diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Colaboran en este número

Matías Moscardi
/  Osvaldo Aguirre

Carlos Ríos
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Matías Moscardi

La intemperie del instante
El lado ciego, Carlos Battilana, Buenos Aires, Siesta, 2005.

I.

Una playa marplatense en blanco y negro. La rambla marca la línea del equilibrio. El edificio Havanna recortado por el cielo. El cielo recortado por los márgenes del encuadre. Centrados, de izquierda a derecha: una chica y dos chicos (uno más grande que el otro) tomados de la mano. Parecen hermanos. Sonríen a la cámara. Un detalle: la ola que barre sus pies está detenida, congelada. La foto cierra, casi como un poema, el último libro de Carlos Battilana: El lado Ciego. Cierra y a la vez abre la posibilidad de leer los poemas (escritos en prosa), no simplemente como fotografías; mejor, bajo la temporalidad de esa fotografía.

II.

Los poemas de El lado ciego podrían pensarse, en clave narrativa, como un relato. Pero así convocaríamos el transcurso de un tiempo, la sucesión de una acción, cuando el libro de Battilana propone todo lo contrario: enunciar desde la intemperie de un instante. Separar con los títulos de cada poema: como si los veinticinco fragmentos de prosa no fueran más que veinticinco diapositivas con leves variaciones que dejan entrever, en el transcurso de la lectura, un movimiento mínimo, una percepción por cuadros de una escena en pausa. La edición de Siesta refuerza el efecto al ubicar un poema por hoja. Efecto que, por otra parte, no aparece como técnica de escritura poética, aunque se basa en procedimientos específicos (el uso de condicionales, por ejemplo), sino como estado natural de aquel que es mirado: “Sabe que todas las cosas que lo rodean tienen vida: un aire débil es más poderoso que cada uno de sus movimientos”. Así abre El lado ciego: la debilidad produce lentitud.


III.

“Esa época de la vida en que el pasado empieza a ser denso; en ese punto está”. La expresión puede ser literal: estar en un punto, por debajo de la densidad, aplastado. En los poemas de Battilana el recuerdo no tiene ningún fondo: el verano siguiente es igual al verano anterior, y el verano anterior es simplemente una forma de decir. La memoria no cuenta detalles: dónde, cuándo, qué. Eso implicaría un movimiento demasiado brutal, insoportable para la quietud que componen los poemas. “Lo que parece perdurable se torna, lentamente, unas cuantas palabras”. Así: el verano, el otoño; incluso algunas referencias presentes: las piedras, los muros y las ventanas de una casa en un pueblo. Los poemas avanzan despacio, con el mayor de los cuidados, porque lo que la voz recoge como poesía está inmóvil (de ahí su fragilidad) y cualquier descuido afectaría el trance de los objetos, el mismo trance de aquel que es mirado.

IV.

En El lado ciego los objetos no se definen por el color y la forma. En cambio, se percibe el peso: tanto del aire, del pasado, de una estación (contemplados en su materialidad), como de un vaso, de un jarrón, de las cosas sobre la mesa. “Si pudiera, se iría a un lugar liviano, extenso y apenas movible”. Entonces, si el lugar del retiro (tal parece ser el contexto fijo que permite leer los poemas como una serie) posee alguna cualidad, esa cualidad se traduce como cantidad: lo soportable del peso, de la extensión y del movimiento. Poco sabemos de aquel que es mirado (acaso porque no hay un tratamiento del personaje): pesa mucho o no pesa nada; “¿Dónde se halla la energía de su cuerpo?”; no soporta el movimiento: es un objeto más.

V.

Los poemas de El lado ciego no son fotográficos: trabajan con la temporalidad de la fotografía. No parece tan importante ver el poema como una foto (ejercitar una lectura visual). Por el contrario, se trata de sentir el peso, la quietud, la inercia de las palabras. Los poemas están congelados entre el pasado, el presente y el futuro, sin posibilidad de reubicación. El instante no pertenece más que al instante. Y ahí se abre el poema: lentamente, como una forma de ingresar en la costumbre de los días sin alterarla.

 

(Actualización abril - mayo - junio - julio 2006/BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646