diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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El caos preparado como una fiesta
La morada imposible, de Susana Thénon, Corregidor, 2001, 294 páginas.

"Hay poetas que requieren lectores y hay poetas que requieren partícipes de su aventura." S. T.

I

Susana Thénon tuvo en vida el extraño privilegio de pocos escritores: fue exclusivamente leída por sus pares. La consagración estridente nunca la anotó en su lista de poetas "influyentes sobre los que deben escribirse ponencias", pese a que su último libro, Ova completa (editado en 1987), impactó a sus escasos lectores al presentarla como una escritora desconocida incluso para ellos.

Los comentarios que generó el libro al ser publicado, y los que siguió provocando, generalmente incluyen el adjetivo "sorprendente". La sensación es que, de pronto, Thénon apareció con un libro que nadie esperaba de una poeta que había publicado antes, en 1984, uno exquisitamente técnico, de sintaxis alucinada y obsesiva, distancias; una poeta que, además, practicaba con la cámara fotográfica ejercicios refinados y que no había dado muestras, hasta el momento, de querer recordar las travesuras universitarias practicadas junto a Alejandra Pizarnik. Porque si los últimos textos de Pizarnik se abrieron a un lenguaje obsceno y sarcástico, los de Thénon habían continuado abonando la imagen de huérfana ciega con la que algunas veces se describe a la habitante del infierno musical y que en algún punto las une. En un reportaje realizado contemporáneamente a la publicación de Ova, la misma Thénon dice que en ese libro hace entrar cosas que había dejado de lado en su escritura por prejuicio y que luego sintió la necesidad de mezclar con su formación académica y lecturas cultas, pero también con el otro lenguaje que conformaba su lengua, el de la loca, la ordinaria.

Quienes conocimos a Thénon a partir de Ova no nos sorprendíamos por el quiebre con una poética anterior sino más bien por la aparición, a fines de los ochenta, de un libro en el que el humor, como el rasgo más visible, devastaba todas las certezas que parecían subyacer en los libros de poesía contemporáneos. Entonces la pregunta obvia era ¿de dónde sale todo esto? La respuesta más próxima, distancias, era casi imposible de conseguir, como cualquiera de los libros anteriores. Thénon aparecía de esta manera, y por azar editorial, como una poeta novísima. La reciente publicación de La morada imposible, permite, a exactos diez años de su muerte, retomar la incógnita, ahora con toda la escritura previa a Ova como respuesta.

Ana María Barrenechea y María Negroni acaban de editar el primer tomo de textos de Susana Thénon (1935-1991), publicado por Corregidor. Eludiendo el mote de "obras completas", la recopilación incluye todos los libros, una selección de sus fotografías, traducciones, y poemas y ensayos publicados en revistas y suplementos. La publicación de dos volúmenes de textos sugiere la idea de mostrar la totalidad de lo escrito por una poeta virtualmente desaparecida de la biblioteca de la poesía argentina de las últimas décadas.

María Negroni dice en su prólogo que el libro es un homenaje y un recordatorio de todo lo que aún no sabe de Thénon, de todo lo que aún no aprendió. Y da en el centro de lo que atrae de esta poesía: su carácter pedagógico o, mejor, su capacidad de enseñar. Pese a que esta acotación hubiera sido, es fácil suponerlo, profundamente aborrecida por ella, se impone, cada vez con mayor peso y a medida que se hace un acercamiento cronológico a la escritura, un rasgo que deslumbra: es una poesía que obliga al lector a aprender a escribir. Thénon es una poeta que expone su oficio con la gracia de un chico que inventa un juego de reglas férreas y que se sabe un maestro riguroso, un implacable.

II

En la historia de un lector hay hitos que se marcan a fuego, autores y libros que deciden apropiarse de una parte de la biblioteca pese a las mudanzas y pérdidas que se puedan suceder. En mi caso, uno de esos libros que jamás podría dejar de llevar entre los objetos imprescindibles es Ova completa. Leer la poesía de Thénon tuvo como resultado un impacto igual al que me había provocado Nicanor Parra, el poeta que mostró otra forma de escribir la realidad, las cosas que "entran" al poema. De Parra aprendí una actitud. De Thénon, una técnica de combate. Dicho en términos menos personales, se podría plantear que el impulso revolucionario que Parra introdujo en la poesía, imponiendo una forma de ampliar la concepción que encerraba el sustantivo "poeta", se actualizó en la fuerza corrosiva de los últimos poemas de Thénon, señal del destino de una escritura impiadosa, dispuesta a golpearle los ojos a sus lectores.

