diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
Editora
Consejo editor
Columnistas
Colaboran en este número
Curador de Galerías
Diseño
“Esta sección es una carrera de obstáculos:
ningún texto se puede leer de corrido,
en todos hay alguna falla.
Los amables lectores sabrán disculpar
la molestia que se les ocasiona.”
Maite Alvarado, El Lecturón.
Gimnasia para despabilar lectores.
Escritura e invención en la escuela es un conjunto de artículos de Maite Alvarado (1953-2002) escritos, en su mayoría, a lo largo de la década del noventa. Docente e investigadora, sus reflexiones en torno a la enseñanza de la escritura y la literatura continúan siendo hoy aportes insoslayables para pensar las prácticas docentes y la producción de textos en la escuela y la universidad.
La compilación reúne ensayos, reseñas, una ponencia, fragmentos de entrevistas a autores e ilustradores, una conferencia y dos textos inéditos. En esta variedad de géneros aparece la voz de Alvarado, plural, elástica y con diferentes tonos, pero siempre clara y convencida: porque si hay algo que va enhebrando todos estos textos es la pasión con la que sostiene sus ideas.
Tanto en los textos propios como en los escritos en colaboración (con Gloria Pampillo, Daniel Feldman, Marina Cortés, entre otros) se combinan con fluidez enfoques teóricos diversos con la experiencia del trabajo en diferentes ámbitos educativos, capacitación docente y talleres de escritura. De ahí que muchos de estos artículos presenten sugerencias e ideas para mejorar las intervenciones en el aula, las prácticas docentes y las actividades vinculadas a la lectura y la escritura. Sin embargo, no vamos a encontrar aquí recetas ni modelos para implementar soluciones instantáneas. Las propuestas de Alvarado hacen énfasis en la necesidad de repensar la tarea docente, buscar espacios para la escritura, reflexionar sobre los enfoques teóricos que puedan brindar herramientas, cuestionar modelos repetitivos y obsoletos y, sobre todo, recuperar la motivación por enseñar y aprender.
Uno de los aspectos más interesantes de estos textos es la forma en que se aproximan a las diversas problemáticas tratadas: el foco nunca está puesto en los aspectos negativos de las instituciones, de los sujetos que habitan esas instituciones (docentes, estudiantes, etc.) o en el sistema educativo, es decir, no se abordan los problemas señalando errores, carencias o déficits; la mirada crítica apunta a las prácticas de lectura y escritura, a los textos (características, circulación, etc.) que estas prácticas producen y han producido a lo largo del tiempo y, sobre todo, a las concepciones y a las políticas que las sostienen. Se trata así de construir caminos posibles, de sugerir acciones concretas de trabajo con la palabra que no evitan el cuestionamiento o la confrontación pero no hacen de éstos el centro de las ideas que se plantean.
Tampoco se cae en la mirada maniquea ante las oposiciones que varios de los artículos recuperan, y que suelen suscitar debates improductivos: taller literario vs. taller de escritura, escuela tradicional vs. escuela nueva, literatura “para” chicos vs. literatura “de” chicos, escritura creativa vs. escritura de invención, son algunos ejemplos. Por el contrario, estas dicotomías son puestas en perspectiva (especialmente en los artículos que presentan un recorrido histórico, como “Enfoques en la enseñanza de la escritura”, “La escritura en la institución escolar”, con Gloria Pampillo o “El tesoro de la juventud”, junto a Ruth Kaufman y Elena Massat) y se transforman en la materia a partir de la cual se intenta, por un lado, dar cuenta de un estado de las cosas y, por otro, proponer síntesis superadoras.
El libro se estructura en dos partes, cada una de ellas con un apéndice. La primera, “Enseñanza de la escritura”, incluye diversos artículos en torno a la escritura y sus rasgos específicos, las instituciones que han cumplido tradicionalmente con la tarea de enseñarla -la escuela y la universidad- y la función de los talleres, tanto literarios como de escritura, más vinculados a la producción y a la circulación de textos escritos en espacios alternativos.
En esta sección, el libro despliega muchos de los temas que han sido objeto de estudio de Alvarado y que aún hoy, en algunos casos, más de veinte años después, tienen plena vigencia. Aparecen aquí sus planteos en torno a la necesidad de elaborar proyectos pedagógicos que se centren en la escritura y su vinculación con el conocimiento, y de actividades que promuevan la imaginación. En este punto, la propuesta de “escritura de invención”, diferente de la “creativa”, abre un espacio para la producción de textos y el aprendizaje, otorgándole un peso fundamental a la consigna como la forma de guiar la “inventio”. Concebida como un gesto de apertura, “proporciona un marco de referencia compartido por alumnos y docentes, que encauza el comentario y la corrección de textos.” Retomando las propuestas de Grafein, Alvarado piensa la consigna como un “gesto de confianza”, un desafío que, como se plantea en el epígrafe, puede generar molestias, pero se vuelve fundamental para la motivación, en un contexto en donde la escritura compite en desventaja con otros medios, como los audiovisuales. Sin duda, el gran aporte de Alvarado se traduce en repensar la escritura en la escuela como una práctica sistemática y rigurosa y, al mismo tiempo, con enormes posibilidades lúdicas.
