diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Notas sobre la antología de un poeta
Monstruos. Antología de la joven poesía argentina. Selección y prólogo de Arturo Carrera. Presentación de José Tono Martínez. Buenos Aires, F.C.E, 2001; 208 páginas.

I. LA SELECCIÓN.

Antologar es siempre un ejercicio arbitrario y difícil. Arturo Carrera reconoce en el prólogo a "Monstruos" esta dificultad y más cuando el territorio a mostrar está previamente marcado por la solicitud de José Tono Martínez: lo nuevo o lo joven, "las voces que vienen" "para poblar el nuevo siglo con su mirada".

Al momento de definir la poesía joven Carrera incorpora algunas versiones de Delfina Muschietti o Daniel García Helder (que se han ocupado de lo nuevo también como críticos) y retoma una frase repetida una y mil veces por Leónidas Lamborghini, aquella de "asimilar la distorsión y devolverla multiplicada" entre la risa y el grotesco y mediante un acercamiento a "lo trivial de las hablas", al "sermo plebeius". Sin embargo, salta a la vista que no todos los poetas elegidos pueden leerse bajo estos enunciados: sí los más jóvenes, Martín Gambarotta, Santiago Vega, Alejandro Rubio, Santiago Llach, Verónica Viola Fisher, Marina Mariasch e incluso a Fabián Casas o Daniel García Helder; pero Teresa Arijón, Guillermo Piro, Silvio Mattoni o Guillermo Saavedra responden, evidentemente, a otros tratamientos de lo poético.

Creo que la clave de la selección está en dos ejemplos -para nada azarosos- citados por Carrera para dar cuenta de la tarea que lleva a cabo: el ramo de flores perfecto que Antonin Artaud le ofrece a Paule Thevenin cuando sale del hospicio y las previsiones de Borges en el prólogo a "Antología poética argentina" sobre la vulnerabilidad que supone antologar "piezas contemporáneas y locales". Se elige a dos escritores y también dos instancias del hecho de seleccionar, la que se supone recoger -como el ramo de Artaud- todo aquello que representa al otro (al lector, se podría decir) y la que duda sobre la posibilidad de tal empresa. Entre una y otra se sitúa el poeta Arturo Carrera y a ellas se refiere cuando habla de "falsa cientificidad" y de recolectar "acontecimientos fulgurantes". Bajo esta última definición puede pensarse mejor la diversidad que va de los poemas que apelan a lo oriental de Arijón o aquellos de Mattoni que añejan la lengua, a las peculiares variaciones de las églogas clásicas de Sergio Raimondi o el lenguaje despojado y directo de Fernando Molle, por dar sólo algunos ejemplos.

Pero por sobre todas las cosas cuando se lee "acontecimientos fulgurantes" es inevitable pensar en la poesía de Arturo Carrera, en "El vespertillo de las parcas", o en algunos versos anteriores de "Splanch": "Recuerda que no hay contornos/ (olvido de una posesión que/ desposee);/ sólo las transiciones oscilantes/ de un enjambre/ de colores, sombras,/ vocecitas// planos de inconsistencia/ donde nuestra palabra/ se aisla."

"Monstruos" -a diferencia de otras- es la antología de un poeta que se desentiende de la exaustividad, que lee y selecciona la intensidad que escribe. No se trata de que los antalogados se inscriban en la estela de Carrera. No interesa la figura de Carrera como padre literario sino como un par de la "tribu poética", y aquí la premisa de Tono Martínez parece adquirir una mayor resolución. En la tribu, él es el que escribe y lee poesía, el que selecciona ciertos textos de la nueva poesía como "sorpresas de un pequeño azar" y dice "pero ¿quién me quitará el placer de estar entre tantos jóvenes planeando la decisión de entrever 'un efecto óptico': el destello esperanzado y único de un libro de luz que no espanta la alegría y que baila en una improbable vacación como el lezamesco 'ángel de la jiribilla', no lejos de acá, no cerca de todos modos?".

El argumento no es el de un lector crítico, sino el de un poeta que puede reconocer a otros poetas. No hay ningún intento de armar líneas, de pensar relaciones entre los escritores incluidos. Cada uno es un punto en el mapa diseñado por Carrera. Es su antología (de hecho muchos leerán esta autoría en "Monstruos") y por eso no necesita justificar ciertas inclusiones, que para algunos son extrañas, como las de Pablo Martín Betelu o Vivian Lofiego, ni las exclusiones, entre las que se podría mencionar, al menos, "La zanjita" de Juan Desiderio que es uno de los primeros libros en el que se rescata una oralidad con marcas generacionales, y la producción de Osvaldo Aguirre, que en su percepción minimalista de la naturaleza plantea una poética ausente en la antología.

II. EL PASAJE.

"Monstruos" llega al papel luego de estar colgada en la red varios años (desde 1998 en la página del ICI). El cambio de soporte es interesante para reflexionar -aunque sea mínimamente- sobre las condiciones de la poesía en internet.

