diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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1.
La socialidad es un libro abiertamente político, sutilmente poético y deliberadamente vizcachero. Funciona como una serie de notas a partir de las cuales volver a pensar el significado de algunos conceptos, prácticas y modos de entender las palabras, que en definitiva es uno de los modos de entendernos.
Como buena vizcacha es un libro escurridizo. A los libreros les costará encontrar el anaquel donde ubicarlo. Pero no desentonará entre otros de poesía, algunos de filosofía y también, por qué no, diccionarios.
Se presenta como una serie de poemas breves, casi epigramáticos, divididos en cinco partes: conexión, multitud, dispersión, autoorganización y reensamblaje. Palabras largas que prácticamente todos conocemos, o al menos tenemos una noción medianamente común. Sin embargo esa es la pregunta que atraviesa todo el del libro ¿de qué hablamos cuándo decimos por ejemplo cooperación?
El primer poema, en diálogo con Bauman, dice:
El habitante de la sociedad líquida, / carente de vínculos inquebrantables, / debe amarrar los lazos/ que elija usar como eslabón / para ligarse al mundo / basándose / exclusivamente / en su propio esfuerzo, / con la ayuda de sus propias habilidades / y de su propia persistencia.
2.
La palabra “eslabón” deriva de esclavo. Un eslabón forma parte de una cadena y una cadena forma parte de aquello a lo que se sujeta. Sin embargo, cadena también significa enlazar y tejer en común. ¿Y qué es lo común? No es lo normal, pero tampoco es aquello para todos, o sí, en algún sentido, pero es una cuestión de composición.
Ahí tal vez esté una de las claves del movimiento de este libro: no cierra conceptos, si no que como se anuncia en el prólogo indistingue para potenciar la plasticidad de la estética y la tenacidad de la crítica. Por eso se parece a un diccionario, o mejor dicho a las notas preparatorias para un diccionario. Es decir, no la concreta y ya sabida definición, más bien lo otro: los trayectos de significado, las asociaciones, aquello que a partir del lenguaje se puede componer con otros.
se comercializa una nueva vacuna, / se ofrece un nuevo puesto de trabajo, /
se crea un nuevo movimiento político, / se descubre un nuevo sistema planetario,
se vota una nueva ley, /ocurre una nueva catástrofe // en cada instante / tenemos que reordenar/ nuestras concepciones / de lo que estaba asociado / porque la definición previa / se ha vuelto / en alguna medida / irrelevante/ ya no estamos seguros/
de qué significa / “nosotros”
3.
Las cuevas de las vizcachas pueden tener hasta quince puertas de entrada. Huidiza, arma estrategias para burlar a sus potenciales perseguidores. Hay algo en este libro que se escapa así, porque es una especie de interfaz entre la poesía y la filosofía, pero también algo más.
Una de las puertas de entrada al libro es el concepto de dispersión, alrededor del cual el autor viene merodeando hace tiempo. La dispersión es al sujeto líquido lo que el cazador a la vizcacha. Lo que amenaza. Por eso son grandes constructoras de túneles. Para encontrar atajos en la vida cotidiana. Y dicen los que saben de vizcachas que es habitual que otros animales pequeños se refugien en sus cuevas.
es el hombre “sin vínculos”: / suelto, debe conectarse // aquí el movimiento va
de la dispersión / a la vinculación
La dispersión podemos entenderla a partir de un texto del autor como “un tipo de experiencia subjetiva caracterizada por el desborde, la saturación y la incertidumbre. La sensación de que nuestra vida se ramifica en infinitas diferencias –la heterogeneidad es un medio apto para la operatoria mercantil que la entiende como segmentación de consumo– va de la mano con el malestar que provoca la creciente dificultad para articular estas diferencias en una composición de sentido más o menos regulable, legible u orientable”, dice Ingrassia en Estéticas de la dispersión.
Pero los túneles de este libro no se agotan ahí, sino que tienden líneas hacia algo mucho más sutil: el lenguaje y su relevancia en la relación con los otros.
4.
Un hombre puede pasar por encima de una vizcachera sin notarlo, no así los caballos que olfatean y se niegan a transitar por encima ya que generalmente se desmoronan por su propio peso.
Cada uno elegirá el modo de transitar esta vizcachera armando sus propios túneles. Aunque insisto en que uno de sus aportes es ayudarnos a esbozar en común nociones que: o bien se vacían de sentido o bien se sobrecargan a punto tal que ya no sabemos qué significan.
esa intensidad, / paulatinamente, // va cediendo, / resulta asimilada/
todo parece / regresar a su lugar
Escrito a partir de las nociones de dispersión y desborde, el libro no deja de acercarnos a la posibilidad concreta de componer en el sentido de Spinoza. Hacia lo que aumenta la alegría, lo adecuado, como el agua, las plantas, la tierra y las relaciones posibles entre sí.
5.
Es un libro rojo. Me dice Franco. Por el predominio del color del lomo, la tinta con que fueron impresas las tipografías móviles y las guardas. Adentro también, es sutilmente rojo. Tal vez el embrión de un pequeño pero necesario glosario de micropolítica.
¿Y eso qué quiere decir?
(Actualización septiembre – octubre 2014/ BazarAmericano)