diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Constelación Benjamin, versión anglo
Walter Benjamin. Culturas de la imagen, compilación de Alejandra Uslenghi. Buenos Aires, Eterna Cadencia Editora, 2010. Traducido por Alejandra Uslenghi y Silvia Villegas.

¿De qué deben ser rescatados los fenómenos? No sólo, y no principalmente, del descrédito o la negligencia en la cual han caído, sino de la catástrofe representada comúnmente por la tensión en su diseminación, su ´consagración como legado`. –Son salvados al exhibir la fisura dentro de ellos.

WB. AP: 473: GS, 5:594, citado por Alejandra Uslenghi, como advertencia en su Introducción.

Este libro recoge una serie de ensayos de interpretación sobre nociones clave de la producción de Walter Benjamin: la vanguardia europea, la fragmentación, la politización del arte, la fotografía, la idea de aura, la de fantasmagoría, sobre sus lecturas, sobre sus reflexiones en torno a la arquitectura, la mercancía, la dialéctica, el siglo XIX, lo mínimo, lo marginal, su concepto de historia, de tiempo y espacio, el fascismo, la revolución, Berlín, Moscú, París, etc. etc. Estos artículos, publicados por prestigiosos investigadores, en su mayor parte estadounidenses, entre 1983 y 2005, están escritos originalmente en inglés o traducidos al inglés, y de allí traducidos para nosotros. Importa decir que las citas de los artículos o de los libros de Benjamin remiten a la edición establecida en cuatro volúmenes en Harvard University Press. Si bien la compiladora, y además una de las traductoras, aclara que se han cotejado las traducciones de las citas de Benjamin con la edición original en alemán de Suhrkamp Verlag y modificado las traducciones cuando lo consideraron necesario, tanto del inglés como de las que circulan entre nosotros en castellano, podría decirse que se trata de la muestra de un Benjamin leído por una cierta comunidad anglófona, más específicamente norteamericana. Los autores, -aun el conocido tesista y asistente de Th. Adorno, y más tarde editor de Benjamin, Rolf Tiedemann-, se encuentran vinculados de alguna manera a la universidad norteamericana, incluida aquí la de Toronto.

Anoto y resalto este dato porque a lo largo de mi lectura sobre estos ensayos no pude dejar de sentir esa mirada… ¿como decir?... tutelar, por sobre mi lectura. Una mirada tutelar y desentendida de otros Benjamin, de otras constelaciones Benjamin si se quiere, producidas en otras lenguas. Una hispanohablante por ejemplo. La misma Uslenghi, compiladora y traductora, en sus agradecimientos recuerda a los profesores y amigos a quienes debe sus primeras lecturas de Benjamin, “esos años en la UBA”, en los que tomó contacto con los textos de Adorno y Benjamin, y luego a los profesores norteamericanos que la acercaron a las lecturas que hicieron sobre Benjamin sus ahora compilados. También, en su “Introducción”, lleva a unas más que interesantes primeras notas al pie en las que se extiende bibliográficamente sobre “una posible genealogía de la recepción de la obra de Benjamin en diversos contextos”. Entre estos contextos no faltan, no pueden faltar, aquellas figuraciones de Benjamin que circulan entre nosotrosaunque olvida las primeras traducciones aparecidas en la revista Sur– que han hecho funcionar la constelación Benjamin, y en ella la Escuela de Francfurt, de manera productiva en las ciencias sociales de la universidad argentina. Allí, creo, se muestra una diferencia de apropiación que se produce sobre Benjamin. En tanto en las universidades del Norte se tiene un acceso directo a las ediciones críticas de la escritura benjaminiana, en las universidades situadas al sur leemos, en lo que podemos las más de las veces, un Benjamin que volvemos a construir en cada lectura a través de raras o sospechosas ediciones, o incluso en el rearmado que hacemos, en collage, persiguiendo las citas incluidas en cada uno de los que escriben sobre Benjamin. Pocos entre nosotros han podido tener acceso a la edición de Tiedemann de El libro de los Pasajes, publicado en castellano por editorial Akal en 2005. Su valor está lejos del interés de las bibliotecas universitarias.