No es extraño que una antología de " la nueva poesía argentina" aparezca en la red. De hecho, los jóvenes (sobre todo los poetas) han colonizado el espacio virtual con sitios que experimentan sus propias formas y se mantienen en el tiempo. Bastaría con entrar a "poesía.com" para confirmar esta nueva modalidad, porque allí la elección no parece ser sólo una imposición económica, ya que hay un tratamiento estético de los materiales y se combinan la palabra y la imagen permanentemente. Pero el salto suele ser indefectible: se antologa en C. D o aparece el libro. ¿Por qué? Básicamente porque los modos de leer en internet son distintos -aunque esto suene obvio-. Todo tiene allí el carácter de lo efímero. Se impone la lectura veloz (a no ser que se baje en disco o, mejor, en papel, el libro entero). Cuando se apaga la máquina desaparecen los textos: no se puede releer, o al menos la relectura se convierte en un ejercicio complejo que implica pasos técnicos, aperturas, búsquedas de sitios, ubicación de un poema recordado en un continuum informe, pautado por la visualización parcial. En realidad, la red es más permeable a la consulta rápida, la búsqueda del dato o de una cita concreta, pero no permite la lectura como suspensión del tiempo. Aún hoy, cuando las nuevas generaciones leen tanto o más en el espacio virtual que en el de los textos impresos, pareciera que los libros y la red guardan cierta distancia.

III. LA VERSIÓN.

La presentación y el prólogo de "Monstruos" en la edición de F.C.E se mantienen intactos. La tapa y la diagramación interior también. Es casi el mismo libro. Sin embargo, hay algunas diferencias. La primera está en el título que en la versión virtual incluía a modo de despliegue del primer término, "el sueño de la poesía". Pero el contenido no cambia (a no ser por la inexplicable ausencia de Eduardo Aibinder en esta segunda aparición), y muchas de las variaciones tienen que ver con la actualización. La de los datos biográficos, en principio, ya que en la mayoría de los casos se agregan los libros publicados hasta el 2000. La excepción más notable es la de Santiago Vega, cuya económica presentación se mantiene idéntica, a pesar de que ya ha publicado "Zelarayán" en Ediciones del Diego y "La máquina de hacer paraguayitos" en Siesta (quizás esta falta de datos sea voluntaria, en un poeta que escribe bajo tres nombres, Santiago Vega, Washington Cucurto y Humberto Anachuri, hasta el momento inédito, y que hace de la biografía apócrifa todo un estilo).

Otro aspecto de la puesta al día puede verse en la inclusión de poemas nuevos de Edgardo Dobry, Gabriela Saccone, Verónica Viola Fisher, Fernando Molle y Federico Novik, entre otros. El caso más extremo, en este sentido, es el de Sergio Raimondi que publica otra sección de su "Egloga" y hace desaparecer la anterior.

Pero hay una zona aún más interesante de la actualización, y es la que tiene que ver con la reescritura. Desde la variación de un verso en Guillermo Piro, hasta la incorporación que Guillermo Saavedra hace en "El velador" de otro texto en cursiva -casi un estribillo- que se expande a sí mismo y se repite, que arma una relación con el poema en su totalidad pero también podría leerse de manera autónoma. También pueden rastrearse las metamorfosis de "Seudo" de Martín Gambarotta (que ya fue publicado como libro), las nuevas titulaciones de poemas de Walter Cassara, o la eliminación de los títulos que hace García Helder, cuyos textos incluso se plantean como parte de otro libro en proceso "Tomas para un documental" y no de "www.cualquiera.com", que era el título otorgado en la versión virtual.

Las ars poéticas, que fueron solicitadas a todos los autores, siguen incompletas en la versión de F.C.E (se agrega la de Pablo Pérez, por ejemplo); pero algunas de las ya existentes además varían. Gambarotta había elegido, ya en la antología virtual, la cita de autores y no la definición de una práctica propia. La lista era larga: Leónidas Lamborghini, Juan Manuel Inchauspe, Darío Cantón, Ricardo Zelarayán, Fogwill, Arturo Carrera, Jorge Aulicino, Oscar Taborda, , Daniel Durand, Laura Wittner, Verónica Viola Fisher, Beatriz Vignoli, Santiago Llach, Santiago Vega, Martín Rodríguez, Roque Dalton, Denise Levertov, Ezra Pound, Daniel García Helder y Alejandro Rubio. De este heteróclito conjunto -en el que abundan los poetas de su misma edad- quedarán en la segunda versión sólo los últimos cinco, a los que se le agregarán Carl Rakosi y Louis Zukofsky. Antes se podía pensar en una biblioteca del pasado y el presente; ahora, en cambio, pareciera que el ejercicio de síntesis apunta a describir una poética, ciertos gestos de algunos escritores que su poesía ensaya. Sergio Raimondi también sintetiza su ars poética que antes tenía el corte del relato y ahora queda resumida en dos frases, como si describir la propia escritura fuese un gesto imposible: "Ah, bueno, no sé. La tontería o, quizás, la violencia tonta que supone la ilusión técnica de la pasión". Fernando Molle es otro de los que transforma su arte poética, la acorta bastante y saca frases que son importantes, como la referencia a que "Escribir sería un acto completo y de verdad trascendente si uno pudiera controlar y diseñar los sentimientos que provoca en el lector." Esta nueva versión es menos asertiva, aunque mantiene lo que dice en el anterior, algunas de las ideas. Santiago Pintabona, en cambio, muta en su ars poética hacia un discurso más críptico, más teórico. Antes hablaba de la ironía y de que "los poemas no buscan transmitir un conocimiento sino tomar la forma de lo creíble" y ahora del poema como "la perpetuidad en el vértigo de un centro controlado".

