diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Geología e historieta
El volcán: Un presente de la historieta latinoamericana, de José Sainz y Alejandro Bidegaray (compiladores), Rosario, Editorial Municipal de Rosario / Vicente López, Musaraña Editora, 2017.

La caldera

Toda antología invita implícitamente al juego de discutir su contenido, qué quedó afuera, cuáles son los aciertos, qué está de más. Y esa naturaleza ineludible está completamente asumida en El volcán: un presente de la historieta latinoamericana, libro lanzado a fines del año pasado por Musaraña Editora y Editorial Municipal de Rosario.

Ya desde el artículo indeterminado del subtítulo, el libro acepta su carácter no definitivo, su condición de ser solo una imagen de algo que admitiría miles, algo que, como un volcán en erupción, está en constante movimiento y no puede ser sometido a una única forma.

El trabajo editado por José Sainz y Alejandro Bidegaray no pretende señalar qué es la historieta latinoamericana como un pronunciamiento que delimite su objeto: más bien se propone como una ventana por donde asomarse y sacar las propias conclusiones.
Con un trabajo fino de curaduría, esta selección da cuenta de un abanico inmenso de propuestas, corrientes, estilos y circuitos a través de los cuales transcurre actualmente la historieta de este continente.

El libro presenta 42 historietas narrativas de entre cuatro y ocho páginas, de autoras y autores integrales latinoamericanos, actualmente en actividad. Desde ese escueto punto de partida se comienza a desplegar un mapa heterogéneo donde predominan los autores jóvenes y relativamente emergentes –en un sentido amplio, recordemos que el siglo XXI ya lleva casi veinte años– pero también hay algunos nombres ya consagrados y con una trayectoria de larga data en el rubro como Diego Parés o Max Cachimba. A medida que la lectura avanza, la diversidad se afianza y se yuxtaponen historias íntimas e introspectivas con narraciones basadas en documentos históricos, el dibujo técnico con un trazo deliberadamente infantil, el relato autorreferencial más cotidiano con el delirio onírico o alucinógeno.

Queda por parte del lector, si quiere, organizar ese material en su mente uniendo los puntos sueltos para formar constelaciones personales. Entonces verá que hay un conjunto de historias que exploran la sexualidad, narraciones ambientadas en el submundo de la droga y el vicio, páginas confesionales, comedia delirante, etcétera. Sin embargo hay otro aspecto presente en todas las producciones: todas parecen ser el fruto de una búsqueda personal más allá de los mandatos de las grandes industrias editoriales.

 

Actividad eruptiva

La primera gran operación que realiza El volcán es un impresionante trabajo de exploración para dar con un plantel que haga justicia a sus ambiciones geográficas. Lejos de conformarse con reunir autores de los dos o tres países que cuentan con una producción más desarrollada a nivel nacional, Sainz y Bidegaray enfrentaron la difícil tarea de encontrar aquellos trabajos que resultan menos visibles desde Argentina, dar con nombres escondidos incluso en países donde la historieta está siempre en segundo plano de la industria editorial, y sacarlos a la luz.

Para lograr ese cometido, parecen haberse alimentado de libros y revistas de los distintos países, claro, pero también de otros circuitos menores, como fanzines, publicaciones más independientes (como la revista Larva de Colombia o Carboncito, que se edita en Perú), revistas digitales, redes sociales y editoriales independientes. Y ahí se desprende la segunda operación significativa del libro: recontextualiza esas páginas rescatadas de circuitos más débiles y las eleva al cielo para que puedan ser vistas desde lejos. Les da otra visibilidad, otra circulación, las lleva a ferias y muestras, les da otro presupuesto, otro gramaje y otra calidad de impresión, les da recursos a los que en muchos casos no les era posible acceder. Y ese gesto también resignifica, porque invita a leerlas ya no como pequeñas manifestaciones colaterales, expresiones de una minoría under, sino ocupando un lugar central y afirmando: esto también es la historieta.

 

Un salpicón: ¿qué podemos ver en El Volcán?

El libro se abre con Pyewaypek, de Rodrigo La Hoz (Perú). Una narración minimalista y experimental que gira en torno a la idea de lo que se muestra y lo que se oculta. Disfraces, escondites, intimidad y fisgoneo se alternan tras una gráfica exquisita y un trazo impecable, que además va delineando un paisaje suburbano cargado de vicio, perversión, y alucinaciones.

Enseguida pasamos a El bully del Walmart donde Abraham Díaz (México) desarrolla una estética del feísmo para contar una suerte de parábola grunge sobre el consumo y la comida chatarra.

Grosería, de Pachiclón (México), es una historia de adolescentes que pone en conflicto el mandato social para recortar a su sombra algunos ingredientes de la vida underground: la violencia, el ocio, el rock, el delito. Cargada de una atmósfera noventosa, la historia se dispara cuando los protagonistas se confiesan: “este va a ser uno de esos días en que no pasa nada”. De esa certeza sale el movimiento de desobediencia que busca escapar al sinsentido.