Los excelentes artículos de esta compilación recrean, amplían o sintetizan las diferentes versiones, interpretaciones y reinterpretaciones a las que nos acostumbró la siempre proteica producción de Benjamin. Ante las a veces ambiguas, otras inciertas, las más de las veces levemente cambiantes notas realizadas por el propio Benjamin y, en especial, en la diferencia entre lo publicado, lo enviado para publicar, lo perdido, lo recuperado, lo que dice en las cartas y las que le escribieron, cada investigador abre un abanico, su abanico de lectura. En definitiva, un trabajo de filología. O, como pediría el mismo Benjamin, de crítica cultural. Porque, en la estela de sus escritos, el asistemático teórico finalmente se convierte en el objeto a ser leído y, en la exposición de una metodología de lectura, pide ser leído tal como él lee los objetos culturales: construyéndolos bajo una mirada siempre distinta.

En este sentido, sin embargo hay que decirlo, hecha la propuesta, seguimos leyendo a Benjamin sin poder traicionar el formato académico y, en algún sentido –digo–seguimos leyéndolo sin poder decir algo más allá de lo que venimos diciendo en el apoyo literal de su letra –por demás siempre, en cada cita y en cada nuevo texto, levemente diferente, para no ahondar en el problema de las traducciones de esas citas. Estos ensayos son una prueba de que aún en otras latitudes, todavía, no se puede “olvidar a Benjamin”, como propuso hace ya unos cuantos años Beatriz Sarlo, para hacerlo producir, para permitirnos producir. Estos ensayos son claramente académicos y, a lo mejor, la academia y el circuito académico no nos permiten hacer otra cosa

La compilación se anuncia como un recorrido por la cultura de la imagen, por sobre la producción benjaminiana, pero Uslenghi enseguida nos advierte sobre el hilo conductor más fino que guía este entramado: una reflexión constante sobre “La obra de arte en la época de la reproductibilidad técnica” de 1936, un texto central para pensar la modernidad y lo que en ella se avecina, el arte moderno e, incluso, posmoderno. También las dificultades de “leer a Benjamin hoy […] porque es precisamente su escritura la que extrañamente se resiste a una asimilación fácil, siempre desplazándose hacia otro lado, hacia otro sentido, dentro de una lógica que no está contenida en el espacio que sus textos atraviesan y delimitan pero nunca habitan completamente”. Hechas las salvedades, los trabajos presentados y cuidadosamente traducidos, vuelven a hacernos sentir la necesidad de un trabajo material sobre la materialidad de la producción “Benjamin”, quiero decir sobre la materialidad de su escritura, como dice Uslenghi, con los manuscritos a la vista, las diferentes ediciones, las diversas traducciones, agregaría yo.

En algún sentido, los artículos aquí reunidos operan sobre esta posibilidad de trabajo -¿materialista?- y la hacen producir interpretativamente, sin duda, pero nos remiten a textos establecidos y traducciones de y sobre Benjamin a los que, por ahora, no podemos acceder. Como tampoco, a ciencia cierta, a algún objeto del siglo XIX mencionado por Benjamin en sus reflexiones, de manera bien diferente según la traducción y a partir de los que Benjamin plantea sus ideas, muchas veces en términos alegóricos, sobre las que, además, se basan las diferentes interpretaciones. Habrá que creer, hacer un nuevo esfuerzo de imaginación, y seguir alimentando el deseo.

La propuesta entusiasma: “los estudios que esta antología reúne buscan resituar y rexaminar no solo aquellos escritos donde Benjamin expone su teoría de la imagen dialéctica, sino también la estructura retórica de las imágenes y las imágenes-pensamiento que atraviesan su corpus, donde se pone en juego el estatus de la imagen como modo de presentación y representación del pensamiento”. El deseo crece frente a la imposibilidad que tenemos de observar la “escritura”, así como muchas de las imágenes, incluidas las retóricas, especialmente las retóricas, que dan pie al pensamiento.

