diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Los que viven, son los tontos verdaderamente
Quienes no conocen las maneras del viento
Y las fuerzas invisibles
Que gobiernan el proceso de la vida.
Edgar Lee Masters, Antología de Spoon River
La Plata Spoon River es un poemario sobre la inundación de La Plata, que no necesita más palabras que las que tiene. Sin embargo, el deseo de contagiar entusiasmo hace que se agreguen éstas, sabiendo que las palabras de la crítica hacen desaparecer lo que el poema supo conquistar. Doble cerco, puesto que el poema tuvo antes que atrapar con palabras un abismo. Si el mundo necesita más silencios o, más bien, escuchar lo que el bullicio oculta, la poesía construye con palabras lo que nos devuelve cierto equilibrio frente a eso que nos hunde o extraña. Descorre un velo.
Sólo puedo escribir, en fin, sobre la lectura de La Plata Spoon River. Escribir para estar cerca y sobre la sensación persistente de que podemos asomarnos a lo hondo de la inundación con el cuidado de que el poema no nos dejará caer. Antes que nada, una evidencia: no hay justicia –apenas poder judicial–, las tapas de los diarios por una vez tienen razón, superemos el platonismo. Hay cadáveres, no hay justicia. Hay performances de compensación, burocracias confiadas de que la palabra es la cosa. Por eso las palabras son el mascarón de proa del funcionariado, porque pueden consolar o dar razón para quien espera una sentencia. El poder judicial tiene una impronta de dramaturgia, incluso hay un tribunal en La Plata que funciona en un teatro. Los abogados cierran sus presentaciones con un ampuloso “será justicia”. Pero la máquina burocrática contabiliza y deshumaniza.
Recordemos el 2 de abril de 2013. Un temporal fuera de todo cálculo contó con la colaboración de la desidia administrativa, la falta de obras y la codicia para tapar de agua esa ciudad moderna. Luego de eso, los encargados administrativos trataron de ocultar los muertos. Algunos cadáveres, por ejemplo, fueron enterrados en otros distritos judiciales para no aumentar la nómina. Otros fueron cremados antes de la necesaria autopsia. Scioli, Casal, Bruera, ¿qué son?, ¿de qué están hechos?
La justicia poética aparece como la única posible porque habita lo humano en tanto comunidad de memoria. Cada poema de la antología lleva por nombre el de cada muerto, pero es un libro sin final porque la lista siguió creciendo y lo que para este título no se desea –la edición corregida y aumentada– será su fatalidad. Si en un famoso diálogo Deleuze le agradece a Foucault habernos enseñado en sus libros y en la práctica la indignidad de hablar por los otros, haber advertido sobre ese “remodelamiento del poder”, en La Plata Spoon River esa voz tomada funciona como vindicación sin caer en el panfleto y como el corazón delator para los oídos culpables. La Plata Spoon River se presentó ante cinco mil personas en el primer aniversario de la inundación y en una plaza pública. Política poética que nombra cuando el poder silencia.
Ninguna de esas palabras pudo ser escrita sin dolor. Entre la naturaleza bramando, la sordidez del reventado, los largos días nublados: cómo no extrañarse ante la belleza del agua que asusta, ante el señoreo de las olas negras y sucias que no deberían estar ahí y que en sus advertencias mortales señalaron la calle 12 entre 51 y 53. Escribir para entender lo que nos fascina, invade o hace vacilar. Ver correr las preguntas que el mundo deja discurrir como ecos fugaces, sin respuestas, puro irse, como el agua.
(Actualización noviembre 2014 - febrero 2015/ BazarAmericano)