El apéndice que cierra esta parte incluye dos textos inéditos: “Sin libros, no se aprende”, donde puntea una serie de acciones posibles a modo de recomendación para el trabajo con los libros en la escuela, y “El estilo y la voz. Reflexiones sobre el taller de escritura en el nivel universitario” (1999). En éste, precisa algunos de los obstáculos que surgen en la implementación de un taller de escritura en la universidad, y critica cierta tendencia que aún persiste: “No es fácil, por último, escapar a la persuasión o a la presión de las modas, que en cada época imponen elecciones y necesidades. Por ejemplo, enseñar a escribir textos académicos. Como si se tratara de un problema de formatos.”
Este artículo sorprende, finalmente, con una reflexión que retoma la conexión entre escritura y oralidad y nos devuelve una mirada sobre la escritura, liberada, ahora, de enfoques y concepciones teóricas vinculadas a su génesis o a su finalidad, para hablar de tonos y ritmos y de frases que, a través del trazo (impulso y movimiento) los articulan en el texto. Siguiendo la idea barthesiana de la escritura como aquello que se encuentra entre la lengua y el estilo, Alvarado propone que escribir sería “…moverse en esa intersección. Educar el ‘oído’ para atrapar la tonadilla esquiva, modular la propia voz sobre el fondo de la lengua compartida.” Una vez liberada de los mandatos de la función comunicativa, la escritura podría encontrar, en ese “deambular por la memoria”, su ritmo y su “cadencia”.
Como decíamos, el acercamiento a la escritura en este texto aporta una mirada diferente que, incluso, deja entrever cierto desencanto de algunas teorías que habían sido el soporte de su propia propuesta:
En pos de una concepción esforzada de la escritura (las palabras “trabajo”, “producción”, “problema”, “estrategia”, “eficacia” son iluminadoras en este sentido), se ha resignado el disfrute, lo lúdico. Enseñamos a caminar en línea recta, con una meta, sin distracciones; no a descubrir el ritmo propio, a disfrutar del movimiento, a percibir matices. Quizás sea este el camino, alternando la reflexión con la intuición, la gramática con el “fraseo”, para lograr que la escritura fluya, que sea una experiencia transformadora pero no extraña, no ajena.
La segunda parte del libro, “Literatura de niños e infancia”, aborda críticamente la concepción de “literatura infantil”, la problemática de los géneros (el debate en torno las categorías “menor”, “masivo”, “popular”) y la circulación de los textos para chicos desde la perspectiva de la producción (escritores, ilustradores, editores), la recepción (adultos y chicos) y el papel de la escuela en la conformación de un público.
Esta parte incluye un apéndice con reseñas escritas por Alvarado para revistas especializadas y diarios nacionales. Se trata de una serie de textos breves y desacartonados, en los que se aproxima a las historias de autores como Dahl, Laragione, Istvan y Mariño, entre otros, haciendo uso de un enorme archivo de lecturas y de un estilo ingenioso y distendido. Al final de la reseña de Don Juan y el Zorro. Vida y meditación de un pícaro, de Javier Villafañe e ilustrado por Gustavo Roldán (h), escribe:
Tampoco encontrará el lector el anzuelo de la moraleja asomando el aguijón detrás de cada relato: si algo sorprende de esta biografía es lo poco ejemplar que resulta. No hay castigo para el pícaro, salvo, quizás, la condena a una eternidad terrenal. Y esto, como bien saben los inmortales, tiene sus dificultades.
Para finalizar, cabe reconocer el valioso trabajo de Yaki Setton en la organización de esta variada selección de artículos a partir de un orden cronológico y temático. La reunión de estos textos nos ofrece un recorrido que permite, desde los temas comunes y desde algunas ideas que se retoman y dialogan entre sí, leer esta compilación como un texto más amplio: un entramado de voces y miradas que pone en escena la enorme influencia de Maite Alvarado en el campo de la enseñanza y de la investigación sobre la escritura y la literatura infantil.
(Actualización mayo – junio 2014/ BazarAmericano)