Muy cercanos a esta historia por tono y temática, tendremos más adelante dos trabajos peruanos, Heroína Blues, de David Galliquio y Papas al hilo, de Jorge Perez Ruibal. La primera cuenta en tono de comedia negra una historia de adicción a la droga, cargada de violencia y conflictos de pareja, mientras que en la segunda la rutina del vicio está atravesada por una línea introspectiva que lleva el relato a un nivel más profundo y personal.

Así y todo, quizá la historieta más rocker de la antología es Podolfo y es una historia de amor. Frank Vega (Argentina) diseñó un plantel de personajes de cuerpos trastocados -como el mismo Podolfo que es un hombre con cabeza de pie, o Choriman, una suerte de mutante doméstico que tiene forma de chorizo- para narrar una anécdota que conjuga la vida nocturna, amoríos del pasado y peleas callejeras, con algunos guiños al heavy metal.

En una línea completamente distinta, más cercana a la reflexión existencial, Animal Herido de Mariana Gil Ríos (Colombia) muestra un diálogo entre un zorro que lleva clavado un puñal, y un joven que le aconseja para ayudarlo. Un estilo natural y abocetado, dan un tono íntimo a esta historia introspectiva con estiletazos oníricos, que por momentos parece ser la confesión de un amigo.

Con la mirada puesta hacia el interior, tenemos también tres historietas femeninas que exploran el mundo de la sexualidad y el placer. By Monday I’ll be floating, de Laura Nannes (Brasil), está planteada como un diario y muestra desde la mirada cotidiana distintos momentos y situaciones que conforman el mundo del amor, el sexo, los sentimientos. Plan B, de Regina Rivas (Paraguay), es una suerte de monólogo interior que transcurre puertas adentro en un encierro voluntario. Contrariamente Groar, de La Watson (Colombia), está ambientada en un paisaje selvático y casi prescinde del lenguaje. Estas dos últimas realzan el aspecto plástico a través de grandes paneles cargados de color.

Única representante del Uruguay, Maco muestra un trazo cordial e impecable. La casa de piedra es un relato autobiográfico donde visita su infancia para mostrarnos la casa donde vivía y sobre todo para hacer un detallado informe de las alimañas que la habitaban. Este inventario resulta también una excusa para que se filtre la intimidad de la casa, la relación entre los hermanos y un tierno anecdotario familiar.

Otro trabajo de inspiración autobiográfica es Micky Maus, de Edward Brends (Costa Rica), una historia derrotista de crecimiento, de un niño que empieza a conocer la vida y sus tragos amargos. El rasgo particular de esta historieta es que el signo bajo el cual se narra todo el recorrido son los cambios en su relación con el ratón de Disney.

Un autor joven de gran talento que está incluido en la antología es el argentino Juan Vegetal. En Club de arte y animalitos cuenta los tormentos e inseguridades de Perrito, un joven dibujante que decide salir un poco de la cucha para ver la muestra del arrogante León. Una fábula que se ríe del mundillo del arte y hace lo hace desfilar por los cuadritos con su esnobismo, la camaradería, el under, lo académico, la soberbia, la admiración, la vergüenza de quedar expuesto. Termina por ser un retrato de tono inocente e infantil barnizado de comedia clásica.

Canosa, de Jim Pluk (Colombia), es una historieta conformada por pequeñas secuencias de cuatro paneles, protagonizadas por niños. Cargada de un aire naif y una estética que recuerda al trazo infantil de ciertas revistas antiguas, cada página está atravesada por un estiletazo oscuro, algún detalle grunge que enrarece el ambiente y lo reviste de cierta incomodidad.

También está presente Powerpaola, nacida en Ecuador pero con raíces también en Colombia y actualmente radicada en Argentina, y que a pesar de ser joven es un referente que ha influenciado a muchos autores y autoras de la historieta actual. Taxi, la historieta que presenta en este libro, cuenta el camino que hace rumbo a la facultad de artes cuando es llevada por un inquietante taxista, recorrido que va delineando a su vez una galería de postales urbanas de Medellín.

Diarios de viaje es quizá la historieta más tautológica, donde su autora Maliki (Chile) muestra distintos momentos de sus viajes a convenciones y eventos relacionados al cómic, lleno de referencias al mundo de la historieta, con cameos de varios dibujantes presentes en la antología.

La historieta más explícitamente política de El Volcán es la escrita y dibujada por el peruano Jesús Cossio. Con cierto carácter documental, Entrevista del siglo presenta un sampleo que busca poner en tensión el discurso romántico y fundamentalista del líder de la agrupación Sendero Luminoso con un modo de acción brutal, descarnado y dogmático presente en sus filas.

Obra particular en el corpus de la antología es la de Stefhany Y. Lozano (Colombia). The ride of the away team está íntegramente construida a partir de declaraciones reales de miembros de la secta suicida Heaven’s Gate. Las distintas voces se van conjugando con viñetas coreográficas que van creando y representando una iconografía peculiar.

Otra narración construida a partir de palabras ajenas, pero con tratamiento y resultado completamente diferente, es La ingrata suerte de Edmundo Rivero, del autor argentino Max Cachimba, otro referente indispensable de la historieta más actual, y un maestro del humor absurdo. En esta ocasión, combinando letras de distintos tangos, un ovíparo protagonista va mostrando su triste derrotero en una noche de bares, nostalgia y soledad.

 

(Actualización marzo - abril 2018/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646