diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Editora

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
/  Ana Porrúa

Carlos Battilana
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Ulises Cremonte
/  Antonio Carlos Santos

Julio Schvartzman
/  Federico Leguizamón

Javier Eduardo Martínez Ramacciotti
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Julieta Novelli
/  María Eugenia López

Felipe Hourcade
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Rodrigo Álvarez

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Daniel García

Diseño

Eric Schierloh

Los niveles de la fosforescencia
Los mantras modernos, de Martín Felipe Castagnet, Buenos Aires, Sigilo, 2017.

Nivel 1 Síntesis yin yang entre una primera novela sobre la reencarnación (o reaparición corporal, entonces) y una siguiente sobre la desaparición (o desencarnación, entonces).

 

Nivel 2 Hay un lugar donde moran los vivos que se llama Embarcación y que quizás sea el presente y (aunque acá el “y-agujero de conejo-o-píldora roja-o-espejo” se llama bindi) y otro que es como su negativo que no tiene nombre pero es un territorio también cuyo horizonte es una fosforescencia donde viven los desaparecidos y que quizás sea el futuro oscuro (al fin y al cabo saber algo es un poco ya estar ahí).

 

Nivel 3 Y están también los lazos de la sangre y de la sangre que tiende a la síntesis de los cuerpos extraños (todo eso a lo que acá en la tierra y en el presente llamamos amor) y están también la rotura y la separación (eso que nunca queremos nombrar con el nombre que tiene la que probablemente sea una de las mejores, más ignotas y decididamente silenciosas bandas del mundo: la gran pérdida de energía).

 

Nivel 1 ¿Por qué escribimos una primera novela? Porque soñamos ya con escribir una segunda. La escritura es en sí y así un gesto de voluntarioso optimismo, pues preanuncia su consecución (aunque es bien cierto que esa consecución, al igual que el nacimiento a la vida, contiene en sí misma su propia desaparición). Por otra parte, cuando un mago hace aparecer un conejo que había desaparecido antes (antes: risas), ¿decimos que estamos frente a un acto de ciencia ficción? ¿Por qué le negamos el mero ilusionismo (o mejor: espejismo) a la escritura (escritura así, a secas)? ¿Por qué una veloz y repentina inundación causada por el cambio climático y por nuestros propios malos y estúpidos hábitos de consumo pero por sobre todas las cosas causada por la corrupción política es una clase de asunto y una inundación lenta y pegajosa pero constante e inexorable del futuro fosforescente es otra clase de asunto radicalmente diferente? ¿Qué nombre le damos a este tipo de inquietudes? Pues les damos el tonto y rimbombante nombre de literatura. Prefiero quedarme con, y elijo hablar siempre de, la escritura, que no sabe de fronteras delimitadas, géneros precisos y partidos o facciones, y que sobre todo batalla contra la falsedad y, claro, la pompa y la tontería.

Nivel 2 Los feos fueron los primeros en desaparecer. Según los buscadores, la primera fue la conductora de un micro escolar. Los adolescentes le gritaban vieja, gorda, cara de mierda. Entonces desapareció…

 

Se acerca el fin del mundo, y hay un lugar llamado Embarcación, y nosotros somos un apéndice detrás de un bindi.

La humanidad le ha confiado la comunicación y los pronósticos (aunque no solamente) de futuro a la tecnología. Algunos se sumergen en una habilidad nueva: la de desaparecer a voluntad, método en apariencia eficaz para evadirse de una realidad cotidiana insoportable.

 

Los detalles son lo primero que se pierde, pero al final la memoria es la supervivencia de un único detalle…

 

Todo está cartografiado ya, hasta los genes.

 

Para los desaparecidos es más fácil permanecer inmóviles. La inmovilidad como camino a la disolución, la disolución como camino hacia el futuro.

 

Embarcación/Interzona/Fosforescencia, como estadios pero en un círculo.

 

Nivel 3 Rapo bajo el ala de murciélago de su abuelo ababaísta (seguro leyeron dadaísta, y no estaría mal) aprende a desaparecer y entonces su hermano Maxi tiene que encontrarlo a él mientras lucha con otra separación (o mejor dicho: con otro tipo de separación).

Hay una trama de dos familias y varias generaciones que se buscan en un cauce de inestabilidad e incorporeidad mientras el mundo se desmorona una vez más al tiempo que otra cosa (algo nuevo) quiere imponerse, algo que emana de la materialidad de los objetos y que se filtra desde un lugar misterioso y lejano de horizonte fosforescente.

 

Nivel 0 ¿A qué tiende todo? A la síntesis. Por eso decimos cosas como: Todo tiende a la síntesis, en definitiva… ¿Y qué figura expresa esa síntesis total? La nada, o el cero. ¿Y cómo se llamaría un hipotético nivel cero, la síntesis del yin yang y los mundos e interzonas y fosforescencias y los tiempos presente-pasado y futuro? Se llamaría escritura, en cierta forma una especia también de vida exótica, una extraña práctica astillante y sustancia cuneiforme que emana de una realidad hacia otras para (a)traer los terrores del signo. ¿Y si fuera el tacto, y no la inteligencia, lo único que nos mantiene humanos? El tacto del que toca el mundo para habitarlo y retenerlo como el tacto del que da golpes de astillas que son signos en el mundo analógico de los lazos y los sentimientos donde queremos desaparecer, porque escribiendo es la forma en que habitamos el mundo digital en el que lo que hacemos es aparecer, manifestarnos, y acaso brillar hasta fosforecer en las pantallas… Para todo el que escribe (y para todo el que hace objetos con las manos, y no me estoy refiriendo solamente a la escritura del arte nuevo de hacer libros) no debe haber mantra más eficaz que este que alguien invoca en alguna de las páginas de la novela: Extrañaba poder sujetar cosas con normalidad.

 

PS: la última página de mi texto también es transparente.

 

(Actualización marzo - abril 2018/ BazarAmericano)

 




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646