Leer hoy todos los libros de Susana Thénon, en el orden en el que fueron publicados, permite poner a prueba el linaje de su texto más radical, aquel que puede ser leído también como un libro de guerra (una pelea descarnada contra la poesía de moda, el feminismo, el lirismo y los discursos de una época mediática y científica). Thénon pone en práctica en este libro lo que en los anteriores sugiere con la paciencia de un maestro que da a sus aprendices lectores el tiempo y las armas necesarias para la última batalla. Empezar por Ova y llegar hasta Edad sin tregua (1958) es rehacer una caída en picada, percibir en el proceso de una escritura y una vida la búsqueda salvaje de una lengua personal, una poética. En un poema de este primer libro escribió: "Despojémonos de todo cuanto/ nos conformó a imagen y semejanza/ nuestra/ y gustemos sabiamente para el recuerdo/ el minuto absurdo y libre". La lógica de una escritura que se busca en el mismo acto en que se pone a prueba dicta que el título es llamativo por coherencia y precocidad: "Juego". Edad sin tregua demuestra, también, que desde el inicio estuvo presente el sarcasmo negro de la inteligencia que permite a la voz que aparece en los textos desplazarse de la lírica o mantenerse en el límite, pero con ostensibles muestras de aburrimiento: "La vida es prosa/ coagulada en barro,/ en piel,/ en rojo tumefacto./ La vida es esta cosa doméstica/ que manoseo todos los días/ con indiferencia,/ con la pasividad de un ave de corral,/ sin sueños." Previo al asentamiento del coloquialismo sesentista , este tipo de imágenes adelanta un ruido de fondo que se irá agudizando en los próximos libros y que va más allá de la incorporación de un tono de habla. Como casi todo primer libro, Edad sin tregua tiene un cierto aire de grandilocuencia dramática. Narra la destrucción de una creencia: la de la utilidad de la herramienta básica del poeta, la palabra (le lección que se debe aprender, ahora, es que la mayor destreza es descubrir los propios límites, para superarlos). Suele decirse que en Ova completa Susana Thénon usa la parodia como forma de conocimiento, como un modo de nombrar el abismo, el límite que en esa instancia representa para la escritora el lenguaje poético. Si esta lectura es acertada, la escritura de Thénon podría ser entendida como un crescendo lanzado a la destrucción de sí. Pero esta recopilación, posibilita ver el constante cuestionamiento de la palabra (y no del lenguaje, en un sentido amplio) como un eje central de todos los libros. De hecho, ya en el segundo, Habitante de la nada (1959), surge un texto que lleva por título la contradicción: "No es un poema": "Esto no es un poema:/ es un puntapié universal,/ un golpe en el estómago del cielo,/ una enorme náusea/ roja/ como era la sangre antes de ser agua". Estas palabras sientan las bases de una convicción que se fortalece a medida que se pasan las páginas: la poesía puede ser un puntapié -el ataque es, se sabe, la mejor defensa- en el centro de una de sus imágenes preferidas, el cielo, cuando se siente la necesidad de un cambio o, en los términos de otro poema, "Un gran cansancio no ayuda,/ no invita al caos, preparado como una fiesta". En estos dos libros de fines de los cincuenta, la sintaxis que predomina es la tradicional, marcada por el ritmo de un verso por momentos casi forzadamente lírico y, a la vez, por la asunción de un habla elegantemente coloquial. El ruido que comienza a oírse como fondo de esta trama es el de los textos que extreman lo por venir, que se oye leve entre algunos versos, como en el caso de "Hoy": "Falo, corneta, rosa/ del ángel-barro: el amor/ ha obturado/ sus vasos comunicantes./ Guardemos el incienso/ para los veranos públicos. Dios no funciona.". La enumeración inicial, de impronta vanguardista, abre significados e impone un ritmo que se repite en los textos posteriores, en los que el humor acompaña al procedimiento con la extravagancia de los términos reunidos.

Si en Ova completa la inclusión de epígrafes "cultos" funciona como una forma de realzar la parodia y poner en evidencia el descentramiento, en este segundo libro el poema "Dónde" incluye uno de García Lorca ("Sólo el misterio/ nos hace vivir. Sólo el misterio") como entrada al poema quizá más "extraño" o "sorprendente" del conjunto: "Bajo la teoría de la gestalt/ las estadísticas anuales/ el observador en el polo/ los tableros de control// Bajo el sol meteorológico/ es éster nítrico del alcohol tetrahídrico/ la fuerza motriz aprovechable/ y el robot electrónico// Bajo el predicado nominal/ la glosemática de Hjelmslev/ el catálogo de códices y documentos/ la patogenia del coma hepático// Bajo las categorías dimensionales/ la sima de los ángulos interiores de un sueño/ la cosmovisión del yo/ los grados del amor cibernético// cómo seguir/ qué ser/ dónde morir". La falta de signos de puntuación, la ironía punzante que hace eco entre los versos y el epígrafe son elementos que aparecen como una melodía disonante.

