diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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La orquídea se desterritorializa al formar una imagen, un calco de avispa; pero la avispa se reterritorializa en esta imagen. No obstante, también la avispa se desterritorializa, deviene una pieza del aparato de reproducción de la orquídea; pero reterritorializa a la orquídea al transportar el polen […] captura de código, plusvalía de código, aumento de valencia, verdadero devenir, devenir avispa de la orquídea, devenir orquídea de la avispa”.
Gilles Deleuze y Félix Guattari. Rizoma.
Si hay una palabra que pueda resumir el efecto de este libro es el de fascinación. Porque el relato –este libro es un largo relato–, de la relación Deleuze y Guattari y su devenir discursivo, la produce. Sabíamos que estos dos hombres habían escrito varios libros juntos aunque, en los círculos académicos, siempre aludíamos a Deleuze como al autor principal –El Antiedipo; Kafka, por una literatura menor; Mil Mesetas; ¿Qué es la filosofía? –. Sabíamos que Guattari había estado ahí pero suponíamos, por más que lo hubiéramos leído y repetido –“lo hicieron juntos” –, que Guattari había funcionado como una especie de asistente entrañable, “electrón libre”, sugerencia viviente para el pensamiento de Deleuze. No podíamos imaginar, yo no podía imaginar hasta que leí este libro de Dosse, qué significaba a ciencia cierta, qué dimensión tenía, qué profundidad de sentido podía tener “lo hicieron juntos”. Dosse despliega, literalmente, este sentido. Y esto es lo que fascina, envolviéndonos a su vez en la lectura.
Digo despliega a propósito de su –remarco su- Gilles Deluze y Félix Guattari porque este libro se escande (no puedo decir estructura, sería delito) en tres amplitudes (no puedo decir grandes partes): I Pliegues: biografías paralelas; II Despliegues: biografías cruzadas; III Sobrepliegues: 1980-2007. Antes y después: agradecimientos, abreviaturas de obras citadas, prólogo insustituible –“Nosotros Dos”-, conclusión, referencias completas e índice de nombres. Envidiable, el libro y la relación que despliega. Verdaderamente, el libro trata de lo que Michel Foucault, amigo de Deleuze, llamó “la producción de discursividad” mostrándose en su transcurso, puesto que se constata aquí que nociones, categorías o conceptos teóricos, el paso del pensamiento, resultan una cuestión de experiencia. Difícil, imposible, codificar en una apretada síntesis. Esta biografía cruzada, nótese que dice una biografía, y no dos, consigue hacernos atravesar una producción de discursividad, quizás la más importante del siglo al decir del mismo Foucault, que se presenta desde el vamos en condiciones de productividad bien diferentes a las que podíamos estar habituados para el discurso filosófico: la relación Deleuze-Guattari, puesta a escribir, involucra, mezcla, hace aparecer, de alguna manera, un nuevo macizo –para usar una metáfora del territorio que hubiera sido de su/s agrado/s–, en el que, además, estamos también involucrados. La historia de la filosofía, la historia vivida de la filosofía, opera sobre este nuevo pensamiento entrándole, constantemente, a la vida para entrarle, otra vez, al pensamiento. Y así siguiendo.
Algunos, dice Dosse, hablan de una suerte de “tercer hombre”. Él prefiere pensar en una “aventura única”: “En 1968, Gilles Deleuze y Félix Guattari viven en dos galaxias diferentes. Nada predestina el encuentro de estos dos mundos […] la explosión de Mayo de 1968 fue un momento tan intenso que permitió los encuentros más improbables. Pero de manera más prosaica, hubo un primer lugar, al comienzo de este encuentro, un intermediario, un personaje mercurial, subterráneo y mayor: el doctor Jean-Pierre Muyard, médico de La Borde. Para aproximar finalmente él a Deleuze y Guattari, en este libro, a partir de la importancia que otorga a la conjunción que los vincula. No trata de separar al uno del otro, ni de construir un tercer personaje que fuera fusión de ambos, sino de mostrar la construcción de discurso que surge de una “síntesis disyuntiva”, dos flujos que son muy diferentes el uno del otro, dice, y que producen chisporroteos de creación a partir de la diferencia.
