diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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Donde habita el monstruo: los cuentos de Antonio Di Benedetto
Cuentos completos, de Antonio Di Benedetto, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2007.

Entrarle a los Cuentos Completos de Antonio Di Benedetto presenta dos alternativas diametralmente opuestas: una, sumergirse dejándose llevar sin pretender saber dónde, descubriendo cada palabra, cada historia, la disimetría de las imágenes dislocadas, la aparición de un personaje conocido en nuevos cuentos por venir, la rotunda muerte de otros… o dedicarse, académicamente hablando, a descifrar el jeroglífico. Yacimiento arqueológico, Cuentos Completos de Antonio Di Benedetto resulta arcón de marcas, detalles, guiños, señas, contraseñas, cifras y toda la galería de artificios ofrecidos al estudio, análisis e interpretación. Usted elige. Usted puede elegir también hacer las dos cosas porque, a lo mejor, no hay nada que elegir sino, precisamente, hacerlas. A usted puede parecerle que elige pero Di Benedetto, al final, casi que obliga.

La presentación redactada para la edición de una antología que habría de llamarse Cien cuentos, bajo el objetivísimo título de “Información”, es un breve ejemplo. Escrita para la publicación que reunía los textos según una apariencia temática – “De nostalgia”, “De lo irreal”, “Ominosos”, “Transrealistas”, “Cortísimos (de humor, extrañeza e ironía)”, para citar sólo algunas de las clasificaciones de entre una larga lista- en principio no son cien sino ciento seis y lo de cien, al decir del autor, “es sólo para redondear”. Por otra parte, cuentos y presentación nunca llegan a publicarse.

Ahora, Cuentos Completos, al cuidado de Jimena Néspolo y Julio Premat, con la excelente introducción de Premat, intenta  mostrar, poner al descubierto, ofrecer, de la mejor manera posible, la multitud de efectos contenidos en los cuentos de Di Benedetto. Todos juntos, sobre la mesa, en un gran libro.

Las palabras “dispersión”, “arbitrariedad”, la dupla “orden/caos” y otras alternativas por el estilo, puntúan y ordenan, paradójicamente, los textos en la introducción de Premat llamada “Lo breve, lo extraño, lo ajeno”, así como la reproducción de las informaciones y advertencias del propio Di Benedetto. En ambos casos se trata de prevenir al lector frente a la marea incontenible que se avecina.

Los cuentos se inician en el esfuerzo por presentarse en la mejor versión que podría pensarse, es decir como la más o menos definitiva. Si algo caracteriza la producción de Di Benedetto, como artificio máximo -principio constructivo- es la corrección constante, la reagrupación permanente, la distorsión, el movimiento, la fuga. Nadie, nada, nunca, queda en su lugar. El esfuerzo de los editores radica -literalmente- en buscarle un lugar a cada cuento, con todos los avisos que cada caso merece. Mundo animal, de 1953, se edita con las correcciones hechas por el autor en 1971; Cuentos claros, de 1957, cambia su título ¿original? –Grot- respetando la segunda edición y se especifica, respecto de esta segunda, cada una de las reediciones dispersas de algunos cuentos en otras antologías; Declinación y ángel, de 1958, bilingüe en principio, merece, obviamente, acotaciones; y así todos y cada uno de los textos que aquí aparecen: cada cuento, entonces, cuenta un cuento pero también, como pequeño objeto, un constructo, tiene su propio cuento. De aquí que, si bien no resulta académico, me resulta fácil decir que los textos de Di Benedetto son pequeñas alimañas, monstruos fabulosos, piezas de relojería antigua que cada vez que son miradas vuelven a configurarse ante los ojos y parecen, más bien son, otras. Ahora bien, ellas, indiferentes, como si oyeran llover, estos cuentos/objetos, con vida propia, meten al lector en un mundo extraño donde los pisos se mueven, las paredes existen y no, los chicos se ahogan, mueren, si quieren reviven, los padres se cuelgan del caño de la lluvia en el baño, los “bichos” tienen su historia y anidan, triunfalmente, en la cabeza de la gente, un hombre puede ser una vaca o transformarse en un pedazo de pan, un perrito habita sólo los sueños y una mujer convive con su marido muerto, un señor observa sigiloso su propia muerte y, así siguiendo, un largo etcétera de realísimas alucinaciones. Incluso la memoria puede transmigrar en la materia que se come o se devora. También en los cuentos que se leen. Que acaban de leerse. No sólo de atrás hacia delante, también a la inversa, produciendo memoria del futuro, verificable, como corresponde, en los diarios que todavía no se fundaron. Uno bien puede discurrir con Aristóteles sobre el pensamiento de una anguila que recorre el camino del mar de los Sargazos hacia las, por entonces, desconocidas Antillas Hispánicas –faltan aun más de mil quinientos años para su descubrimiento- o bien sentir en cada metro cuadrado que se pisa toda la historia, completa, concentrada, en un abrir y cerrar de ojos.

Los cuentos de Di Benedetto pretenden explayar el tiempo y el espacio y la materia de un instante más que humano, algo que podría describirse como sístole cósmica, un relumbrón, de aquello que pasó en algún momento y decidió que fuéramos lo que somos pero también otra cosa, la posibilidad de otra cosa, otro animal, o agua o fuego, aquí o del otro lado del mundo, hoy o hace miles de años, no necesariamente hacia atrás.

Lo que apabulla de los Cuentos Completos -desde los de 1953, los del ´57 y los del ´58 ya citados, los de El cariño de los tontos, de 1961, los alejados de Absurdos de 1978, hasta los últimos, Cuentos del exilio, publicados en 1983, e incluso otros,  publicados en revistas o diarios y no reeditados o excluidos o no retomados en libros, y algunos inéditos- es que logran imponer(nos) una vibración de minúscula partícula, persiguen hacernos sentir insignificantes –y lo logran. En ellos se habita un universo absolutamente indiferente al nosotros, a un nosotros. La subjetividad parece un invento demasiado humano, por lo tanto sin valor alguno en la cosmología Di Benedetto. Los Cuentos Completos ensayan materialidad verbal, emparentando cada cosa y cada ser y, a la vez, disolviéndolo, en un universo sin pasado ni futuro sino sólo atento a sus propias reglas, en la impasibilidad de una memoria repetida.

Muerto en 1986, cuando estaba preparando las compilaciones para Relatos Completos y los Cien cuentos, Di Benedetto es un autor desconocido para la inmensa mayoría en lo que hace a los cuentos. Esta edición reequilibra la fama que obtuviera por sus novelas –Zama de 1956, El silenciero de 1964 o Los suicidas de 1969. Fuera de canon, fuera de sistema, a contratiempo con la época y los lectores que reclama su cuentística, leer ahora los Cuentos Completos deja sin aliento y vale mucho más que una pena. Sin duda, luego usted buscará El pentágono de 1955, la primera “novela en forma de cuentos” al decir del autor, que aquí no se incluye pero que Di Benedetto pensó editar “deconstruida” entre los Cien cuentos, para mostrar, una vez más, la dinámica de la inestabilidad y la puesta en duda constante. La voluntad de una reedición “desperdigada” signa su escritura –hasta en los títulos- y por eso, digo, no haga caso de lo “completos”. Como dice Premat, “No se trata de un proceso de corrección hacia una especie de ideal exigente o de escritura progresiva en busca de un resultado acabado, sino la muestra de una relación conflictiva con la creación, que llevaría  más a una negación que a una afirmación, a un silencio más que a una expresión inteligible, a un desplazamiento más que a una posición estética firme.”

 

(Actualización diciembre 2007 - enero febrero marzo 2008/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646