diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Latinoamérica: agenda y programa
Latinoamericanos buscando lugar en este siglo, de Néstor García Canclini, Buenos Aires, Paidós, 2002;116 págs.

"Deseo que los escritores, los artistas, los filósofos, los científicos puedan hacerse entender directamente en todos los dominios de la vida pública en los que son competentes. Creo que todo el mundo tendría mucho que ganar si la lógica de la vida intelectual, la de la argumentación y refutación, se extendiera a la vida pública."

                                                                                     Pierre Bourdieu

La cita de Bourdieu se activa en la perspectiva de la lectura (y escritura) de “Latinoamericanos buscando lugar en este siglo”, el último ensayo de Néstor García Canclini. La elección de Bourdieu resulta pertinente al menos por dos razones: quienes han leído a Canclini a lo largo de estos años saben que es uno de los intelectuales argentinos dedicados a su estudio e inspirados en sus aportes. Y en otro orden, si se atiende a la “lógica” de este ensayo, pareciera responder al “deseo” manifiesto, fundándose en la misma creencia transformada en posibilidad por el acto de escritura: inicidir políticamente a través de producción de conocimiento y pensamiento crítico.

I. “Latinoamericanos buscando lugar…”

Sin duda es una frase que interpela abriendo a sentidos diversos. Si plantea nuestra historia de viajes, migraciones, exilios como hechos comprobables hasta hoy, también irradia al afán por construir un ‘lugar’ desde donde enunciar que involucra una procedencia, un objeto en continuo asedio (Latinoamérica) y en resonancia, una acción durativa e inacabada, por eso capaz de reorientarse en cada nuevo intento (otra vez la incidencia política). Porque García Canclini se esfuerza en algo difícil, expresado en la primera oración del “Prefacio” casi como una ‘confesión de parte’ que, sin embargo, va asumiendo carácter retórico durante la lectura: “No es sencillo ahora hablar de América latina en conjunto. Menos aún para alguien que ha entremezclado en su vida a Argentina y México”. Repensarnos / reescribirnos como nuevo intento de definir qué es Latinoamérica o ser latinoamericanos, y no solo me refiero a este texto, sino a un proceso de formación signado en los hechos, por nuestra negación como conjunto y por una afirmación en el registro simbólico -una aspiración a serlo- con grados de mayor y menor énfasis. Pero Canclini precisa la tendencia en que desea inscribir su búsqueda, anticipando de algún modo propuestas programáticas: “…la … de Alfonso Reyes en el sur…”, “la de Arnaldo Orfila en México”. Pues si estas referencias cruzadas nos regresan a su propia experiencia o conectan con relaciones de exilio, también adscriben al mundo editorial o a la instauración de redes entre los latinoamericanos a través de la industria cultural como apuesta fuerte (una posibilidad a discutir entre las que García Canclini vislumbra hoy para este continente). Diría, a lo que fue un modo nuevo de entender (para insertar) la cultura latinoamericana en el concierto internacional, atendiendo a la revisión de nuestras contradicciones, conflictos y valores recibidos, un proyecto de política cultural del que intelectuales como Reyes (o Henríquez Ureña, Mariano Picón Salas, Fernando Ortiz) participaron, adoptando posiciones firmes, pero abiertas a un diálogo indispensable.

Tras dichas confesiones (el “Prefacio” abunda en ellas), tras los nombres de Alfonso Reyes o de Borges incluido en el primer párrafo, se percibe una de las tensiones que han ocupado a García Canclini y que atraviesa este volumen: local / global (y lo local debe leerse en densidad). Alfonso Reyes escribía en 1932: “La única manera de ser provechosamente nacional consiste en ser generosamente universal…”. Sus palabras expresan dicha tensión y arrastran la impronta crítica de estos “espíritus afines” en el comienzo de afirmación de nuestra modernidad (así los llamó Guillermo Sucre). Dos miradas afanadas en salirse de fronteras fijas, reforzando desde sus diferencias, particularidades de nuestro territorio, esas marcas (la diversidad, el desborde) que aún lo determinan: “Podemos decir que `lo latinoamericano´ anda suelto, desborda su territorio, va a la deriva en rutas dispersas”. Esta cita de García Canclini y una hipótesis referida a la tensión actualizada por las promesas de cosmopolitismo global y la pérdida de proyectos propios, ubicarían en el terreno de preguntas, exploraciones, propuestas encadenadas en su texto que leo como balance, agenda y programa.

II. Desde Argentina y México, América latina

Carlos Fuentes suele contar el chiste famoso con que Martín Caparrós le responde sobre los orígenes: “Los mexicanos descienden de los aztecas. Los argentinos descendimos de los barcos”. Dos formas opuestas de ser latinoamericanos establecidas desde el origen / comienzo -son usos de C. Fuentes para sintetizar una divergencia señalada por Canclini-, que se entremezclan en su mirada y propician el gesto itinerante: “No podemos comprender el mundo ni desde un centro único … ni desde la diseminación fragmentada…”. Estas frases, si comunican ideas acerca de las industrias culturales, parecen hablar de sí mismo escribiendo el ensayo. De ahí que el efecto de lectura sea de deslizamiento ininterrumpido por zonas geográficas (internas y externas) en imprescindible interacción; cultura, economía y política como ejes; tiempos diversos en resonancia, hacia la reconstitución de América latina como región. Sus horizontes son significativos: el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas propuesto por Estados Unidos para el 2005 y el segundo centenario de las independencias de Argentina, Colombia, Chile, Ecuador, México y Venezuela.

