diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Devórame otra vez
Escritos antropófagos, de Oswald de Andrade. Selección, cronología y postfacio de Alejandra Laera y Gonzalo Aguilar, Buenos Aires, Corregidor, 2001; 238 páginas

1. El Salón y la Selva

La lengua sin arcaísmos, sin erudición. Natural y neológica.
La contribución millonaria de todos los errores. Como hablamos.
Como somos.
“Manifiesto Pau – Brasil”


Cuando en 1556 naufraga en el río Coruripe el barco que lleva de regreso a Portugal a quien en vida fuera el primer obispo de Brasil, Sardinha, devenido, luego del naufragio, suculento y sacro almuerzo de los caetés, nativos del lugar, nada hace suponer que exactamente 374 años después, en el mes de mayo de 1828 en San Pablo, Oswald de Andrade (1890-1954), periodista, poeta, narrador, agitador cultural y “hombre sin profesión”, firmará y fechará de esta manera uno de los textos centrales del modernismo brasilero:

Oswald de Andrade, en Piratininga
Año 374 de la Deglución del Obispo Sardinha

Se trata del “Manifiesto Antropófago”. Se desarrolla, con él, una de las corrientes más fecundas de la vanguardia iniciada en 1922 con la Semana de Arte Moderno de San Pablo, de la que además de Oswald de Andrade tomaron parte Mario de Andrade, Menotti del Picchia, Tarsila do Amaral, Manuel Bandeira, Heitor Villa-Lobos. Multidisciplinaria, gestada en el cruce de poetas, músicos, artistas plásticos, la Semana colocó a Brasil en sintonía con el arte europeo de vanguardia, pero a su vez demostró tener fuertes inclinaciones nacionalistas. Producto de esta actitud es la poesía Pau-Brasil, cuyas características explicitará Oswald de Andrade en 1924 en el “Manifiesto Pau-Brasil”. Pau-Brasil, llamada como el árbol que los conquistadores encontraron en Brasil a su llegada y que dio nombre al país, se concibe como poesía de exportación, y resulta de una cruza extraña de cosmopolitismo y afirmación nacional:

Una única lucha – la lucha por el camino. Dividamos: Poesía de importación. Y la Poesía Pau-Brasil, de exportación.

Se puede ver que ya en 1924 Oswald de Andrade liga poesía e intercambio económico, poesía e identidad nacional, aunque no profundice demasiado al respecto. La poesía Pau-Brasil se nutre, sin duda, de las primeras vanguardias europeas, cubismo y futurismo; y si de la segunda parece tomar el culto al adelanto técnico y a las máquinas, así como cierta tendencia a la estridencia y a la provocación, del primero tomará la voluntad constructiva, la falta de efusión sentimental, el trabajo paciente sobre la obra:

El trabajo contra el detalle naturalista – por la `síntesis´; contra la morbidez romántica – por el equilibrio geómetra y el `acabado´ técnico; contra la copia – por la `invención´ y la `sorpresa´.

A su vez, esto irá fusionado con una fuerte impronta localista, y el rescate de una dimensión primitiva que traza la dualidad de este arte:

Tenemos una base doble y presente – la selva y la escuela. La raza crédula y dualista, y la geometría, el álgebra y la química después de la mamadera y del té con manzanilla. Una mezcla de `duérmete niño si no viene el cuco y te comerá´ y de ecuaciones.

Si bien toda la vanguardia, en mayor o menor grado según el “ismo” del que se trate, trabaja sobre la base de la mezcla, el contraste, el encuentro imprevisto, Oswald de Andrade propondrá como uno de los términos constitutivos de esa mezcla elementos propios de la cultura brasilera; la experiencia de yuxtaposición se dará entre atraso y modernidad, y la operación vanguardista adquirirá entonces un evidente carácter político y nacional. “Como somos. Como hablamos”.

