diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Muchas veces se escuchó hablar de OULIPO, acrónimo de Ouvroir de littérature potentielle (Taller de literatura potencial). También se dijo que alguno de nuestros escritores -Julio Cortázar o antes Macedonio Fernández o Juan Filloy- podría haber estado entre sus filas aun si no lo hubiera estado formalmente. Que se trataba de un método de escritura, mezcla esotérica entre procedimientos matemáticos y aplicaciones literarias y/o de un grupo de escritores franceses nucleados allá lejos, por los sesentas, con una discreta influencia entre escritores de renombre. Entre los más conocidos, Georges Perec con su novela oulipiana modélica, La disparition –escrita con la restricción en e-y traducida al castellano como El secuestro -con restricción en a-, Italo Calvino con Si una noche de invierno un viajero -en la que cada capítulo es el comienzo de una novela siempre interrumpida-, o Marcel Duchamp desde las artes plásticas y sus revolucionarias propuestas que resultan todavía hoy de una vitalidad y renovación asombrosas. Y además, que estos artistas se autodefinieron como “ratas que construyen ellas mismas un laberinto del cual se proponen salir”. En definitiva, según nos informa Marcel Bénabou en la “Introducción” a este libro -“Cincuenta siglos del Oulipo, más seis”, escrita especialmente para esta edición sobre una reelaboración de su texto “Cuarenta siglos del Oulipo” del 2001-, se trató de un pequeño grupo de “amantes de las letras” formado en 1960. En un primer momento se llamó Sélitex (Seminario de Literatura Experimental) para luego convertirse en el reconocido Oulipo. La historia se inició a partir de un seminario realizado en el castillo de Cerisy-la-Salle titulado “Una nueva defensa e ilustración de la lengua francesa” en torno a los escritos de Raymond Queneau.
Ahora bien, recién desde 2016 podemos hablar de y sobre Oulipo entre académicos y escritores argentinos con los papeles en la mano gracias a esta edición y traducción de Ezequiel Alemian junto a Malena Rey. Se trata de una antología de textos publicados originalmente en La littérature potentielle en 1973, el Atlas de littérature potentialle de 1981, la Antologie de l´Oulipo de 2009 (hoy históricas antologías publicadas por la editorial Gallimard) y otros textos, debidamente indicados en cada caso, obtenidos de la página web www.oulipo.net, autorizados por Oulipo y por su actual director Paul Fournel, con una interesantísima introducción de Eduardo Berti, el primer oulipiano criollo incorporado en 2014. Berti y el español Pablo Martín Sánchez son, por otra parte, los iniciadores del escribir oulipiano en castellano. Dicho sea de paso, Alemian también ha publicado en 2016 su Died (reseñado por Mario Ortiz para BazarAmericano de mayo-junio) que puede pensarse como otro caso de “experimento visual y verbal” al dar un paso más, arriesgo, en la estética oulipiana.
El volumen antologa manifiestos, fragmentos de textos de sus principales miembros y actas de funcionamiento de las reuniones del grupo de escritores previstas una vez al año aunque se produjeran, en la práctica, con serias discontinuidades. Las palabras preliminares a esta edición, las introducciones de Bénabou y la de Berti, se completan con la precisa noticia de Alemian y Rey sobre cada uno de los textos presentados, una “Caja de Ideas” que ofrece un listado de las principales “restricciones” (contraintes) oulipianas ordenadas alfabéticamente, para que cada uno pueda ponerlas en práctica en la escritura y, finalmente, un listado actualizado con breves biografías de los miembros fundadores y actuales del Oulipo.
Es claro que ha corrido mucha agua bajo el puente desde 1960 y, tras la lectura de este libro, puede repensarse cuánto en verdad hay de oulipiano en las literaturas argentina y/o latinoamericanas, de habla hispana si se quiere, hasta el punto de haberse desleído al compás de la entrada triunfal en ciertas formas posmodernas que arrasaron de manera definitiva con la vieja literatura de corte pretendidamente contenidista.
