diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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En “La vida interpelada”, el Prólogo que Diego Caramés y Gabriel D Iorio escriben a Los espantos. Estética y Posdictadura de Silvia Schwarzböck (2016), la voz de Oscar Terán reaparece y se propala como un espectro: a nuestros años sesentas había que abordarlos desde la filosofía. En ese último texto, Schwarzböck retoma la apuesta del fantasma pero para complejizarla. Lee un espacio de sombras no tan ajenas y todavía tibias del “pasado reciente argentino”, como una piedra que cuelga del cuello duro de los discursos cronológicos de la historiografía pero que todavía nos corresponde indagar, la posdictadura. Schwarzböck critica, recrea, propone y acierta: la clave para leer el período –aquel que Analía Gerbaudo describe como un arco que avanza en la historia política argentina entre los años 1983 y 2003 (1)– proviene, esta vez, del lado de la estética.
Aunque no hace falta filiarla para inscribirla en esta trama de textos, la producción de Gerbaudo ostenta un último título que vale leer: Políticas de exhumación. Las clases de los críticos en la Universidad argentina de la posdictadura (1984-1986).
El volumen, compuesto de 352 páginas, aborda el pasado de y desde la teoría literaria, recuperando tanto el resultado de sus múltiples investigaciones sobre la universidad pública argentina (a la cual, insiste, “todavía le debemos mucho”), así como buena parte los desenvolvimientos teóricos que caracterizaron su tarea durante los últimos diez años.
¿Cómo se reformuló la crítica y la teoría literaria en la universidad argentina de los ´80? ¿bajo qué propuestas?, ¿desde qué detenciones?, ¿a partir de qué fantasmas?, ¿construyendo cuáles fantasías?, ¿en qué clases? ¿cuáles profesores?, ¿bajo qué materialidades? ¿en función de qué proyectos?. Sobre algunos de estos interrogantes, Gerbaudo organiza la reconstrucción de aquellas primeras “aulas” (2) de Teoría y Crítica Literaria del retorno democrático en la UBA y analiza, siguiendo a Rossana Nofal, los «cuentos» que las circulan.
Así, en un entramado de tres secciones dedicadas, cada una, a un cúmulo de disputas teóricas, políticas y documentales, las clases que David Viñas, Beatriz Sarlo, Josefina Ludmer y Jorge Panesi dictaron entre 1984 y 1986 vuelven a tomar cuerpo en nuestra escena teórica.
Hay, también, un capítulo dedicado a justificar por qué hablar de la “Universidad Pública Argentina” implicó, en este caso, no poder salir de la Universidad de Buenos Aires. Tal decisión se enmarca en un recorte parcial del problema que investiga el libro, pero que se sostiene en los resultados de una investigación colectiva previa, dedicada a la «institucionalización» e «internacionalización» de las letras en Argentina (3). Allí, a partir de un pormenorizado trabajo de campo, se indicializa la trama inestable de institucionalización que caracteriza a nuestra investigación literaria y se explicitan los distintos matices que, según la coyuntura histórico-política, la “profesionalización de las Letras” adquiere en Argentina, un país donde los recortes se configuran institución por institución más que bajo modalidades regionales. A raíz de ello la UBA resulta, en inicio, un lugar central.
En cuanto a la forma política de la apuesta teórica, Gerbaudo propone, siguiendo a Derrida (1989), la exhumación, esto es: el rescate de textos en estado de pérdida potencial u obras o géneros que, por alguna razón, habían caído en el olvido. Recupera los programas de cátedra firmados por estos críticos-profesores y los pone en diálogo con sus artículos, ensayos, con los libros producidos en el período, con entrevistas a los profesores y a los alumnos, con consultas a otros actores o “agentes” fundamentales del campo, entre muchas otras.
De manera que, desde un tipo de estudio atento a la reconstrucción de “reenvíos”, Gerbaudo organiza un mapa que nos permite, en un país como el nuestro, repertoriar los avatares de formación de las teorías literarias efectivamente enseñadas, a la vez que posibilita, a futuro, la reunión de esos documentos en un archivo, es decir, en un material de consulta pública. Esta doble inserción permite, entre otras cosas, enriquecer el análisis sobre las prácticas actuales de enseñanza de la literatura en Argentina y profundizar los estudios centrados no sólo en la Universidad, sino también, en otros niveles de nuestro sistema educativo, como dice Gerbaudo en su libro La lengua y la literatura en la escuela secundaria (UNL, 2011).
Por lo tanto, la importancia de este libro radica en su capital aporte al territorio de la memoria y a las politicidades de conservación del patrimonio literario. Una puesta en ejercicio de las propias Políticas de exhumación que promueve y que hacen del mismo una potente propuesta de «acción pública».
Al mismo tiempo, las voces y experiencias que el libro recorre (no sólo las de Viñas, Ludmer, Panesi o la UBA, sino las vidas institucionales, sociales, políticas y formativas ampliadas que habilita) componen una trama que hace coincidir, por ejemplo, a Horacio González con Beatriz Sarlo, allí, donde los recovecos de la historia argentina nos enfrentan con los demonios que habitan sus espantos. La exhumación se instituye, entonces, de múltiples formas, incluso desde el testimonio.