De aquí en más, el libro cuenta, nos cuenta –creo que nunca usé en tan clara posición reflexiva el pronombre nos ni tan literalmente cuenta– la vida de Deleuze y la de Guattari, y en ellas, a partir de ellas y su encuentro, la de los conocidos de ambos, sus familias, las ideas y las publicaciones, las de uno y las de otro, las que hicieron juntos, las que siguieron luego. También, a partir de allí, la vida de la universidad francesa, la psiquiatría, la antipsiquiatría y el psicoanálisis, La Borde, La Sorbona y Vincennes VIII, el cine o, directamente mejor decir, el arte. Dosse siempre cuenta. Se respalda en un documento, un archivo sonoro o una entrevista directa y da la impresión de que nada se ha perdido y es posible verificar cada uno de los dichos. En verdad, no hace falta, no interesa. Lo que importa es esa manera de plegarnos sobre lo que se cuenta: nacimiento, niñez, adolescencia, juventud y madurez… de un pensamiento. Relata también los diferentes distanciamientos, enfermedad, depresión y muertes de los protagonistas de esta historia –y además de los amigos, maestros y discípulos–, en tanto aquello nacido allí, ¿el pensamiento?, ¿la obra?, sigue su curso, “trabaja” y Dosse da testimonio también de ese trabajo.
Podrá decirse que resulta un tanto ambiciosa la posición, sobre todo si se la mira en la búsqueda de alguna especificidad disciplinar e, incluso, que no siempre es riguroso y muchas veces resulta incontrastable lo que afirma o que la información que aporta es aleatoria –por ejemplo, lo que a un entrevistado suyo, en un pasillo, le dice una señora mayor que concurre a los cursos de Deleuze. Dosse recurre a la cita textual para ello y nos remite a su propio archivo. Vuelvo a decirlo, no hace falta aquí ser riguroso, porque lo que trae a cuento no es lo que se dice sino otra cosa, la huella de una experiencia. El libro de Dosse, en un punto, y en un punto muy alto, podría pensarse como una novela, una más de sus novelas biográficas, a la manera de cada una de las de Balzac respecto de la monumental Comedia Humana.
La cuestión es que, puesto en la línea de producción de discursividad operada por Deluze y Guattari, y tras ellos, o mejor decir con ellos, la revolución epistemológica ramificada por todas y cada una de las disciplinas desde el ´68 en adelante, Dosse narra, vuelve y recomienza cada vez, opta por el modo más tradicional para contar esta historia, plegando, replegando, sobreplegando al lector, una y otra vez sobre los datos, las anécdotas, los detalles que, muchas veces, las más de ellas, son ideas, conceptos, hipótesis de trabajo, proyectos, libros. Si pensamos en las taxonomías tradicionales de los viejos manuales que planteaban una yuxtaposición arbitraria entre vida y obra, Dosse, a partir de la disyunción cara a los biografiados principales, no las separa. Si bien el estilo puede parecer tradicional, la textura es bien diferente. De alguna manera, el torrente de la discursividad deleuze/guattari arrastra la discursividad dosse para arrastrarnos y devenir avispa-orquídea o lo que fuere. Leer, aunque sea el prólogo de este libro, provoca la inmersión inmediata en el torrente que no es sino el de la historia. Cada una de las publicaciones, el surgimiento de las ideas, las conversaciones, los efectos, las consecuencias, se explicita y se desarrolla en diferentes lugares retomando siempre el espacio de la vida. En honor a aquellos que Dosse está biografiando, hace de sus vidas, el cruce de sus vidas, el acontecimiento que da fundamento al pensamiento mostrando allí lo indisociable de teoría y práctica. Así entonces, no sólo explica ideas difíciles de conceptualizar rápidamente como las de “máquinas deseantes”, “lo menor”, “rizoma”, “agenciamiento”, “territorialización/desterritorialización”, “devenires”, “esquizoanálisis”, etc. sino que, puestas escrupulosamente en caja, recupera sus lugares de formación en la trayectoria filosófica, psicológica y hasta socio política y corporal de los biografiados. Casi todo importa a este fin para explicar cada puntada del monumental tapiz: la Segunda Guerra, quién murió y quién sobrevivió, los pequeños accidentes, el Mayo Francés –obvio–, las experiencias de La Borde, los registros de los pacientes, el `77 en Bolonia, Spinoza, Nietszche, los estoicos, los libros, las alianzas y ofensivas dentro y fuera de la universidad, las diferentes posiciones y también las entrevistas a amigos y a los alumnos, la situación en Italia, Alemania, Francia, y también en Brasil, Chile, o los Estados Unidos, lo que dijo alguien alguna vez, lo que alguien dijo que alguna vez le dijo Deleuze o Guattari, lo que sintió uno u otro, lo que pensó el que participó/trabajó en la clínica que administraba Guattari u otro que trabajó/militó en/desde los centros de estudios y las revistas que aquellos financiaban, las manías, los vicios, los reproches, las alegrías, François Mitterand y también Lula, hasta la ecología. Así, el todo se remite y explica en ese movimiento de pliegue, despliegue y sobrepliegue y, lo más asombroso, con sencillez y claridad. Quiero decir, estratégicamente Dosse hace que parezca claro y sencillo.
