diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
Editora
Consejo editor
Columnistas
Colaboran en este número
Curador de Galerías
Diseño
Las contratapas tienen para mí un atractivo particular. Generalmente voy a ellas como enganche para leer o no un libro. Por eso, cuando pude elegir qué reseñar para este número de Bazar Americano, opté por Letras hilvanadas. Cómo se visten los personajes de la literatura argentina, de Victoria Lescano. Tal elección radicaba en un interés que se anunciaba en la contratapa y que sostenía que: “Inteligente, divertido, agudo, erudito y desprejuiciado: cada uno de esos términos cabe para Letras hilvanadas”; en el cual “Lescano describe el modo en que la moda, la indumentaria, la vestimenta, y más aún el estilo, aparecen en los textos de la literatura argentina”.
Había allí una relación extraña entre moda y literatura argentina, asociada a unos valores que no podía evitar pasar por alto. Sin embargo, las contratapas son de esos géneros mentirosos que más que promulgar una hipótesis verosímil del libro, lo que buscan es enganchar al lector con la efectividad de una transacción de mercado. Debí sospecharlo, porque de los cinco calificativos que se pretendían de la contratapa, luego de leerlo, los únicos que se sostuvieron fueron los de “divertido” y “desprejuiciado”. Divertido por la prosa efectista, por momentos en demasía, y de lectura fácil, sin sobresaltos, que arrastra una argumentación nula, sin ningún tono ensayístico como declara la misma contratapa. Desprejuiciado, porque así como no teme poner en relación la literatura con la actualidad de la moda, lo cual es loable, tampoco evita el error en la redacción, a veces sintáctico, otras de puntuación, otras ortográfico, con el cual nos encontramos desde la misma “Introducción” que abre el libro.
De todos modos, si uno deja de lado estas inconsistencias formales, el libro describe con relativa precisión, aunque sin profundidad, los modos de vestir, los textos sobre moda, los modos en que vistieron a sus personajes, muchos de los escritores de la literatura argentina, en un corpus que se despliega temporalmente, pero no cronológicamente, desde el S XIX al XX. Así, las obsesiones con las moda de Puig y su madre, análoga a las de Mansilla con la suya y a las de Victoria y Silvina Ocampo con la propia; los avatares como inventor de medias de Roberto Arlt, las columnas de moda de Sara Gallardo o de Juan Bautista Alberdi, los relatos sobre las costureras de Aira, se despliegan generando algunos destellos de intensidad que nos permiten reparar en relaciones y modos de vestir para pensar la moda de estos escritores, a veces, en franco contraste con su poética. Y ese es el logro mayor del libro, cuyo interés primero no alcanza para satisfacer una lectura que busque más que la mera descripción o el resumen de un argumento sin arriesgar una hipótesis que vehicule y logre generar una intensidad crítica. La promesa de una lectura de la relación entre moda y literatura queda anunciada intempestivamente en estas páginas superficiales y lavadas. Auguro que en un futuro, alguien podrá darle el glamm que merece a semejante problema. Espero ese libro con las mismas ansias con que elegí este.
(Actualización noviembre 2014 – febrero 2015/ BazarAmericano)