diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Ensayos porteños. Borges, el nacionalismo y las vanguardias, de Sergio Miceli, Bernal, Universidad Nacional de Quilmes Editorial, 2012.
Pese al subtítulo, Ensayos porteños no es exactamente un libro sobre Borges. De los cinco textos aquí reunidos por Sergio Miceli, solo los dos primeros están dedicados al joven Borges. Como lo aclara el autor en el prólogo, la mayoría de los textos, fechados unos cinco años atrás, “fueron realizados por encargos de revistas especializadas o bien son trabajos ajustados a las propuestas y a las características de reuniones académicas”. El libro responde por cierto a sus orígenes institucionales: una invitación de la Universidad de Quilmes (2003) para hablar sobre su Nacional estrangeiro, história social e cultural do modernismo artístico em Sâo Paulo; un artículo publicado en Prismas. Revista de historia intelectual de la Universidad de Quilmes (2004); su participación, coordinando a los brasileños, en el segundo volumen de la Historia de los intelectuales en América Latina (2010) dirigida por Altamirano. Todo esto lo recuerda Miceli en el prólogo. Y el libro está dedicado “a Carlos Altamirano, amigo y colega”.
Supongo que “Jorge Luis Borges, historia social de un escritor nato”, el primer artículo y el más extenso, era el que debía justificar el libro. Según Miceli, la crítica sobre Borges habría sido hasta ahora un “emprendimiento hagiográfico” orientado a borrar las condiciones sociales de su trayectoria como escritor. Y su propio artículo sobre la historia social de Borges sería, por lo tanto y por el contrario, “una osadía” y hasta “un crimen de lesa majestad”. Ahora bien, Miceli busca la historia social de Borges en la historia de su familia, y más precisamente, en su rama paterna. Como se recordará, Borges escribió por 1970 un ensayo autobiográfico (An Autobiographical Essay) en el que subrayaba y exageraba lo mismo: “A tradition of literature ran through my father’s family”. Miceli ignora la autobiografía de Borges y también todas las biografías excepto una, Georgie (1899-1930) de Alejandro Vaccaro, es decir, la que más automáticamente repetía la versión “hagiográfica” iniciada por el propio Borges: la ceguera de su padre y su supuesta vocación frustrada de escritor, la herencia del inglés y la biblioteca de ilimitados libros ingleses, los familiares y amigos literarios paternos, etc. Vaccaro, siguiendo y superando amorosamente a Borges, había convertido la casa familiar de Palermo en una sede de tertulias literarias equiparable a la de Rafael Obligado; Miceli sigue (únicamente, literalmente) a Vaccaro.
Todavía más desconcertado y desconcertante es el segundo artículo, “El nacionalismo cultural del joven Borges”, que explora lo que en Argentina se presupone al hablar sobre el criollismo del primer Borges. También nos cuenta la vida y obra de sus “precursores” Leopoldo Lugones, Ricardo Rojas y Manuel Gálvez. Ya que la relación de Borges con Lugones fue contradictoria, la relación con Rojas estuvo marcada por la burla y la relación con Gálvez no existió, ¿por qué no elegir a Gálvez?
Gálvez adopta la altivez presuntuosa de un narrador preclaro y sentencioso que a menudo se asemeja a la voz circunspecta del joven Borges. El legado hispánico, la poesía gauchesca, el idioma amenazado de los argentinos, Rosas mesiánico, Sarmiento entreguista, el devenir de la nación argentina: he aquí algunos de los núcleos temáticos de Gálvez que Borges retomará más tarde. (75)
Presentado en un coloquio de 2007 en París sobre nacionalismos literarios, el artículo no era mejor, pero se entiende que las reuniones académicas no cultivan el pudor intelectual y que un destinatario extranjero puede agradecer incluso la información insuficiente. Reproducido en libro por la editorial de la Universidad de Quilmes en una traducción al español de mil ejemplares, el artículo espera ser leído, como el anterior, por lectores que saben más que el autor. Los dos títulos más citados son la sección Argentina del Diccionario de la literatura latinoamericana de la Unión Panamericana (1960-1961) y el Nuevo diccionario biográfico argentino de Vicente Osvaldo Cutolo (1968). Miceli abusa de estos libros de consulta, pero también copia o resume algunos de sus artículos en largas notas al pie: “Almafuerte (Pedro Bonifacio Palacios, 1854-1917) nació en un pueblo de la provincia de Buenos Aires. Autodidacta, ganó renombre como maestro desprendido y dispuesto a difundir los ideales de su misión civilizadora en las lejanías de la pampa”. (24) Etcétera.
Los tres últimos textos del libro comparan trayectorias de figuras de las culturas artísticas y científicas de Brasil y Argentina durante la primera mitad del siglo XX: las alianzas matrimoniales de Ricardo Güiraldes / Adelina del Carril y Tarsila do Amaral / Oswald de Andrade; la formación artística europea y la posterior instalación en Sudamérica de Lasar Segall y Xul Solar; los comienzos de la sociología científica en Florestan Fernandes y Gino Germani. Son breves artículos informados y se dejan leer.
(Actualización noviembre – diciembre 2012 – enero – febrero 2013/ BazarAmericano)