diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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La resistencia (precaria) de los desposeídos
Desposesión: lo performativo en lo político, Judith Butler y Athena Athanasiou. Traducción de Fernando Bogado, Buenos Aires, Eterna Cadencia, 2017.

I. Diálogos críticos afectivos. Entre la precariedad y la persistencia

¿Qué es lo que hace posible una responsabilidad política?
J.B.-A.A


Desempleo, represión, precariedad, desposesión, injusticias. Solidaridad, performatividad, relacionalidad. Marchas, resistencias, acción colectiva.

No puedo dejar de pensar en esas palabras encarnadas en los cuerpos en las calles de los últimos meses mientras leo Desposesión: lo performativo en lo político, de Judith Butler y Athena Athanasiou. Avanzo a tientas, como la multitud en la calle, en una lectura dispersa y cargada de una emocionalidad que afecta cada uno de los XXI textos cortos que componen el libro. Voy y vengo buscando fotos, referencias de acciones colectivas donde las autoras se detienen. Imágenes que (re)construyen cada una de las resistencias precarias de los últimos diez años. Diversas estrategias de resistencias colectivas, allí donde “nuestras” es siempre un conflicto y sin embargo resuena como marca del pensamiento-acción de nuestros días: el deseo precario de supervivencia en un presente cada vez más hostil.


El texto fue escrito entre los años 2009 y 2011 (año de su primera publicación en inglés), forjado ante la urgencia de las crisis globales, así como al calor del afecto teórico y político de la escritura entre ambas teóricas, entendida como una intervención de pensamiento crítico y colectivo. Su traducción necesaria (a manos de Fernando Bogado) en un 2017 argentino cargado de resistencia precaria, pareciera darle nueva vida a cada una de las reflexiones que allí se plantean.


A lo largo de sus más de 230 páginas el diálogo es un contundente debate entre dos teóricas políticas, feministas y queer, para pensar críticamente el mundo actual que se empeña en construirnos como cuerpos desechables. Judith Butler (profesora Maxine Elliot de literatura comparada, en la Universidad de California) es largamente conocida, traducida y leída en nuestro país desde hace más de veinte años por sus aportes a la teoría feminista y queer. Pero, además, el libro nos ofrece una apertura hacia el pensamiento de la griega Athanasiou (profesora de antropología social y teorías de género en la Universidad de Ciencias Sociales y Políticas del Panteion, Atenas), traducida por primera vez al castellano en este libro de Eterna Cadencia. Ambas tienen extensos desarrollos teóricos y compromisos políticos en pensar las consecuencias del capitalismo contemporáneo sobre los cuerpos que no merecen ser vividos. En un mundo que empuja cada vez más a la desposesión, a la humillación y a la precariedad, las autoras se preguntan ¿qué vidas merecen ser vividas y cuáles no? y ¿cómo rechazar convertirse en algo desechable? Junto a ellas se activan la potencia de los cuerpos que se juntan como estrategia de resistencia contra las gestiones biopolíticas del descarte.

La potencia radical del libro consiste en proponer una relectura de un diagnóstico: la precariedad y la desposesión no son sólo maquinarias del sistema neoliberal sobre los cuerpos que horadan la existencia; son también los modos en que podemos redefinir o reinventar las estrategias políticas colectivas. Las autoras advierten varios usos de la desposesión, entre ellos aquellos posibles de ser redefinidos en una política colectiva y aquellos necesarios de ser resistidos y que constituyen las maquinarias de la explotación, la violencia normativa y normalizadora. La idea de crisis, que atraviesa de manera constante el libro, es fundamental para establecer los modos en que la gubernamentalidad política establece la crisis como un “estado de excepción” que se vuelve un modo estable de gestión biopolítica, de racialización y sexualización que estructura la vida misma de quien vive, quien muere y quien se convierte en precarix.


Contra las fantasías de un humano autosuficiente y posesivo, la desposesión permite inventar un nuevo lenguaje de (en) lo político: el de un sujeto interdependiente y relacional, un cuerpo que se sabe con y junto a otros, que interroga y actúa. Así, en Desposesión, las condiciones contemporáneas de la “desechabilidad” se articulancon la acción colectiva frente a la exposición de la gente a, y su resistencia contra, “formas generalizadas de desechabilidad socialmente asignadas”.


A lo largo de sus páginas hay un diálogo que se va entretejiendo en XXI capítulos cortos en torno a cuatro conceptos fundamentales de la política, la vida y la resistencia actual: desposesión, reconocimiento, precariedad, y performativo/ performatividad política para terminar en un último bloque de diálogo sobre los modos/espacio de apariencia performativos en el espacio público como una política corporal de desobediencia civil que llama a “hacer/tomar espacios” y redefinir “lo público”. Instancia que está, indefectiblemente, atravesada por lo que las autoras delinean como los espacios afectivos de la agencia política posible: el duelo público (que retoman de los trabajos previos de Butler), el deseo, la pasión (tan devaluada políticamente con sus asignadas connotaciones de irracionalidad, feminidad sentimental o “incivilidad”) y la solidaridad (por fuera de su acepción humanística/cristiana).

