diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

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Julio Schvartzman
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Ideas a la bartola para una recuperación de lo recuperado
La historieta en el (Faulduo) mundo moderno, de Grupo Un Faulduo, Buenos Aires, Tren en movimiento/ Un Faulduo ediciones, 2015.

¿De dónde vendrá la palabra chanta? No la vamos a rastrear, pero sostenemos una cierta rareza en la lengua al decirla. Es una palabra de mil maneras. Digamos que Oscar Masotta era un poco chanta, ser chanta tal vez sea una manera argentina de la erudición. El grupo de historietistas Un Faulduo lo es, pero son también profetas y Masotta lo era. Lo que hicieron fue volver pastiche el ensayo del propio Masotta La historieta en el mundo moderno, para acercarse a una reescritura plástica y ensimismada en el libro que terminaron haciendo: La historieta en el (Faulduo)mundomoderno. El autodidacta, el arrebatado de la academia, el arbitrario, siempre tiene algo de profeta. Semanas antes de los hechos, Masotta advirtió o dijo advertir que iba a caer Perón tras los aplausos de la plebe en un cine de Flores al final de la película Nido de Víboras. Era esta una película sobre el encierro y la locura. No parece haber relación con la locura en la manera de entender a la historieta que tienen Masotta y los Faulduo, pero quizá sí, y bajo el amparo de esta cita del autor de Villa Pueyrredón, que fraseaba en la introducción al libro sobre Arlt:

 

“PARA COMPRENDER ALGO HAY QUE PENSARLO TODO (LOCURA) ¿PERO CÓMO PENSAR ALGO CUANDO NO SE COMPRENDE NADA?”

 

Es este un libro contemporáneo sobre la historieta, sobre la tradición atormentada, sobre la traducción entendida como parodia y sobre la parodia entendida a la manera de uno de nuestros genios, contemporáneo a Masotta, Leónidas Lamborghini. Es decir, la parodia lo es de un Modelo, de un origen, de lo que pretende esconder un “pathos”, esa sensación tremenda acrecentada en el pecho, en el mismo lugar donde se siente hambre, miedo y amor. La risa, la parodia y la tragedia son una misma viñeta barroca por donde respira la tensión entre el dibujo y la letra. Y hay “significado” porque está el aire que deja esa relación entre lo escrito y lo dibujado. La hendija de ese idilio se llama grafo.

La imagen tiene la fuerza del imán y el imán tiene la fuerza de la reiteración, porque nadie no piensa en imanes de la heladera doméstica cuando piensa en un imán, nada más siempre ahí en nuestra vida que los imanes de nuestras cocinas. Masotta quiere mirar al reo de cerca, imantarse y a la vez mirarse a sí mismo, mirar la vida en tanto domesticidad. Es el reo que uno lleva adentro, el reo vencido, el reo asediado, el reo reescrito acá. Este es un libro reo hecho por reos. Antes bien: todo esto para decir esa frase magnifica del final del prólogo de Masotta de este libro que tengo que dice “a las letras se las puede romper de un puñetazo”. Es un Masotta aún influidopor el sartrismo tercermundista que reinaba en la argentina en 1970, cuando su libro salió a la luz, mientras la sangre ya no daba para más de contenida y empezaba a enchastrarlo todo. El puñetazo es la razón del reo.

Algunas pasadas de página singulares y azarosas: qué importante la idea de Oscar Steimberg en el prólogo, cuando define al acto de leer historietas como acto desplegado del lector. Agrego que para mí es más, es un acto de expansión, prácticamente de extenuación. Si esto fuese así el libro estaría a punto de ser poesía. Bueno, ahora veo que lo figuran ellos, rescatan al lector que se sale de sí a través del “estupor”. Es que son revelaciones, profecías, anticipos con el diario del lunes. No dejan de ser anticipos y no dejan de ser chantadas como la del gato Felix. Es quela chantada es un deporte retórico que domina la ciudad y probablemente el chanta sea canalla, palabra que Fogwill no dejaría de encomiar. Pero quizás, como Masotta y los Faulduo, el chanta sea sobreviviente, alma en pena, la manera desesperada para reponerse del mundo que todos guardamos en un cajón de la mesa de luz al lado de la libreta de recuerdos.

El libro evoca dos cosas, al menos: la primera, al anarquista que con el nombre “Un Faulduo”, donó algunos centavos a un periódico feminista en 1896, y al que homenajean libertariamente con sus formas de hacer, bautizando así al grupo, en este libro y en cada número de la revista que editan. La segunda, también como evocación de lo que evoca el libro en otra de sus páginas, que por cierto no están numeradas, están superpuestas y está bien. Dice por ahí que todo está recorrido por espectros. Leónidas Lamborghini tituló a su reescritura del Himno SEOL, que quiere decir invocar pero también significa el espacio físico, en hebreo, donde yacen los fantasmas. Y tal vez este libro sea un himno a la historieta que ruegue por más fantasmas. Claro, aceptar los fantasmas, invocarlos con un grafo, romper las cadenas para atarse con otras, es una manera de vivir en el terror, pero es una manera no terrorífica de vivir.

 

 

(Actualización mayo - junio 2016/ BazarAmericano)

 

 




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646