diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

logo.png

Editora

Ana Porrúa

Consejo editor

Osvaldo Aguirre  /  Irina Garbatzky
Matías Moscardi  /  Carlos Ríos
Alfonso Mallo

Columnistas

Ezequiel Alemian
/  Nora Avaro

Gustavo Bombini
/  Miguel Dalmaroni

Yanko González
/  Alfonso Mallo

Marcelo Díaz
/  Jorge Wolff

Aníbal Cristobo
/  Carlos Ríos

Rafael Arce
/  Ana Porrúa

Antonio Carlos Santos
/  Mario Ortiz

Javier Martínez Ramacciotti
/  José Miccio

Adriana Astutti
/  Esteban López Brusa

Osvaldo Aguirre
/  Federico Leguizamón

David Wapner
/  Julio Schvartzman

Valeria Sager
/  Juan L. Delaygue

Cristian De Nápoli
/  María Eugenia López

Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
/  Ana Porrúa

Carlos Battilana
/  Adriana Kogan

Ulises Cremonte
/  Antonio Carlos Santos

Julio Schvartzman
/  Federico Leguizamón

Javier Eduardo Martínez Ramacciotti
/  Fermín A. Rodríguez

Julieta Novelli
/  María Eugenia López

Felipe Hourcade
/  Carolina Zúñiga Curaz

Juan Bautista Ritvo
/  Marcos Zangrandi

Rodrigo Álvarez

Curador de Galerías

Daniel García

Diseño

Adriana Bocchino

Cuando una mujer pasa el cepillo a contrapelo
Hegel y Haití. La dialéctica amo-esclavo: una interpretación revolucionaria, de Susan Buck-Morss, Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005. 104 págs. Traducido por Fermín Rodríguez.

