diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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En su anterior novela –La noche litoral– Carlos Bernatek edificaba una narración exuberante, morbosa, amoral y sobre todo provista de una comicidad poco habitual en la literatura argentina. En El canario todos esos atributos fueron remplazados por una sola palabra: solemnidad.
Como en las viejas revistas de juegos, se podrían establecer cinco diferencias entre La noche litoral (desde ahora LNL) y El Canario (desde ahora EC):
1. La moral
En LNL el protagonista era un inescrupuloso buscavidas: estafaba a cincuentonas, lisiadas, tías, maridos y diputados. Se podría decir que nada de lo humano era ajeno a la hora de sacar una tajada. Sin caer en una apología, porque el tono lúdico del relato amortiguaba la idea de lo que se contaba, LNL sabía manejar el humor sin perder solvencia. En EC el narrador, cuando por ejemplo ingresa a trabajar en una biblioteca municipal dedica varios párrafos a despotricar contra los empleados públicos. En este contexto histórico la ganadora del Premio Novela Clarín juega una carta poco neutral, el que habla en esos pasajes parece un CEO. Uno no puede dejar de pensar que el amarillo de la tapa del libro, más que al canario, hace referencia a una cierta filiación política del protagonista.
2. Telón de fondo
En LNL la espesura de la historia social, eso que le da avales al realismo, se filtraba en la vida de los protagonistas de manera espontanea, sin subrayados e incluso en asuntos sensibles –inundación en Santa Fe– deambula con franca impunidad. En cambio en EC la Historia, es un motivo temático bien definido: la Dictadura Cívico Militar. Su tratamiento se asienta en un movimiento ficcional más bien especulativo, como si esperara ganar un Oscar. Hay una especie de redención y un juego circular donde un victimario –lateral es cierto– se vuelve víctima. Y como si fuera poco de grande sufre una enfermedad: el combo de película de la tarde completo.
3. Golpes de efectos
En LNL la vida de Ovidio Jordiel Balán discurría en un pulso secuenciado, pero espontaneo: iba como bola sin manija y el final era más bien formal, un punto en algún momento de su vida.
La presentación de capítulos de EC saltean “sabiamente” de un núcleo episódico a otro. Se maneja tres líneas paralelas con mesurada dosificación que no hacen más que mostrar una preocupación por parte del autor en diagramar una progresión ordenada, más argumentativa que narrativa. Para colmo hay dos o tres golpes de efectos melodramáticos que saben llegar en “el momento justo”.
4. Las escenas de sexo
Si LNL contaba y mostraba sin tapujos diversas prácticas sexuales, el movimiento amoroso de los cuerpos en EC es más bien pacato o prudentemente esmerilado. Se podrá argumentar que son dos novelas distintas, que no siempre tiene que estar el desborde alcanzado en LNL, pero no deja de ser llamativa por lo notorio de esa diferencia. Un punto en donde la novela termina de desbarrancar en el momento en donde conocemos que la directora de biblioteca es una insistente ninfómana. La situación es demasiado arbitraria y hasta estereotipada y en nada se parece a los cuerpos imperfectos pero geniales de LNL.
5. Editoriales
LNL fue publicada por Adriana Hidalgo, uno de los mejores catálogos editoriales de habla hispana, tanto en las producciones locales como en la selección y la calidad de las traducciones. Alfaguara es más bien un panteón o la canonización mainstream de la Literatura; hay muy buenos autores en su catálogo, pero llegan para las hurras finales o para traccionar con su prestigio al resto.
Un dato más: la calidad del objeto libro de EC es muy pobre. Las hojas son de bajo gramaje, la tinta débil. Esto vuelve a demostrar que las editoriales independientes tiene un cuidado artesanal por la edición.
Una buena: en una entrevista dada a Infobae, Bernatek dijo que estaba trabajando en la segunda parte de LNL. Confiamos en que, con la cierta tranquilidad bancaria que le otorgó el premio, retome a su buena senda.
(Actualización marzo – abril 2017/ BazarAmericano)