Por otra parte, queda claro que el libro supone una fuerte apuesta por el futuro de la Teoría y la Crítica literaria en nuestro país y deja al descubierto los efectos restantes de un “sampleado” ecléctico del archivo (4). A su vez, desde un armazón teórico desprejuiciado en el que confluye la noción derrideana de archivo, una proyección de Bourdieu que renueva la noción de “campo” (a la luz de una lectura literaria e institucionalista) y una recontextualización micropolítica del concepto de Nano-intervención de Avital Ronell, la lectura de Gerbaudo reúne en una totalidad in-completa e im-posible aquellas clases fundacionales a las que ya nunca nadie podrá asistir. Pero a las que cualquiera podrá, de ahora en más, acceder. Efectos del “compromiso responsable” de una investigación pública necesaria, pero “no grandilocuente” (Derrida, Avital Ronell).
Por otra parte, cabe destacar que Políticas de exhumación no es un texto ingenuo. Desbarata toda adjudicación exclusivamente personal, intencional o individual del trabajo literario que hicieron estos críticos-profesores, para pasar asumirlas como «operaciones responsables» (Derrida) de “agentes” que ejecutaron acciones (Bourdieu, Sapiro) en la posdictadura. Así, lo por-venir de la trama intelectual argentina se trenza, para Gerbaudo con el acontecimiento, con lo incalculable, “allí donde una hendidura en el terreno incierto de la recepción (les) deja espacio”.
Frente al “casi olvido” al que se destinaron “los restos de textos” de la enseñanza de los estudios literarios en la reconstrucción democrática argentina, en 2016, la pérdida ha dejado de renovarse. Por el contrario, adquieren ahora una nueva latencia que los amplía. Con el trabajo de Gerbaudo, la Universidad Pública, por fin, tiene la investigación que los escriba.
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(1) Gerbaudo, distingue cuatro grandes momentos que compondrían la configuración el período denominado «posdictadura»: A) La primavera alfonsinista, cuya trabazón simbólica de ciudadanía «justa» y «participativa» se encarnó en el Juicio a las Juntas; B) La «desilusión» provocada por las leyes de Punto Final (1986) y de Obediencia Debida (1987); C) la emergencia de una «nueva discursividad sobre el horror» surgida frente a la clausura de los juicios a represores. En este marco, reconoce diversas intervenciones discursivas que impactan en la esfera pública: c.1) la publicación de las confesiones de A. Scilingo (1995); c.2) la pretendida «autocrítica» de Martín Balza (1995); c.3) la formación de la agrupación HIJOS (1995 y 1996); c.4) la publicación de Villa de Luis Gusmán y El fin de la historia de Liliana Heker; c.5) el «colapso» de diciembre 2001 y la ruptura de pactos y de contratos institucionales; D) el año 2003 como el del retorno de las «polémicas» con la presentación y aprobación de la nulidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, entre otras (Gerbaudo, 2011).
(2) Esta noción creada por Gerbaudo y su equipo de trabajo en 2011 supone que el espacio de enseñanza implica no sólo el diseño didáctico de la clase sino el conjunto de decisiones previas que se ponen en juego en cada una de esas actuaciones a lo largo de un período lectivo: la selección de contenidos, de materiales, los corpus, los envíos (es decir, interpelaciones que conducen a textos que no se “enseñarán “ ni se incluirán en la evaluación pero que se incorporan en las relaciones que establece el docente en sus planteos), el diseño de evaluaciones, la configuración didáctica de las clases, entre otras. Siguiendo a Gerbaudo (2011) este concepto llama la atención sobre “el carácter artesanal y complejo que tienen las propuestas didácticas, dado que cada grupo particular de alumnos requiere una re- selección y una composición didáctica de los contenidos pautados por los Ministerios (nacionales tanto como provinciales), un ajuste tanto de los textos adecuados a sus posibilidades de lectura como de las categorías a utilizar para promoverla” (Gerbaudo, 2011:12-13). Entendemos que en esta perspectiva se proyecta la decisión de analizar las clases de Viñas, Sarlo, Ludmer y Panesi y las dimensiones que adquieren para el campo literario.
(3) Proyecto de Investigación Internacional INTERCO-SHH dirigido por Gisèle Sapiro, del que Gerbaudo estuvo a cargo del campo de las Letras, coordinado en Argentina de modo general por Gustavo Sorá ( http://www.interco-ssh.eu ). Gerbaudo publicó esos resultados en un Primer Informe Técnico denominado “La institucionalización de las Letras en la universidad argentina (1945−2010). Notas «en borrador» a partir de un primer relevamiento” (2014) cuyo e-book está disponible para descarga gratuita en la página web de la Universidad Nacional del Litoral: http://www.fhuc.unl.edu.ar/centros/cedintel/interco_vf.pdf Al respecto, puede atenderse una reseña del mismo que realizamos para la Revista El Taco en la Brea, sección Apuntes (Cf. Santucci, 2014).
(4) Para Gerbaudo Derrida “desnaturaliza el concepto de archivo para ligarlo indefectiblemente a una decisión destinada a hacer sobrevivir ciertos materiales en menoscabo de otros”; el archivista produce el archivo, porque el archivo no se forma jamás. Es obra siempre del porvenir.
(Actualización noviembre 2016 – febrero 2017/ BazarAmericano)