2. Sólo me interesa lo que no es mío

Tupí or not tupí that is the question
“Manifiesto Antropófago”

Antes de haber sido uno de los motores de la Semana del 22, Oswald de Andrade ejerció, en la década del 10, el periodismo desde su columna “Teatro y Salones” en el “Diario Popular” de San Pablo, estudió Derecho y viajó a Europa antes de la Primera Guerra, donde tomó contacto con el efervescente clima de la modernidad. A través del periodismo, actividad a la que con altibajos se dedicará durante toda su vida, comienza a polemizar en torno al arte moderno y a las propuestas de los jóvenes artistas del Brasil, a la vez que busca ajustar en su escritura y en sus ideas la realidad de su país con las impresiones que trajera de su viaje. La polémica se ha de entablar con virulencia primero con los grupos conservadores de la cultura oficial, e iniciada la década del 30, tras el derrumbe de Wall Street, en el marco del acceso al poder de Getulio Vargas y la instauración del Estado Novo (1932–1945), el debate se entablará entre los distintos desprendimientos de la vanguardia, en un arco ideológico que va de la izquierda revolucionaria al fascismo.

En 1928 sale a la calle el número 1 de la “Revista de Antropofagia”, en la que se da a conocer, bajo la firma de Oswald, el “Manifiesto Antropófago”, en el tono aún del “Manifiesto Pau-Brasil” y continuador en parte de las ideas del mismo. Sin embargo, se produce un desplazamiento en el planteo de la relación Brasil – Europa (o Brasil – exterior). Si la propuesta de Pau-Brasil pivoteaba en torno al eje importar–exportar, resolviendo en términos de inversión el problema entre la cultura nacional y la cultura foránea, como si ambos elementos pudieran considerarse en un nivel de equivalencia, la antropofagia planteará el problema en el terreno de la dependencia cultural (leemos a los europeos y los aceptamos como modelo, pero no nos leen de la misma manera en Europa) y su superación a partir de un proyecto nacional que procede, y esto es lo original de la propuesta, no excluyendo sino asimilando crítica y lúdicamente, apropiándose de la cultura del dominador. En ese sentido, la célebre frase “tupí or not tupí” funciona como síntesis perfecta de la propuesta: reescribe la aún más célebre duda hamletiana, la tropicaliza, la transforma con el reemplazo de `to be´ por `tupí´, nombre de la tribu brasilera antropófaga y de su lengua. Interrogación doble, en un inglés contaminado, canibalizado, en la que la parodia opera la devoración de la cultura colonizadora.

Operación literaria, sí, pero puesta en el centro de la problemática de integrar una cultura dependiente. En 1929, la segunda etapa de la “Revista de Antropofagia” sale bajo la consigna: “por el derecho antropófago, contra la propiedad”, y se alzan inmediatamente las protestas de la Iglesia Católica, alarmada por el estilo virulento de la publicación. Como señala Jorge Schwartz en “Vanguardia y Cosmopolitismo en la década del veinte”: “El programa antropofágico trasciende la mera especulación estética, para lanzarse a un amplio proyecto revolucionario, que tiende, en última instancia, a la transformación social”.

3. El suelo de las Catacumbas

Observo en las paredes del espacioso living mis altivas banderas. Son los cuadros, las obras maestras de la pintura moderna de las que me voy a deshacer dentro de poco. Son los estandartes levantados en la guerra que fue mi vida.
“Bajo las órdenes de mamá”

En 1931, Oswald de Andrade se afilia al PCB, Partido Comunista Brasilero, y edita el periódico “O Homen do Povo” (El Hombre del Pueblo). A partir de entonces se suceden las persecuciones gubernamentales, los exilios internos, la hostilidad institucional; el mundo literario, incluidos sus antiguos compañeros de la aventura vanguardista, le dará la espalda. En esta época su actividad pública radicaliza la escritura polémica, una manera de hacerse visible en un medio que lo ignora, y el concepto de Antropofagia reformula las propuestas de la vanguardia, abarcando la lectura de procesos históricos, literarios, culturales, económicos y políticos.

La propuesta antropófaga parte de “la absorción del enemigo sacro para transformarlo en tótem“. No niega al Otro ni se esclaviza a él: lo devora en un gesto afirmativo, que conjura el peligro y lo vuelve alimento, a la vez que posibilidad de desarrollo de una identidad propia.