La compilación se abre con Michel Jennings, “Walter Benjamin y la vanguardia europea” (2004), planteando que a lo largo de la década del `30 se habría producido un cambio fundamental en la producción benjaminiana en el camino que va del abandono de los estudios histórico-literarios sobre el romanticismo alemán hacia la preocupación por la crítica sobre la contemporaneidad. Ello debido, entre otras cosas, según Jennings, a la relación que establece Benjamin, antes que con el surrealismo francés, con los grupos estéticos de de vanguardia berlinesa de los años `20. Sigue la compilación con “Recepción en la dispersión” (2003) de Howard Eiland quien retoma la idea de Benjamin, propuesta en el título de su artículo, rearmando su entramado conceptual sobre las teorías de Brecht –distanciamiento– y Eisenstein –montaje– para proyectarse metodológicamente desde “La obra de arte…” hacia el inacabado Libro de los pasajes. “¿Existe una respuesta a la estetización de la política” de Meter Fenves y “Aura, rostro, fotografía: releer a Benjamin hoy” de Diarmuid Costello, ambos del 2005, junto a “Enmarcando la redención: aura, origen, tecnología en Benjamin y Heidegger”, de 1992, de Rebecca Comay, transitan análisis específicos sobre las ideas expuestas en “La obra de arte…” en el marco de la tradición filosófica alemana, que siempre incluyó la política, para traerla y mostrarla todavía polémica, viva y operante, no solo en la modernidad sino, incluso hoy, de este lado del Atlántico, en una hábil trenzado de arte, política y tecnologías. “Walter Benjamin y el inconsciente tectónico” (1999) de Detlef Mertins, “La fantasmagoría de Walter Benjamin” (1989) de Margaret Cohen y “Una cuestión de distancia: la Calle de dirección única de Benjamin a través de los pasajes” (2006) de Gerhard Richter, se desplazan decididamente sobre Libro de los pasajes donde Benjamin reformula, respecto de “La obra de arte…”, la noción de imagen dialéctica en la idea de una “dialéctica en reposo” o “sensibilidad histórica” que se encuentra y se expresa en y como lenguaje. En un caso, a través de las reiteradas observaciones sobre la arquitectura, o bien la ingeniería, y sus posibilidades de mostrar monumentalmente el “inconsciente” de una época, de una historia, desde el presente hacia atrás, en una genealogía invertida. En otro, en el paso por Marx, cómo Benjamin se apropia del concepto de fantasmagoría para observar y hablar de lo siniestro, y entonces aquí también Freud, de la mercancía. Finalmente, el trabajo de Richter, que va de Calle de dirección única hacia el Libro de los pasajes en un derrotero crítico filológico impecable para pensar el género de la escritura benjaminiana, el de la “imagen pensamiento”, poniendo en escena la indecibilidad entre literatura, filosofía, política o crítica cultural. Cierra la compilación una especie de bonus track, la introducción al Libro de los pasajes que Rolf Tiedemann, su editor en alemán, escribiera al publicar el quinto volumen de las obras completas de Benjamin. Este ensayo, fundamental, plantea el rearmado del rompecabezas Benjamin y tiene el privilegio de hacerlo sobre las piezas materiales concretas. Referencia obligada de los ensayos que se han reunido, nos obliga, de alguna manera, en la obsesiva curiosidad por alcanzar esas ediciones que allí no solo se citan sino de las que se es responsable y, entonces, ofrecen una fotografía Benjamin incuestionable. Así, un Bejamin sin indicación genitiva y paradójicamente fotografiado para nosotros.

No puedo dejar de recordar aquí lo que Benjamin recuerda y cuenta que sintió entonces y siente todavía, en mi edición de Infancia en Berlín hacia 1900, frente a su propia foto de niño sacada en un estudio de la época, con “algo de salón y de cámara de tortura”. Recuerda una mirada, la de su madre que “como un maniquí” mira el traje que le ha puesto, de terciopelo recargado de pasamanerías, y lo que sintió, y siente todavía, “desfigurado por la uniformidad” con todo lo que lo rodea: “Como un molusco vive en su caparazón, vivo en el siglo XIX que está delante de mí, hueco como un caparazón vacío. Lo coloco al oído.” Y lo que dice oír, lo que cabe allí, es un “breve estruendo”, un “chasquido sordo”, a veces, solo a veces, “el tintineo” de las lámparas… y otros ruidos, entre ellos un breve verso en el que cabe el mundo desfigurado de la infancia. Y allí se pierde, como el pintor de su pequeña historia incluida. Él como aquel, se vuelve, sonríe, y desaparece por la puerta entreabierta. Esta imagen, insistente, se sobreimprime sobre la lectura de la compilación.

(Actualización marzo-abril 2011/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646