Muchas veces, con diferentes resultados, se ha hecho el cálculo en términos económicos de la riqueza sustraída al suelo americano desde el primer día que un pie europeo pisó esta tierra. Cálculo que, además, debiera incluir los incontables toma y daca, disputas y peleas, entre los herederos que hoy permanecen naturalmente instalados. Lo que no se ha hecho, ni siquiera mentado como posibilidad de trabajo remota, es, alguna vez, iniciar el recuento -asentado en columnas que justifican la propiedad privada- de las víctimas del genocidio sobre el que se montó la civilización occidental y cristiana primero, iluminista e ilustrada después. Genocidio africano que eufemística y jurídicamente fue llamado, por el mundo cosmopolita del siglo XVIII, “esclavitud” a secas. Genocidio aplicado, entendido y justificado por aquellos que, con matices, una y otra vez proclamaron la libertad como bien supremo e inalienable: la Iglesia al principio, Samuel Pufendorf, Hugo Grotius, Thomas Hobbes, John Locke, o los mismos Montesquieu, Voltaire y Jean-Jacques Rousseau entre otros que siguieron después. Y ello porque cualquier tipo de libertad que se esgrimiese y defendiese, siempre significaba (¿y significa?) la protección a ultranza de la propiedad privada. Los esclavos, como se insinuó a instancias de Susan Buck-Morss, estuvieron siempre en las columnas contables del ascenso económico y por lo tanto no existieron como seres humanos, mucho menos, entonces, como víctimas. Es decir, fueron siempre propiedad privada. Sin discusión, nunca seres humanos. Ni siquiera, parece, para el más progresista de los iluminados del siglo XVIII. Situación que, por lo demás, perdura aun hoy en la historiografía cuantitativa.
El libro de Susan Buck-Morss, Hegel y Haití, apunta directamente al corazón de esta historia que, flagrante, arma no sólo la modernidad sino más cerca todavía, nuestra posmodernidad. El suyo es un libro breve pero de una contundencia soberbia. Lo más interesante es el trabajo de pinzas que realiza: muestra, por medio de citas de uno o dos renglones, el silencio de los historiadores contemporáneos respecto del silencio, o disimulo, de los pensadores del pasado respecto de un tema, nunca un problema, llamado esclavitud.
Por un lado, hacia la mitad del libro, tras una serie de escenas preparatorias, Buck-Morss nos mete de lleno en la primera parte de su título: Haití y su revolución de 1791. En principio se trata de un alzamiento por la liberación de la esclavitud que se superpone, valga la coincidencia como dato relevante, con la revolución por la liberación colonial hacia el 1º de enero de 1804, a través de Sonthonax y Polverel, Toussaint-Louverture y Dessalines. Nombres lo suficientemente borroneados de las historias del siglo XX como para que hable de “otro caso de ceguera erudita” que “silencia el pasado” y señale la estrategia disciplinar que hizo y hace pensar la historia de los acontecimientos coloniales en los márgenes de la historia europea. Los hechos de Haití, propone Buck-Morss –y allí radica la “interpretación revolucionaria”-, debieran ser reconsiderados desde una perspectiva central para el pensamiento contemporáneo que intenta comprender la revolución Francesa y sus secuelas.
Por otro lado, pone a jugar una llave maestra: una publicación alemana que da pie a la idea central, Minerva. Se trata del periódico de Johann Wilhelm von Archenholz, dedicado a informar, e interpretar, los acontecimientos de 1789 y sus consecuencias. En la reacción a estos sucesos se habría puesto en juego el sentido de la libertad y en las colonias, en especial en Santo Domingo -la perla de la corona-, la contradicción dentro de la revolución burguesa. El alzamiento haitiano, parece, fue “la prueba de fuego para los ideales del Iluminismo francés. Y todo europeo que fue parte del público lector burgués lo sabía”.
De aquí en más se inicia el encadenamiento de datos que permitirá desentrañar el juego. Cuenta Buck-Morss que durante un año, desde el otoño de 1804 hasta fines de 1805, Minerva publicó una serie de notas –junto a documentos, resúmenes y testimonios- que informaba a sus lectores no sólo sobre la lucha por la independencia de la colonia francesa
–bajo la consigna de Dessalines que hará historia, “¡Libertad o muerte!”- sino también de los diez años anteriores en los que Toussaint-Louverture aparecía como líder carismático. Así como el periódico reproducía notas de diarios ingleses y franceses, los artículos de Minerva eran levantados por otros diarios que destacaban los acontecimientos de la fase final de la lucha revolucionaria en Santo Domingo. El tema tuvo tal importancia que William Wordsworth llegó a escribir hacia 1802 un soneto titulado “A Toussaint Louverture”, publicado en The Morning Post en febrero de 1803, donde deploraba el restablecimiento del “Code Noir” en las colonias francesas. En una nota al pie se introduce la segunda parte del título del libro: Hegel, nacido el mismo año que Wordsworth, en 1770. Minerva, dentro de la prensa alemana, parece ocupar un lugar especial como el mejor periódico político y el más importante testigo del cambio de siglo, tanto por los corresponsales regulares cuanto por la calidad de sus lectores: el rey Federico Guillermo III de Prusia, Klopstock, Goethe, Schiller, Schelling, Lafayete y, finalmente, Georg Wilhelm Friedrich Hegel.
El estilo de Susan Buck-Morss impresiona por la manera en que consigue llevar a la práctica la consigna propuesta por Benjamin de pasar el cepillo a contrapelo: la historia deja de ser lo que presuponemos que es y, entonces, el personaje principal de su relato emerge desde una nota al pie, a partir de la mera coincidencia del año de nacimiento con un poeta. De esta manera se traza el canevá, un nuevo telón de fondo, desalineado de la historiografía tradicional, a fin de aproximarnos de otra manera a un texto fundamental de la filosofía contemporánea, Filosofía del espíritu, escrito en Jena entre 1805 y 1806 y publicado en 1807. La hipótesis fuerte, la que arma el título en definitiva, sostiene la absoluta interrelación entre los sucesos de Haití, a través de las notas del Minerva, y la famosa metáfora de la “lucha a muerte” entre el amo y el esclavo que provee a Hegel la clave del despliegue de la libertad en el curso de la historia.