En 1945 Oswald de Andrade rompe con el PCB, abandona su rol de intelectual programático y retoma la escritura de poesía, relegada durante los últimos diez años. No sólo no abandona posiciones de izquierda, sino que avanza en la redefinición de la Antropofagia desde una perspectiva marxista, orientándola hacia una teoría de la cultura, con el desarrollo de los conceptos de patriarcado y su antítesis dialéctica, el matriarcado, el hombre lúdico, la filosofía mesiánica y la utopía del nuevo matriarcado. En 1950, expone como tesis filosófica estos conceptos en “La crisis de la filosofía mesiánica”, trabajo con el que aspira a concursar para la cátedra de filosofía de la Universidad de San Pablo, sin poder hacerlo finalmente debido a cambios curriculares. En ese ensayo, Oswald plantea el pasaje de un primitivo estado matriarcal a un patriarcado, cambio que se produce cuando “el hombre deja de devorarse al hombre para convertirlo en su esclavo”, es decir cuando se reduce al Otro a su explotación como fuerza de trabajo y deja de ser considerado alimento. El régimen patriarcal instaurará la herencia, el Estado de clases y la propiedad privada. La síntesis de ese proceso histórico se resolverá en la utopía de un nuevo matriarcado, con la promesa de la propiedad común de la tierra, que no implica un retroceso a estados anteriores sino su superación por la restauración tecnificada de una cultura antropofágica y el advenimiento del “hombre natural tecnificado”. “La crisis de la filosofía mesiánica” sorprende por el despliegue de conocimientos y por llevar al lenguaje filosófico más allá de sí mismo mediante la intrusión del humor, el recurso a una adjetivación rica y muchas veces irónica y el uso de analogías que desestabilizan la tesis en tanto género; pero más aún sorprende éste, como otros textos del período 1945-1954, por el esfuerzo de elaborar una teoría de la antropofagia en la cual los conceptos resuenen como un acorde al que concurran aspectos estéticos, políticos, culturales, económicos, filosóficos. No debería asombrarnos tanto, entonces, la cercanía que podemos encontrar entre algunos aspectos de la teoría antropofágica y la noción de Benjamin del autor como productor que toma los medios de producción de la industria burguesa y los transforma técnicamente en el marco de la lucha de clases, o algunos aspectos del pensamiento de Brecht al señalar la necesidad de retomar determinados conceptos y someterlos a una limpieza y adaptación para nuevos usos, dado que “todo acto de recepción de una herencia por parte del pueblo debe estar precedido por uno de expropiación“.

4. Buen provecho

Pues es evidentemente primordial que, en el acto antropofágico, se restaure el sentido de comunión del enemigo valeroso. El indio no devoraba por gula y sí en un acto simbólico y mágico donde está y reside toda su comprensión de la vida y del hombre. Se trata solamente de la transformación del tabú en tótem, esto es, del límite y de la negación en un elemento favorable. Vivir es totemizar o violar el tabú.
“Informe sobre el modernismo”

La edición que para Corregidor hacen Alejandra Laera y Gonzalo Aguilar supone un esfuerzo importante por ofrecer una muestra lo suficientemente amplia y debidamente comentada como para darnos una imagen más o menos precisa de una personalidad multifacética como es la de Oswald de Andrade. “Vida–obra” llamó Haroldo de Campos al complejo de textos, artículos, novelas, poemas y anécdotas en las que Oswald desplegó sus luchas (su guerra, como escribió en sus memorias) y sus ideas. Lo valioso del libro en particular, y de la colección “Vereda Brasil” en general, es que nos permite a los lectores argentinos tomar contacto con una de las pocas propuestas que iniciada en la vanguardia de los años veinte parece conservar todavía una extraña vitalidad. Parte de esta vitalidad se debe sin duda a la lectura antropófaga del propio Oswald que comenzaron a hacer en los años 60 los poetas concretistas (Augusto de Campos, Haroldo de Campos y Decio Pignatari), pero también a que la propuesta oswaldiana asume en su mecánica como necesaria siempre la presencia de un Otro del cual es posible nutrirse, instaura un diálogo y un tratamiento y la adaptación de materiales diversos y opera no sólo en el orden de los textos sino que desde ellos se mueve a un nivel cultural más amplio que pone en juego valoraciones, lecturas, prácticas de asimilación y resistencias. La antropofagia, aún hoy, hace posible poner en cuestión y releer distintas tradiciones, como así también la sincronía, y permite que la lectura se sacuda todo el tiempo de los riesgos de esclerosis que la amenazan, de la amenaza de entronización de una perspectiva única, y de perder de vista el lugar, la lengua, las condiciones y la época desde la cual y en la cual leemos y escribimos.

 

(Actualización abril - mayo - junio - julio 2002/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646