Así, puede rastrearse la tarea de demolición y reconstrucción oulipiana y constatar que no se trata de una humorada banal. El tiempo de su emergencia estuvo marcado por la aparición de lo que habrá de conocerse en términos teóricos como estructuralismo, poniendo en duda, a la vez, la ilusión del azar –el surrealismo en ese momento– como del compromiso de tipo sartreano. Oulipo ratifica la ruptura con esas ilusiones y empieza a trabajar de manera obsesiva sobre los mecanismos de producción textual llegando a manejarlos de tal forma que se permite elaborar un sistema de distorsiones no solo previsibles sino, ad hoc, especialmente productivas. Incluso reflexiona, y describe, sus fundamentos teórico-filosóficos para la tarea emprendida.
Queneau, distanciado de André Breton después de haberlo acompañado desde el principio en las actividades del grupo surrealista, interesado cada vez más por las matemáticas, asiduo participante de los cursos de Alexandre Kojève sobre Hegel, hacía la siguiente declaración de principios: “Llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca”. Y junto a François Le Lionnais, ingeniero químico matemático de profesión, apasionado del ajedrez y amigo de los círculos artísticos de Max Jacob, Jean Dubuffet y Marcel Duchamp, también asesor científico de museos nacionales y productor de radio, reunieron un grupo de personajes “tan marginales como inventivos” al decir de Bénabou, entre los que diez años más tarde se contará el mismo Bénabou para convertirse en “el Secretario definitivamente provisorio desde 1971”: Noël Arnaud, Jacques Bens, Claude Berge, Paul Braffort, Jacques Duchateau, Latis, Jean Lescure, Jean Queval y Albert-Marie Schmidt. Matemáticos atraídos por la literatura y escritores que observan las letras y sus combinaciones en tanto objetos delimitaron su espacio de trabajo y sus principios. Lejos de las veleidades artísticas de vanguardias autoritarias de las que venían huyendo, se declararon cultores del “anti-azar”, eligiendo como modelo a Bourbaki, el círculo de estudiantes de la Escuela Normal Superior que en los treinta proyectaron dar “fundamento sólido” a las matemáticas. De aquí la naturaleza colectiva de los trabajos que realiza el grupo, la voluntad de unir en su totalidad un campo dado –aquí lo literario–, y la utilización de un procedimiento/mecanismo/instrumento/artificio privilegiado, la “restricción”, para la producción textual.
Queneau ofrece ese mismo año de 1960 sus Cent mille millards del poèmes que se convertirán en el mejor ejemplo de la literatura potencial que propone y practica y, a la vez, piedra de toque del edificio oulipiano, consistente en diez sonetos en los que se mantiene igual rima y en los que cada verso puede ser sustituido por el verso correspondiente de otro soneto hasta agotar las “cien mil millones” de posibilidades del título. Quien lo leyera cumpliendo las “Instrucciones de uso” que los preceden, incluidas en el libro, ocuparía millones de años de su vida sin parar para comer o dormir. Las reuniones del grupo se consagraron a la revisión de los escritores que anticipadamente hubiesen puesto en juego estos procedimientos de restricción en sus obras: los poetas de la rima y la métrica primero, los grandes retóricos después, algunos poetas barrocos, los formalistas rusos, así como Raymond Roussel o Robert Desnos, podría decirse redescubiertos por Oulipo. Los anagramas, los palíndromos, los lipogramas (cuya regla se ocupa de quitar una letra del alfabeto para escribir un texto cualquiera), el método S+7 (que toma un texto al que se le cambia todos sus sustantivos por el séptimo consecutivo dado por un determinado diccionario), las permutaciones en particular y los poemas cuadrados, los encadenamientos y sus límites, la poesía antonímica, los delirios “algólicos” (en base al lenguaje especializado de los programas de computación llamado ALGOL, de pocas palabras y una gramática muy estricta), la Bola de nieve (un poema de n longitud en el que cada verso va ampliando una primera palabra de una letra hasta el enésimo verso para ir derritiéndose en forma decreciente de a una letra cada verso), etc., serán el núcleo duro de la reflexión que se vuelca en variadísimos artículos y las actas de las reuniones que, finalmente, remiten a consignas de escritura en un sentido, instructivos de lectura en otros, hasta “inventar las historias que justifiquen las sucesivas transformaciones” al decir de Perec. Hay algo del orden del cálculo que excede cualquier otra consideración. No importa lo que se escribe sino cómo y esta preocupación ha de estar en el principio consciente de la producción de escritura más como regla del juego que como imposición retórica. La cuestión es ver qué hace el lenguaje, la escritura.