La prensa leída en Jena, entre 1803 y 1805, habría llevado a Hegel a decir que “Leer los diarios a la mañana constituye una especie de oración matutina secular. Unos orientan su actitud hacia Dios y en contra del mundo; otros hacia el mundo tal como es. Una cosa provee tanta seguridad como la otra, a la hora de saber en qué mundo habitamos”. A partir de aquí, Buck-Morss elige pensar que Hegel elabora deliberadamente su dialéctica del amo y el esclavo dentro del contexto de la realidad “que transcurre ante sus ojos en la mesa del desayuno”. Y si bien los hombres del siglo XVIII no pensaron la revolución haitiana en términos de “igualdad fundamental de la humanidad”, sabían perfectamente qué era lo que estaba sucediendo, al punto que su centralidad y preeminencia cotidiana hizo que se desdibujara en los textos académicos. La apuesta, y denuncia, de Buck-Morss observa que hoy, cuando se puede repensar aquellos términos, debido a las construcciones disciplinares a través de las cuales heredamos el pasado, la importancia capital de la revolución haitiana resulta invisible y se desconoce su significación para el discurso político. Hegel, dice Buck-Morss, para hablar del movimiento de la historia, deja de lado las versiones que ofrecían la metáfora de la esclavitud versus un mítico estado de Naturaleza (de Hobbes a Rosseau) e inaugura la inscripción de la realidad histórica en uno de sus libros capitales mediante la metáfora de esclavos versus amos, tal como sucedía a su alrededor.
Así, pasa a analizar detalladamente la dialéctica del amo y el esclavo, tal como lo propone la Fenomenología..., retrotrayendo la cuestión a escritos y lecturas realizadas por Hegel, previos a la publicación, tal como la inflexión producida por La riqueza de las naciones de Adam Smith en 1803. La esencia de la conciencia del esclavo como “coseidad” se reuniría con la caracterización de “la falta de reconocimiento” y de allí surgiría la idea de dependencia o el “ser para el otro”, en tanto el amo, percibido como independiente “tiene por esencia el para sí”. Como sabemos, a medida que la dialéctica se desarrolla, la dominación aparente se invierte mostrando cómo la clase poseedora de esclavos es absolutamente dependiente de la institución “esclavitud”, a partir de la cual sostiene la “superabundancia” que constituye su riqueza. Aquí, también se muestra la imposibilidad de esta clase de ser agente del progreso histórico si no es a costa de su propio aniquilamiento. El esclavo, en tanto y a través de la materialización de su propia subjetividad en el trabajo, alcanzaría la autoconciencia de no ser una cosa sino un sujeto que transforma la naturaleza material. Si bien Hegel calla llegado a este punto, Buck-Morss infiere que “aquellos que alguna vez se sometieron a la esclavitud demuestran su humanidad cuando se arriesgan a morir voluntariamente antes que permanecer subyugados”, aclarando, además, que este paso, no dado por Hegel, centro de la crítica marxista, fue realizado por la revolución de esclavos en Haití. La consigna de esta revolución, “¡Libertad o muerte!”, resulta determinante en el desarrollo de la Fenomenología... en donde “Solamente arriesgando la vida se mantiene la libertad... El individuo que no ha arriesgado la vida puede sin duda ser reconocido como persona; pero no ha alcanzado la verdad de este reconocimiento como autoconciencia independiente”.
Finalmente, Buck-Morss se pregunta por que el tópico Hegel/Haití ha sido ignorado al punto de no ser siquiera planteado como posibilidad en la hipótesis genealógica de las condiciones de producción de la Fenomenología... Allí sienta su posición frente a doscientos años de construcciones disciplinares eurocéntricas y propone, ahora como consigna de trabajo, leer a contrapelo, nunca tan literalmente, pararse en otro punto para mirar, desde otro ángulo, otro lugar geográfico, otro continente, la historia política, y entonces filosófica, de los últimos doscientos años. La abstracción que se hizo de cualquier referencia concreta, afirma, sobre la lucha del amo y el esclavo, leída como metáfora –incluso por el marxismo- cuando en Europa todavía existía la institución de vasallaje y servidumbre y las colonias hacían posible, a través del trabajo esclavo -“la quintaesencia de la institución moderna de explotación capitalista”-, que el pensar fuera posible, resulta hoy muy difícil de entender. En especial si se tiene en cuenta que Hegel postula, y en esto están todos los estudiosos de acuerdo, una concepción moderna de la política, tanto sea por su interpretación de los acontecimientos -inflexión suscitada por la revolución francesa- como por la adopción de la teoría económica de Adam Smith. Extrañamente, dice, no se ha tenido en cuenta, a la hora de evaluar el armado de la genealogía conceptual de la dialéctica del amo y el esclavo el problema candente de la esclavitud, con rebeliones de esclavos a lo largo y a lo ancho de las colonias e, incluso, una revolución triunfante en la más rica de ellas. Tampoco que escribía en ese momento, y no en otro, su Fenomenología... en la que, podría pensarse, esa revolución se convierte en la “dialéctica del reconocimiento” y se hace visible como tema de la historia universal, como “historia de la realización universal de la libertad”. Es decir, allí donde la filosofía se vuelve comentario de la historia.
Según Buck-Morss algunos agujeros negros, desde el punto de vista de la historia más cercana, todavía quedan por ser investigados en los escritos de Hegel. Por ejemplo las referencias a las teorías biologicistas sobre el racismo o la francmasonería, defensora a ultranza de la abolición de la esclavitud y telón de fondo ineludible de cada momento de la historia del siglo XVIII y XIX y, más todavía, de los alzamientos y revoluciones americanas, para terminar su libro con tres preguntas sumamente sugestivas: “¿Qué ocurriría si cada ocasión en la que la conciencia de los individuos sobrepasa los límites de las constelaciones de poder actuales y percibe el sentido concreto de la libertad, fuera valorada como un instante, aunque transitorio, de la realización del espíritu absoluto? ¿Qué otros silencios necesitarían romperse? ¿Qué historias indisciplinadas necesitarían contarse?”.

 

(Actualización agosto - septiembre - octubre - noviembre 2005/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646