De lugares extraños (1967) retoma, en el título, la metáfora espacial para poner a prueba, una vez más, el lugar desde el que se dice la poesía. El texto titulado "Edipo" reescribe el mito clásico acentuando su aspecto moralmente más ríspido: "Ella abrazó al hijo y lo recibió nuevamente/ dentro del cuerpo. Sabían./ En el amor tan sabios/ no hubo jamás." y pone en el medio de la página una constante que se desplaza ondulante entre los libros: la cabida en la poesía de una erótica otra. Así, desde un discurso amoroso que comienza a enunciarse como un pedido, en el que se expresa la necesidad de luchar con las palabras para que digan lo que ocultan ("Déjame nadar por tus venas,/ por tus ríos de sangre/ y de saliva,/ por tus manantiales de sombra,/ por tus rincones tiernos,/ por tus lentos respiros,/ por tus ojos serenos"), a la pregunta concreta sobre la posibilidad de elección ("Cuándo será definitivo/ el derecho a soñarse/ sin verificar números,/ papeles rotos, sexos,/ velocidad sin prisa de la sangre"), Thénon adelanta una poesía que impondrá, a partir de los ochenta, una erótica explícita.

En el epílogo de distancias (1984), escribió Ana Barrenechea "Las contradicciones pueblan su espacio en manifestaciones simultáneas (...) Conectado con esto habría que recordar al hermafrodita, que Susana Thénon confiesa ver no solo como un mito sino también como una profecía fuera de toda consideración ética o filosófica". Y pareciera ser allí, fuera de toda consideración (hacia las tradiciones, los órdenes, los prejuicios), donde se instalan los poemas de Ova Completa (1987), el último libro, que es, también, la última batalla, el combate final de una escritura que exige un lector adiestrado, al que siempre se le plantea un desafío final, el precio que impone el maestro que deja partir al aprendiz hacia la guerra: "arriesgarse con 'choto' o 'chacabuco'/ es pasaporte a la marginación/ ¿queréis ser presa de antólogos chiflados?/ ¿tener una verruga en el currículum?/ ¿que Eratos os fulmine?/ ¿qué boñiga queréis?". Ahora la escritura se instala en un lugar definitivo, en el saber, que es un arma probada, ya que "al poema le incumbe todo, aun la tierra más ingrata, la prueba más dura. De su confrontación consigo mismo no está ausente la guerra con lo ajeno", como dice la poeta en el texto que sirve de epígrafe a la compilación.

III

Durante largos años Susana Thénon se dedicó casi exclusivamente a la fotografía. En este caso, el lenguaje que propone fluctúa (de acuerdo a la selección que incluye el libro) desde imágenes metafóricas -en las que los títulos explicitan la tesis de inicio como ocurre, por ejemplo, con las fotografías de la serie "El otro espacio"- hasta las de mayor valor referencial, que son las dedicadas a la bailarina Iris Scaccheri. En ellas la única imagen posible es la recurrente figura de la bailarina en ejecución de su arte perfecto y vista por la poeta, que a la vez ejecuta su fervoroso arte de perfección: captura la poesía de un cuerpo densamente significante en acto de ser sólo para su observadora. La selección de fotografías incluye un poema dedicatoria del álbum de fotos de Iris Scaccheri que expresa toda la verdad que cabe en una poesía de la pasión: "Iris golpeó la tierra con una larga vara blanca/ (...) Entonces comprendí que me había encontrado con la danza./ Era más, mucho más que la belleza./ Era la verdad pura./ Me alegré de estar viva y nunca la abandoné."

IV

Ya se ha dicho, la biblioteca de un lector se forma con libros irrenunciables, y obsesiones. Durante mucho tiempo pregunté a los poetas y lectores que conocieron a Thénon cómo había sido esa experiencia; todos coincidían en que había que oírla leer, que su poesía en un libro era una cosa y sus lecturas de esos textos otra, totalmente diferente. Jamás podré comprobarlo. Ahora sólo puedo intentar rehacer el mapa del estallido que fue Ova (el ensayo sobre Oliverio Girondo y las traducciones de Rilke son marcas profundas) y continuar con el aprendizaje o el combate.

 

(Actualización diciembre 2001 - enero febrero marzo 2002/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646