En todos estos casos, uno puede leer en el pasaje de la red al papel las nuevas escrituras de los poetas incluidos, los procesos de corrección de un texto, o los ajustes en la reflexión sobre el oficio. "Monstruos" permite, entonces, echar una mirada a la cocina de la escritura de quienes así lo quisieron, o de aquellos a quienes se les propuso hacer cambios. Y éste es uno de sus costados más interesantes.

IV. MONSTRUOS.

La poesía joven tiene en su haber varias antologías; la primera y la más extensiva es la preparada por Daniel Freidemberg para ediciones del Dock, "Poesía en la fisura". Allí hubo una primera puesta que armaba a partir de los rasgos comunes, de algunas coincidencias en los modos de decir o de un "espíritu de época". Carrera no apuesta al conjunto, sino al acontecimiento aislado y por eso en su antología entran autores de más edad (hasta 40 años) y la presentación es estrictamente alfabética.

Como en la antología de Freidemberg, sin embargo, la idea de la que se parte para hacer la selección está en el título. Fisura, en un caso; monstruo, en el otro. Monstruo en su doble acepción, como dice Carrera, "no sólo mostrar sino mostrar espectacularmente". Una primera entrada a la espectacularidad podría estar dada en las fotos de estudio de cada uno de los poetas antalogados. Hay allí ciertas construcciones de imagen evidentes y hay, en otros casos, una especie de contraste entre el gesto y el vestuario habitual y la tela drapeada que sirve como fondo. Quieran o no, los fotografiados exponen sus cuerpos a la cámara y el resultado es siempre llamativo.

¿De qué se trata la otra espectacularidad, el otro rostro de lo monstruoso? ¿Es la diversidad? (¿un monstruo de mil, de treinta y seis cabezas?); ¿Carrera elige aquellas escrituras que dan cuenta de la poesía joven?. De las porteñas, se podría decir, porque la antología incluye -en términos estrictos- a un solo poeta "extranjero", Raimondi (y tal vez habría que meter en este casillero a Lofiego, que vive y escribe en París). Aún dentro de este territorio -que no es cuestionable en sí mismo- las editoriales abren el abanico de lo diverso: están los que publicaron en Bajo la luna nueva, Tierra Firme, Último reino, La Trompa de falopo, Siesta, VOX, Belleza y Felicidad o Tsé-tsé y los que lo hicieron bajo otros sellos menos específicos como Sudamericana o Norma. Creo, incluso, aunque no esté planteado de ese modo en "Monstruos", que este es uno de los modos de leer las distintas escrituras de los `80 y los `90 porque se trata tanto de instalarse en lo ya dado, en las editoriales específicas que tienen su historia y son -en los `80- muy pocas, como de hacer el salto hacia editoriales "prestigiosas" que publican poca poesía, o armar el circuito propio de producción, como hacen la mayor parte de los poetas de los '90.

Si por espectáculo se entiende, según el diccionario de la RAE, "una acción que causa gran escándalo o extrañeza", la poesía que comienza a publicarse en los '90 es espectacular en sí misma, porque no supone una relación apacible con el lenguaje o con el mundo, sino más bien todo lo contrario (creo que en este sentido es un hallazgo haber eliminado del título el segundo término, "el sueño de la poesía"). En otro sentido, el efecto de objeto extraño también se logra al intercalar poetas cuyas escrituras son menos definibles a partir de la violencia de los lenguajes cotidianos, o de la mirada paródica.

El cosido corre por cuenta de Carrera -un lector que es, ante todo, un poeta- que piensa "una historia de la poesía hecha de acontecimientos fulgurantes, cuyos efectos y causas pudieran ser medidos 'a plena pérdida', como para los astrónomos actuales la luz de las novas y supernovas", principio con el cual quizás muchos de los antologados no estarían de acuerdo.

 

(Actualización agosto - septiembre - octubre - noviembre 2001/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646