Los diferentes apartados, “Las palabras preliminares”, “Hacia una definición de la Literatura potencial” (desde los Primer, Segundo y Tercer Manifiestos de Le Lionnais hasta un cuestionario de 1970, pasando por la “Breve historia del Oulipo” de Jean Lescure, los cambios de nombre y de autoridades de la agrupación, la fundación de la Escuela Patafísica, las novedosas formas de medir el tiempo), “Alrededor de Raymond Queneau”, “Sobre restricciones y experiencias”, “Ejercicios, Experimentos”, “Caja de Ideas” y una breve historia de cada uno de los integrantes del grupo al final, componen el artesonado de este libro. Allí se expresan los objetivos, las tareas, la historia de Oulipo. Para llevar a cabo su tarea adoptaron desde el principio dos tipos de objetivos: inventariar estructuras que produzcan textos y analizar obras literarias dadas para encontrar allí las restricciones utilizadas, en una investigación de precursores o como ellos los llaman “plagiarios por anticipación”, oulipianos avant la lettre. El mismo Queneau se ofrece como ejemplo con sus Ejercicios de estilo de 1947, en el que presentó 99 formas distintas de contar un episodio trivial ocurrido en un transporte público.
Importa decir que Oulipo radicalizó la “restricción” como procedimiento de escritura, siempre presente en la literatura por otra parte como uno de los mecanismos típicos de la corrección y, en este sentido el gesto impacta por su persistencia en el tiempo, pero también por la actualidad que cada vez más parece tener este procedimiento en un tipo de literatura que se aleja ex profeso del referir, del narrar, para convertirse cada vez más en un cálculo anagramático o prosopopéyico. Según Bénabou “Para muchos la crítica a Oulipo se sitúa precisamente allí, en el límite que separa la regla de la restricción. A punto de aceptar la regla, rechazan la restricción, dado que no se trata de una regla necesaria, la consideran un mero recurso literario, es decir una exageración”. Así, el objetivo del grupo pero también del libro, lúdico y científico, resulta tan vigente como al momento de sus primeras invenciones y pasa por ofrecer un sistema de creación de obras literarias utilizando variadas técnicas de limitaciones formales para encontrar un espacio de libertad con respecto a las amarras del contenido: en lo que está escrito está potencialmente toda la mejor literatura que pudo y podrá escribirse como lo estuvo con anticipación en el primer verso o en la primera palabra escrita o pronunciada. Mediante técnicas de laboratorio, en las que la subjetividad se deja colgada del perchero, habrá que reordenar aquellas letras, aquellas palabras, las reglas, para que cada uno pueda hacer brotar las nuevas potencialidades, hacer experimentos con/de lenguaje.
La antología incluye vistosos testimonios de creación oulipiana: varios de Raymond Queneau entre los que las “Instrucciones” a sus Cien mil millones de poemas (la traducción elegida de este título privilegia “la sonoridad de la cifra por sobre la exactitud de su trasposición al español” dicen los editores) resultan la confrontación directa con una verdadera máquina de escritura. También aparece un fragmento de Si una noche de invierno un viajero de Italo Calvino, “Una novela lipogramática. Post-scriptum a La disparition” y “35 variaciones sobre un tema de Marcel Proust” del mismo Perec, “35 variaciones sobre un tema de William Shakespeare” de Harry Matheus y “35 variaciones sobre un tema de Calderón de la Barca” de Eduardo Berti, entre otros que dejan ver el funcionamiento oulipiano en varios idiomas.
Este libro contiene todo lo que queríamos saber de OULIPO… y más, claro.
(Actualización julio – agosto 2017/ BazarAmericano)