diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
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Julio Schvartzman
/  Federico Leguizamón

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Julieta Novelli
/  María Eugenia López

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Diseño

Ulises Cremonte

Cuerpos ominosos
Seres queridos, de Vera Giaconi, Barcelona, Anagrama, 2017.

El cuento rioplatense es uno de los pocos estilos regionales que ha sabido sobrevivir al paso del tiempo. Desde los llamados «grandes maestros» hasta quienes se empeñaron en ejercer una saludable ruptura, a ambas orillas del Rio de la Plata se supo cultivar un formato narrativo, no tan marcado por una estructura –esa utopía planteada por Ricardo Piglia en su remanida Tesis– sino más bien por una lúdica propensión a generar zonas de extrañamientos sobre terrenos familiares. Vera Giaconi recoge, a su manera, el guante de esta tradición, porque en principio no parece caer en ninguna fórmula, sino más bien desplegar en cada uno de los diez relatos que se incluyen en Seres queridos un ecosistema particular.

«Survivor» inaugura el libro con una narración en primera persona y es una especie de apología de la subjetividad de la narradora. El mundo se reduce a eso que ella ve, a eso que ella cree saber sobre su hermana, sobre el novio de su hermana. Casi en el final dice: «Estoy cansada de hablar y de entender». Pero lo que no se cuenta, lo que ella no sabe, no quiere saber, anuda, en el último párrafo, el núcleo de sentido.

«Dumas» y «A oscuras» si bien operan en torno al contexto histórico de la dictadura –la uruguaya, la argentina– son relatos que no se dejan ganar por el retrato habitual. Por ejemplo en «A oscuras» hay un extraño y cercano peligro, al cual dos hermanos deben enfrentarse con armas establecidas para otra situación, la social y no la privada.

En «Tasador» un hijo entiende, con amarga conciencia, que aquello que pensábamos que era un tesoro –sea un reloj o una madre– puede devaluarse hasta volverse vulgar. El clima de ese cuento es como el del departamento en el cual está ambientado: rancio.

«Pirañas» logra mostrarnos las esquirlas de una corporeidad mutilada y también lo falible que suele ser el radar de protección de los padres con los hijos. Algo que aparecía en el anterior libro de Giaconi (Carne viva), en relatos como «Agua helada».

«Los restos» coquetea con voces narrativas vintage, como si al registro orquestado en torno a la revista Sur se le agregara una picardía o mezquindad que, de tan presente, aquel mítico grupo, siempre trataban de ocultar.  

Y si de mezquindad hablamos, allí aparece la protagonista de «Limbo», una mujer abandonada, que se encuentra en una –nueva– situación de privilegio. La segunda pérdida ya no la podrá soportar y se lanza hacia una reparación inútil. Pero hay cosas que no se recuperan nunca, eso queda cristalizado en «Bienaventurados» y también en «Carne». Como muy bien puntualizó Nathalie Jarast en La Nación la pérdida actúa como denominador común.

Por último llega «Reunión», un relato que se desprende de la serie no solo por su extensión sino por su aliento novelístico. Los tres protagonistas actúan en carambola, hasta que la insistencia de la tragedia termina por separarlos. Aquí lo ominoso adquiere    –literalmente– cuerpo. Al ser la narración que concluye el libro resulta difícil evitar la tentación de pensar que quizás Giaconi siga por esa línea si en algún momento decide probar otro formato que no sea el cuento. Cualquiera sea el camino que ella decida elegir de algo se puede estar seguro: su nombre y ese empeño por crear personajes y situaciones luminosas y esmerilada a la vez sabrán ganarse una segura perdurabilidad.    

 

 

 

(Actualización septiembre - octubre 2017/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646