En tanto balance, se satura de un sistema previo cuyo aprovechamiento es ostensible: hipótesis confirmadas y rechazadas, lecturas superadas o capaces de seguir operando, morfologias que han perdido su carácter de referentes identitarios, ideas que podrían resemantizarse, criterios y términos depurados, en fin, una historia de aciertos y deudas en la que plantea adhesiones y refutaciones a manera de diálogo renovado, con otros intelectuales cuyas voces deja escuchar, consigo mismo, con los lectores. Las preocupaciones que han orientado su producción anterior se entraman aquí y ciertas palabras, frases, juicios traen a la memoria “Culturas híbridas” (1990), “Consumidores y Ciudadanos” (1995), “La globalización imaginada” (1999).

El balance funcionaría como el lugar de la descripción, un fundamento necesario desde donde desplazarse al lugar que a Canclini parece interesarle mucho, el del esbozo de un proyecto crítico. Y es en este sentido que nociones como “agenda" y “programa” cobran fuerza. Una agenda esparcida en problemas y cuestiones pendientes a lo largo de todo el volumen, superadora de la breve puntualización en capítulo final; un programa, también diseminado, que comprende propuestas para América latina, entre lo que se vislumbra su estrategia de estudio (su posición en los debates epistemológicos). Agenda y programa: dos modalidades que compelen a salirse de un presente.

III. Principios y finales

Con “Latinoamericanos buscando lugar en este siglo”, García Canclini obtuvo en febrero de este año, el VIII Premio Anual de Ensayo Literario Hispanoamericano de la Fundación Cardoza y Aragón. Son datos editoriales indicados también en el “Prefacio”, cuando se mencionan ajustes a efectos de la publicación. Me interesan los destinatarios, ciertos efectos y formas de leer que el texto propone. Canclini evoca la película argentina “La ciénaga” como diagnóstico de nuestro presente en tanto “tiempo empantanado”, condensando percepciones que los argentinos experimentamos ahora intensamente; también, los que estudiamos la cultura latinoamericana. Las modalidades que por momentos adopta el ensayo (agenda y programa) enfrentan dicha imagen para contradecirla, porque implican un avance potenciado además, por la direccionalidad que el ritmo de la escritura impone, expansivo y al mismo tiempo de empuje. Conjugadas apelan a la proyección hacia un ‘poder hacer’. No hablo de la noción de futuro como promesa, sino de una acción reorientada y orientadora que se funda en lo aprovechable y se dirige a lugares precisos. Ciertamente son aires refrescantes.

He pensado en los destinatarios: desde los directos a los indirectos, construidos y pretendidos. Los primeros, quienes integraron el jurado del concurso (Rigoberta Menchú, Pablo González Casanova, Luis Villoro), son sin duda muy competentes para entender las propuestas o la modalidad de este ensayo. Deseo desplazarme a los otros. El título prefigura un gesto abarcador; después surgen las especificaciones: quienes aparecen en la dedicatoria, entre ellos, G. Yúdice y J Martín-Barbero (diría: otros ‘traductores’ afanados en ligar lo discontinuo, con perspectivas de intersección como la de Canclini). También estarían los referidos, destinatarios positivos y negativos (corporaciones, funcionarios, ciudadanos, empresas, políticos, organismos internacionales, intelectuales, educadores, universidades, consejos, federaciones…), los que fueron estudiados (sectores populares), los expulsados, los excluidos, los imaginados. La enumeración incompleta me regresa a la cita de Bourdieu, a la “vida pública” o a su defensa del intelectual crítico, aun de la “doxa” intelectual. En ciertos sentidos, a los intelectuales primeros que ‘se’ pensaron y pensaron nuestra cultura desde un diálogo incluyente, renovable, consigo misma y con otras, apostando a la literatura de ideas como punto de cruce, apertura e impacto (el lenguaje de este ensayo, aunque deja traslucir alto nivel reflexivo e informativo, es descomprimido, en beneficio de una potencial, esperada circulación). Para algunos de ellos, la “conversación” de que habla Canclini como necesidad también empezaba a darse en la configuración de los textos que escribían (pienso en Picón Salas). Hacia el final, “Latinoamericanos buscando lugar en este siglo” hace hincapié en dicha necesidad a partir de ciertos términos, recuperando un diseño y un programa (“intercambios”, “comunicando”, “diálogos”, “escuchar”, “oir”). En un cierre difícil de olvidar, cargado de infinitivos (a Canclini le importa la escritura, se sabe: valora ”los hechos y los discursos”) aparecen “imaginar” y “contar” asociados a “cultura” y a “otros”. El infinitivo no denota persona, tiempo, modo, número, es lo que puede ser llenado para transformarse en acción, de todos, de cualquiera; formas apelativas, que esperan cumplimiento. Por eso leo “Latinoamericanos…” como un ensayo movilizador y a la vez convocante, no sólo hacia la reconstitución de una región como proceso continuo, de nuevas relaciones o formas creativas y comptetitivas de ubicación en el orden mundial. También de una imagen de intelectual resituándose como interlocutor en los debates internacionales, capaz de centrarse y descentrarse cómodamente, con “soltura y arraigo” a la vez, propiciando la articulación de sus investigaciones con políticas culturales y comunicacionales, haciéndolas conocer, promoviéndolas, un modo afirmado de seguir asumiendo responsabilidades históricas desde el propio lugar.

 

(Actualización diciembre 2002 - enero febrero marzo 2003/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646