diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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1. Algunos escritores publican a medida que escriben. Es cierto que esta sincronía tiene un carácter casi utópico en países donde la relación de la literatura con el mercado es compleja, pero no parece ser una explicación suficiente sobre el modo en que se fue construyendo la obra de Mario Arteca. De hecho, cuando publicó sus primeros dos libros de poemas Guatambú (Tsé- Tsé, 2003) y La impresión de un folleto (Siesta, 2003), sus textos circulaban hacía mucho tiempo en revistas e incluso estaban en las computadoras de varias personas. Lo mismo sucedió con Bestiario búlgaro (Vox, 2004), e incluso con Horno, del 2009. También publicó Cinco por uno (Vox, 2008), y Nuevas impresiones (Calabaza del diablo, 2010). Por alguna razón estas fechas, que ordenan en grupos cronológicos homogéneos textos ya existentes, ya escritos en su mayoría muchos años antes, me parecen importantes para leer Cuando salí de La Plata (CILC, 2009) y Cinco por uno. Pero me quedo con el primero.
2. Veintidós poemas componen Cuando salí de La Plata, el libro que publicó CILC (Casi incendio la casa) en su colección “Gama”, bajo un original y bello diseño. Algo insiste en cada uno de ellos, la mención de la ciudad, de su arquitectura, sus aguas, su gente e incluso su identidad, o la falta de ella: “(…) En el principio, la nada. 1882./ Loada sea. Escuchen qué bella multiplicación de chiflidos./ 1982. Apúntese lo mismo: diagonal/ tilo/ petroquímica/ Catedral/ Arana/ La cacha/ dos mil aprox.”. La ciudad que nunca cambia, entonces, los hábitos de esa ciudad, religiosos, patrióticos, burocráticos que también componen una malla inalterable. En estos términos los poemas de Arteca hablan de La Plata para contar una salida de La Plata. ¿Se trata del momento en que se pasa de un adentro hacia un afuera o de un modo de desembarazarse? ¿Qué significa este salir de en el libro? No es el relato de una migración aunque las migraciones importan. Mencionadas en varias oportunidades, refieren a aquellos expulsados o a los que vuelven luego del receso, los universitarios. El primer poema, de hecho, “Revés del héroe”, se planta en la primera de estas acepciones: “Ahora preguntaría por aquellos/ a los que el ostracismo les hizo/ un beneficio expulsándolos,/ y sólo para decirle: `Hasta/ más ver, amigo´”. La salida está planteada en términos políticos. La Plata es la ciudad que destierra y censa su población móvil: Todos se mueven, pero el que habla parece ser el que se queda y no el que sale. De dónde se sale Arteca?
3. Conjeturo dos momentos de escritura de los poemas en cuestión. Uno, pasado y otro contemporáneo. Si los poemas fueron escritos en el pasado (y en este caso me sirve no saberlo) el libro puede leerse como una declaración de principios y hay hilos que permiten hacer esta aproximación. La vulgata de estos principios tendría que ver con dos posturas, la de la guerra, porque en el libro hay imágenes bélicas (“miserias de la preguerra”, “Postradas, un arma que no volveremos/ a cargar.”) y la de la percepción del lugar en el que no se quiere permanecer. Se trataría, claro está, de un irse simbólico, en ambos casos. Y Arteca estaría aludiendo al momento de los inicios de su escritura. Salirse de La Plata, sería en este caso, percibir y desechar su burocracia estética y su cultura entendida como un juego de negociaciones vanas y bastardas: “Hablemos con franqueza: manejar/ los hilos es escribir hipócritas cartas/ de agradecimiento, con conocimiento/ de causa, y a raíz de una renovada/ extorsión con dinero. Para qué/ multiplicar los ejemplos.// Nadie tiene prisa en marchase de un país,/ si no se identifica con los campos en disputa.” (“Fuera de casa, la casa”). Salirse de La Plata (como si la ciudad fuese un vacío anterior a la escritura) sería llegar a lo que ampliamente se denominó neobarroco y que a partir, sobre todo, de la antología de Echavarren, Kozer y Sefamí, Medusario (1996), propone como tradición propia tanto sectores de las vanguardias clásicas del 20, como el concretismo brasileño y el barroco clásico, entre otras líneas poéticas. Allí se iría Arteca, si conjeturamos un pasado, casi un incipit para la escritura de los poemas de Cuando salí de La Plata. De hecho, en el 2004 se publica Jardim de Camaleôes, una antología de Claudio Daniel que recupera el corpus de Medusario e incluye, entre otros poetas más jóvenes, a Arteca. Sin embargo, uno de los poemas citados antes dice “dos mil aprox.” e impone una fecha que nos sacaría de esta perspectiva casi arqueológica. Pero la idea de movimiento se mantiene, casi como una certeza: “Siempre presentí que no me quedaría/ en La Plata”.
