diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Meleagro de Gádara, compilador de una de las primeras colecciones de epigramas y technopaegnias de la tradición griega –el Stéphanos–, dio el nombre anthologia o guirnalda de flores a ese largo y continuo tallo cuyas hojas lucirían como los diferentes poemas seleccionados para el libro. Siglos después, a orillas de un extenso río marrón, Bernardo Orge compila, prologa y edita 25 antenas, poesía hispanoamericana en el marco de la edición N° 25 del «Festival Internacional de Poesía de Rosario». Época en que los poetas se subieron a los Medios de Comunicación de Masas, no para transmitir o expresarse allí arriba, sino para habitar en las antenas, en las radios y en los periódicos. Altavoz, el autor individual lee en voz alta él también para engarzarse liviano en el imponente murmullo de los géneros poéticos. Interrumpir ese murmullo que está sonando en 25 dimensiones diferentes ahora y ponerse a tipear algunas de sus partes. Cada título posible organiza una selección y un decurso de músicas diversas, y he aquí la sintonía en la que emiten sin frituras.
El libro se abre con poemas de Hugo Padeletti, invitado al festival en 1993, y cierra con el panameño Morales Cruz, quien participó de esta reciente edición aniversario. Entre medio transita un conjunto heterogéneo, polifónico de voces del idioma, que haciendo uso de los recursos del verso libre, la métrica contada y la rima, el estribillo, la prosa poética, los aprovechamientos del espacio en blanco y las fracturas del discurso poético, sirven como muestrario del estado de la poesía en la segunda mitad del siglo XX y sus posibles vías abiertas hacia el presente siglo. Así, la selección que Orge propone oscila entre autores con cierto reconocimiento a nivel continental como Cisneros, Zurita, Di Giorgio o Kozer, con otros de más secreta trayectoria, tal el caso de Elder Silva, Marilyn Contardi o el guatemalteco Humberto Ak´Abal, poeta bilingüe que aporta a la muestra sus poemas en lengua maya k´iché y en castellano.
El contrapunto de estilos, de organigramas métricos, rítmicos y las configuraciones retóricas particulares instauran una síncopa en el flujo verbal y a cada poética como un hiato que recorta un mundo. Lectura mediante, pasamos del pesimismo conceptuoso y estático de Giannuzzi al cuerpo fragmentado, la vagina saqueada y el matrimonio tumoral de la venezolana Auxiliadora Álvarez; el universo fantástico y plagado de metamorfosis que hacen la crónica diaria en la obra de Marosa Di Giorgio convive con el pastiche y el juego de hipérbaton en las formas métricas que actualiza Carlos Germán Belli. Unos cuantos hits del peruano Antonio Cisneros alternan con la mesurada recuperación de escenas camperas por parte del uruguayo Elder Silva, y mientras la obra de Carmen Ollé reseña la fugacidad del vínculo amoroso, la soledad de los besos robados entre la noche y el vodka, el chileno Gonzalo Millán recurre al apropiacionismo y encuentra poemas sobre ovnis en la prensa gráfica.
De Zurita la antología ofrece una selección de su libro Purgatorio, de la serie sobre los desiertos –«Di tú del silbar de Atacama»–. La nicaragüense Carola Brantome se detiene en la observación de unos pequeños caracoles –«hechos de baba de araña y lumbre de espuma»– para poner en contraposición con los poetas que «leen poemas trágicos, patéticos, tremendos». Los primeros versos del poema “Gótico” de Roberto Appratto, «Todo el mundo en silencio/ (todo el mundo en silencio) de pie», nos sirven de excusa para introducir a José Ángel Cuevas: entre lo político, la épica del alcohol y los pases de factura a la antigua militancia, lo áspero de la palabra termina siendo absorbido por el canto. La lista se completa –además de los autores nombrados– con los trabajos de Circe Maia, Elvira Hernández, Edwin Madrid, Fabio Morábito, Víctor Gaviria, Joaquín Morales, Igor Barreto y Teresa Calderón.
Como ha ocurrido en las últimas cuatro ediciones del FIPR, la editorial municipal acompaña el evento con la publicación de antologías que ensayan distintos recortes generacionales en el campo de la poesía, tal el caso de los libros 30.30 (poetas argentinos menores de 30), 1000 millones (poesía en lengua española del siglo XXI) y 53/70 (argentinos nacidos en los setenta), a los que se suman ahora estas 25 antenas. Comunicación alternativa a un modo «casi artesanal de producir poesía y hacerla circular por el continente», según observa Orge en el prólogo, estos ensayos variopintos de la lírica, producto de «voltímetros y manómetros», abren un mapa posible del estado de la poesía en la América hispana al tiempo que emiten señales al porvenir, naves despachadas al ciberespacio con mensajes destinados a los alienígenas del mañana.
(Actualización noviembre 2017 - febrero 2018/ BazarAmericano)