Todos esos conceptos centrales no están dados ni definidos unívocamente, sino que se trenzan en ambivalencias que moldean y producen nuestra subjetividad y que, a la vez, nos permiten organizarnos colectivamente, más allá de la política del liberalismo individual y del sujeto del yo. Así la desposesión y la precariedad funcionan como estrategias que, si bien atraviesan y deshumanizan nuestras vidas, también se transforman en una ocasión colectiva de disenso político y resistencia no programada.


Los casos sobre los que debaten y trabajan las autoras no funcionan como ejemplos sino como contextos de transformación global del capitalismo mundial donde la precariedad es marca de deshumanización y, a su vez, arroja luz sobre las injusticia del presente (económica, sexual, racial, territorial). Un escenario de injusticia que, sin embargo, ha dado emergencia a que la precariedad sea el inicio de la resistencia y la acción colectiva de los últimos años.


Así, el tiempo parecería profundizar los movimientos y procesos en los que las autores se detienen: Occupy Wall Street; el movimiento de Mujeres de Negro en la ex-Yugoslavia; la resistencia contra la ocupación israelí en Palestina; las migraciones forzadas; el movimiento de los indignados en España; el movimiento de Derechos Humanos en Argentina; la lucha contra los femicidios en Ciudad Juárez; las revueltas en Túnez; el “viernes de la ira” en El Cairo; la crisis griega; el Movimiento de los Sin Tierra;la lucha por el agua en Bolivia; la situación de los sin papelesy las protestas por los recortes y la lógica mercantil en/de la educación superior (Book-Bloc) son sus ejes vertebradores, aunque no los únicos.


En todos ellos, las autoras indagan con eficacia los límites y las apuestas de los cuatro conceptos centrales para pensar la resistencia como persistencia y supervivencia posible. Pero esa supervivencia no es la marca de la preservación individual, sino el ejercicio colectivo de la libertad. La performatividad en (de) lo político que hace que los cuerpos se junten en las calles podría ser una nueva base de la relacionabilidad y la comunidad colectiva-política. La insistencia central es pensar los modos de resistencias contemporáneos frente a y con la precariedad y la desposesión como políticas afectivas, económicas, sexuales y raciales que atraviesan, limitan y redefinen los cuerpos en el capitalismo neoliberal.

 

II. Tomar lugar en el presente


(aún) estamos aquí
J.B.-A.A


Terminé de leer el libro-diálogo entre Judith Butler y Athena Athanasiou en una semana donde cada día hay cuerpos trenzados en las calles de Argentina de un marzo furioso. El tiempo confirma, profundiza y atraviesa la precariedad de esos cuerpos que siguen ocupando las calles, redefiniendo los modos de habitar lo público. Termino el libro y pienso que podría estar escrito en nuestro presente urgente de las calles argentinas.


Las autoras trabajan, hacia el final del libro, sobre las políticas de la mercantilización de la educación superior y la desechabilidad del pensamiento crítico y las humanidades en la universidad signada cada día más por un pensamiento empresarial. Ellas retoman las protestas en Roma de los Book-Blocs (2010), y yo pienso en lxs científicos argentinxs reclamando las calles por el mantenimiento de las políticas científicas de investigación pública.


Las autoras trabajan a partir de las performances de la artista Regina José Galindo en la Guatemala de los años 2000 y la imposibilidad de borrar las huellas y persistencia de la memoria de la sangre, y yo pienso en mayo de 2017 donde una ciudad silenciada salió a la calle para volver a gritar ni olvido ni perdón, ni 2x1; y también pienso en las huellas de sangre que deja Etchecolatz en el bosque marplatense y las estrategias de la memoria encendida del escrache diario.

Las autoras indagan críticamente en los modos en que el liberalismo instrumentaliza los cuerpos políticos de las mujeres y el movimiento LGBTTTIQ con el fin de despolitizarlos y desposeerlos de sus historias de lucha y disenso (en una dificultosa encerrona de identidad-reconocimiento estatal-legalidad) así como en el riesgo y los límites de las políticas de identidad y victimización de los cuerpos de la herida; y yo pienso en un marzo de 2018 lleno de pañuelos verdes que reclaman la posibilidad de elegir sobre un cuerpo que, si bien sabemos que no es completamente nuestro, reclama políticas de acceso a la salud y al aborto legal, seguro y gratuito. Como también pienso en esos cuerpos precarios que se visibilizan a la noche y en el día, reclamando visibilidad lésbica o el fin de los travesticidios. Porque Strella, no es sólo una película de Panos Koutras que las autoras retoman para pensar la complejidad de las existencias travestis, el dislocamiento de las normas de género, las impugnaciones de las normas del parentesco o la redefinición contemporánea del mito griego de Edipo. Es la cantidad de travesticidios que vemos en la calle y en el día a día de la vida de nuestras compañeras y sus insistentes reclamos de una vida habitable.


Cierro el libro y pienso, en todo esto, y en la radical subversión del pensamiento crítico, cada vez más acorralado por las lógicas del paper, de la productividad y de la justificación de su importancia. Así, Desposesión: lo performativo en lo político, no es sólo un libro de teoría política contemporánea; es también un llamamiento urgente a inventar otro lenguaje que no tenemos (todavía), a la acción y la resistencia colectiva y, también, un mapeo de nuestras luchas y resistencias (precarias) cotidianas.


(Actualización marzo - abril 2018/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646