4. Si la escritura de los poemas de Cuando salí de La Plata es más o menos contemporánea al momento de publicación del libro, salirse, irse de La Plata podría tener otro significado. Pienso ahora en la escritura de los poemas. Si bien hay una relación fuerte con la lengua de Guatambú o de Bestiario búlgaro (incluso de La impresión de un folleto), hay también cierto despeje de esa zona. Están las referencias eruditas, está la palabra del otro incrustada en el poema como un material en bruto, está ese proceso de montaje o collage tan evidente en los poemas de Arteca, está el diccionario propio, está la sintaxis alterada e, incluso, los arcaísmos: “tiro corto la sisa, papel asimismo do oxigena el humo”. Y si bien eso está, lo que no aparece de manera evidente es el trabajo forzoso con los materiales, la impronta de la mano que combina o convierte cada discurso, cada cita en una materia dura que puede manejarse pero bajo presión extrema y persiste en su alteridad una vez que entró al poema. En este sentido es llamativo el uso de la primera persona, ya en el título, casi inexistente en la poesía de Arteca. Los poemas hablan de quien escribe, el que escribe se nombra y no tapa su percepción. Por supuesto, se parte de una lengua que tiene una identidad precisa en su extrañeza: “(…)Ya no leo ni escribo: observo el piso/ que se mueve y abre, succiona y todo lo arrastra. Ya no/ rechino como abrelatas, y sin embargo consigo un sonido/ cuyo nombre desconozco y resultó familiar.” Es una lengua familiar pero parece más conectada con el afuera (¿La Plata? ¿una ciudad? ¿un país?), menos trabajada como puro sonido. Si así fuese, salir de La Plata podría entenderse como salir de la propia escritura ya estabilizada en algunos libros. Salir de La Plata, sería salir dos veces. Según esta hipótesis, Arteca estaría buscando ahora una salida del “neobarroco” (y lo pongo entre comillas porque me refiero a la definición omnívora que se le ha dado). Esa implica determinada limpieza, un movimiento anterior de campo (una huída de la burocracia de la escritura “oficial”) y, paradójicamente, volver a La Plata, hablar de ella. Tal vez este proceso haya comenzado con Cinco por uno en donde se escribe el texto de lo político que se hizo escritura pública, aunque allí el montaje parezca aún una propuesta previa a la que debe ajustarse la materia (las consignas políticas, por ejemplo). En Cuando salí de La Plata, incluso el montaje, la sintaxis parecen menos controlados; las materias están menos compactadas. Hay más aire entre los elementos que Arteca lleva al poema. Tal vez, y con el antecedente del libro anterior, se trate de una escritura más política (porque no todas las escrituras lo son, habría que desarticular ese clisé ya tan instalado) que como tal, vuelve a hacerse la pregunta por la lengua, más allá de la certeza de ese “sonido familiar” que es, en realidad, el trabajo a contrapelo de lo familiar de una lengua (en el caso de Arteca estarán los neobarrocos, sus tradiciones, pero también Simic, Ashbery o Celan, entre otros). Tal vez por eso, en “Los universitarios vuelven de vacaciones: nuevo censo poblacional en La Plata”, se lee: “En esas marcas también hay una lengua pidiendo/ su escritura”.
* La colección “Gama” de CICLC comprende los siguientes títulos: Tendedero, María Teresa Andruetto; Cuando salí de La Plata, Mario Arteca; Cuerpos de palabras, Concepción Bertone; Caperucita roja y otros, Enrique Tutti; Hacer la de Elvis, Graciela Cros; La enagua cuelga de un clavo en la pared, Leonor García Hernando; La indefensión, Reynaldo Jiménez; La bruta bruz, Laura Klein; Libro de buen amor, Liliana Lukin; Héroes, Silvio Matón; Esta boca es nuestra, Juan Carlos Moisés; La conversación, Daniel Música; Átomos, Alejandro Schmidt; La solitudine, Alicia Silva Rey; Aves de paso, Susana Szwarc; Coman, Roberto Aguirre Molina.
(Actualización junio-julio 2010/ BazarAmericano)