el plano de los usos, Cuerpos paganos... diseña un mapa de diferentes configuraciones corporales que surgieron, cada una en su singularidad, en diálogo con su tradición. A su vez, en el plano de los efectos, dota de sentido la aparición del cuerpo en tanto revisión crítica de la herencia modernista y, en ese sentido, como un modo distinto de pensar las relaciones de causalidad dentro de la cultura brasileña.
Finalmente, para concluir, un detalle (sutil, pero no por eso menos importante): ¡el libro tiene imágenes! Se trata de un ensayo generoso con el lector; además de las imágenes, es un texto fluido, de fácil lectura, sin por eso perder la rigurosidad de un académico. Un libro imperdible tanto para especialistas como para curiosos que quieran introducirse en las problemáticas culturales de Brasil en el siglo XX.
(Actualización marzo-abril 2012/ BazarAmericano)