diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
/  Ana Porrúa

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/  Antonio Carlos Santos

Julio Schvartzman
/  Federico Leguizamón

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Julieta Novelli
/  María Eugenia López

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Diseño

Julieta Novelli

El juego serio que expande
La princesa de mis sueños, de Fernanda Laguna, Rosario, Ivan Rosado, 2018.

En poco más de doscientas páginas, el libro de Fernanda Laguna (Rosario, 2018) reúne su poesía desde 1994 a 2003. “Reunión de poesía”, así es como la Editorial Iván Rosado se refiere al libro al invitar al público a su presentación en Buenos Aires. Pero aquí, al hablar de poesía, el concepto se expande.

Lo primero que puede observarse es que además de reunir poemas inéditos y poemas –junto con las tapas de sus libros– publicados por Belleza y Felicidad, aparecen dibujos de las páginas de sus diarios íntimos. “Carteles de mis diarios íntimos” expone dibujos hechos con marcadores por Laguna. Cada dibujo contiene una frase que, de haberme encontrado esa página aislada, podría haberla confundido con el dibujo de una niña/adolescente por la exaltación con un dejo de inocencia –algunas frases con faltas de ortografía que parecen prestadas y tomadas como estandarte, que parecen buscar reafirmar la vida feliz de los cuentos de hadas– de la vida, de lo bello, del amor y la identidad. “Solo veo belleza”, “Soy felis”, “Disfruto cada momento de esta vida”, “Soy una hada”, “Me dejo abrazar por todo lo bello de mi ser”, “Hago gimnacia y estoy satisfecha”, “Me concentro para siempre. Es importante”, sólo son algunas. Lejos de aislarse del resto del libro, los dibujos devienen una poesía más en la que la construcción de ese yo avanza, se ensancha, amplía una mirada –y una forma de hablar de eso que mira– particularmente seductora. Me pregunto, cada vez que vuelvo a una de sus páginas, ¿por qué propone esta forma de hacer poesía? ¿Por qué elige imágenes de la boludez –también ella retomó esta idea de “la boluda” en su presentación del libro– para construir su yo interno? Esa incertidumbre se me vuelve seductora, ¿cómo puede desentenderse de todo y escribir como si sólo importara tener ganas de hacerlo? ¿Qué hay detrás de la exaltación de la belleza y la sensibilidad pura que hace que otros quieran leer y escribir como Laguna?

Hormiguita, hormiguita ¿Cuál es tu nombre?

Mi nombre es María y soy una hormiguita.

Chau, buen viaje hormiguita.

Así comienza el libro: una conversación con una hormiga, que será seguida por otras con palitos, ciempiés, señoras, perritos, Tarzán y su propio corazón. Mi sensación al leerlas es que estas conversaciones nos abren las puertas a un mundo de imágenes que conectan con lo sensible no articulado, un juego, una pulsión, un deseo, una curiosidad; así, nos hacen leer y escuchar una nueva manera de pensar y de hacer poesía, de pensar y de ver el mundo en el cual lo irreal emerge de lo cotidiano, y el saber deja su lugar al juego. Esto puede relacionarse con el hecho de que algunos de estos poemas fueron publicados por Belleza y felicidad en donde la inmediatez de su edición, prácticamente paralela a la escritura, sumada a la falta de corrección, intentaba exponer la espontaneidad de los poemas y, por tanto, permitía leer una afiliación más cercana al juego de una niña que al trabajo de una escritora.

Gran parte de los poemas que componen el libro dan cuenta, algunos de forma más directa que otros, de un mundo de fantasía más próximo al cuento de hadas como se puede leer en el título: “La princesa de mis sueños”. Abundan los hechos y personajes sobrenaturales: flores, hongos, duendes, mariposas amigas, ostras, muñecas buena onda y hasta la Sra Felicidad, son algunos de los y las protagonistas de conversaciones, paradójicamente, de lo más cotidianas. Como en los cuentos de hadas, el amor funcionará de motor de una escritura construida en torno al deseo, la belleza, los príncipes, las princesas, las mujeres fatales (brujas), los miedos y los hechizos: “Hechicera de mi corazón”; “Al minuto/ todo había acabado./ Salió el sol/ y los peces volvieron a ser chiquititos....” . Las cartas de amor, las preguntas sobre qué es el amor, cómo se siente, de qué y de quiénes nos podemos enamorar, ¿cómo es el amor de una madre?, aparecen una y otra vez. Cuestiones que en apariencia suenan triviales pero que en seguida se ven rodeadas de detalles que vuelven al asunto algo serio, algo muy serio.

El efecto que la lectura del libro me provoca es la reflexión más visceral sobre los temas de los que parece que deberíamos tener todas las respuestas, de lo contrario podrían tomarnos como niñas o “boludas” (como señala Alejando Rubio en la “Contratapa” de Control o no control, 2012). En cada poema, el ojo se posa sobre un detalle en apariencia disparatado (¿amaríamos a un hijo nuestro y de Satanás?) que nos instala dudas, ¿cómo será eso?, ahora la inquietud es compartida. Así, nos desliza hacia grandes preguntas o verdades existenciales, si se quiere, que desestabilizan nuestras creencias y nos desgarran desde la simpleza: ¿existen las cosas que no puedo tocar?, ¿existirá Madonna?, ¿qué soy?, ¿no soy nazi por desear un bebé rubio?, ¿lo feo de sufrir es que sufran mi papá y mi mamá?, ¿es importante concentrarse para siempre?, podrían ser algunas. Pero, este mundo de fantasía no se agota en los cuentos de hadas sino que retoma el procedimiento lúdico, las personificaciones, lo irreal, para expandirse. Así, un poema puede ser un número: “7 10 8”, una lista de nombres “Silvana,/ Mariana,/ Karina,/ Jane./ Gabriela,/ Cecilia,/ Cecilia,/ Gabriela,/ Gabriela,/ y Yo”, una palabra “Limón”, un dibujo de un diario íntimo o un “Poecuento”.

En fin, ¿un poema puede ser cualquier cosa? Para Laguna, sí. Retomo las preguntas iniciales: ¿cómo puede, Laguna, desentenderse de todo y escribir como si sólo importara tener ganas de hacerlo? ¿Qué hay detrás de la exaltación de la belleza y la sensibilidad pura que hace que otros quieran leer y escribir como Laguna? Una operación política despabilante. Es lo que Mazzoni y Selci (2006) llamaron “cualquierización”: cualquiera puede ser escritor en tanto edite y cualquier cosa puede ser poesía mientras se la edite como tal. Esta “cualquierización” puede pensarse en consonancia con lo que, en la “Contratapa” del libro, Sergio Raimondi propone: “¿Consejo político del libro? Hay que hablar más, de igual a igual, con escarabajos y ratoncitos”. La “cualquierización”, entendida como una expansión, es en este libro una operación política en donde los valores, la poesía, las creencias, los grandes enunciados, se desestabilizan a través del humor y de una supuesta boludez. Se desestabiliza eso que no queremos preguntar, que damos por sabido, las creencias a partir de las cuales nos pensamos. Eso que no queremos/podemos ver y, sin embargo, aparece en el juego serio de los niños y en estos poemas para despertarnos y mostrarnos una nueva manera de relacionarse y pensar lo cotidiano:

La belleza

metió sus pies en el agua

porque venía caminando desde lejos

despertándonos a todos.

 

(Actualización mayo – junio 2018/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646