Se trata de la captura de un pensamiento en el transcurso de dos vidas, las de Deleuze y Guattari, y para mostrarlo el historiador recurre al mejor estilo de la novela decimonónica francesa. Ya sabemos cuánto trabajo, técnica y esfuerzo, cuesta parecer claro, sencillo… y realista. Este libro puede leerse como una novela de la que se conoce el final y, sin embargo, se sigue leyendo por el placer de leer los entretelones que nos lo acercan. Además, en los entretelones que van hacia ese final Dosse se da el lujo de insinuarlo abierto y productivo, como si ya anunciara segundas o terceras o infinitas partes en la reconstrucción del rompecabezas. Quizás nuevas biografías en proceso que rondan, siempre, la última historia de las ideas en Francia. Allí se muestra ese camino de productividad investigativa y, en paralelo, de su escritura.
Sin duda, François Dosse es uno de los historiadores de las ideas más importante hacia los últimos años. Lleva publicados entre otros libros –traducidos al español– La historia en migajas. De “Annales” a la “Nueva Historia” (1989), La historia. Conceptos y escrituras (2003), Michel de Certau. El caminante herido (2003), Historia del estructuralismo (2004), La marcha de las ideas. Historia de los intelectuales, historia intelectual (2007), La apuesta biográfica. Escribir una vida (2007) y Paul Ricoeur y Michel de Certeau. La historia entre el decir y el hacer (2009). Es asimismo uno de los fundadores de la revista Espaces-Temps y colabora y participa activamente en O Olho da Histórica, L´Espill, Historia y Grafía. Puesto en línea con los historiadores, filósofos e intelectuales que investiga, reconstruye, pieza a pieza, el legado pos ´68 del pensamiento francés para las humanidades y las ciencias sociales. Con ellos y desde ellos muestra que se trata de una verdadera revolución epistemológica de la que aún no pueden advertirse las consecuencias. Pareciera decir Dosse que el giro operado allí todavía está en marcha y a él incorpora, retrayendo a Paul Ricoeur, aquello que los fundadores de aquel giro habían suspendido momentáneamente como objeto de trabajo, lo inaprensible de sus vidas. Lo más interesante: lo hace de manera imperceptible a partir de las herramientas conceptuales y metodológicas que ellos mismo idearon. Tal como dice, defenestrada la biografía durante un largo período, vuelve desde los ochenta, para asistir a una explosión del género, coincidiendo –y no por casualidad– con el retorno a la noción de “acontecimiento”. En ambos casos no se trata de “volver a lo de antes” sino más bien a una re-flexión que tiene en cuenta condiciones de posibilidad, zonas de opacidad, lógicas inconscientes y, todas ellas, radicadas fundamentalmente en una vuelta a la reflexión sobre el sujeto. Como biógrafo, Dosse tiene en cuenta la producción de sus biografiados, se sumerge en ella, y al mismo tiempo en la época, los medios de sociabilidad, los destinatarios, los modos de apropiación, los horizontes de expectativas de las obras, de los autores y de los lectores, especialistas o no. Pero ello, no para establecer relaciones de causalidad entre los elementos –“lo de antes”–, sino para estudiar las conexiones, los agenciamientos esclarecedores que permitirían alcanzar una mejor percepción tanto de la singularidad de la obra como de los sujetos en cuestión. De suerte que para Dosse hay una lógica endógena a las producciones, que se desplegaría independientemente de los contextos de producción y en simultáneo una lógica de correspondencia entre lo producido y todo lo que lo rodea como desafío. Como buen alumno de Ricoeur, biografiado también por él en otro lugar, Dosse despliega en su estilo las condiciones temporales de la acción para dar cuenta del actuar a partir de un pliegue fundamental, el sujeto de la acción. Una suerte de introducción o epílogo necesario a la exposición de un pensamiento consolidado, sobre el “acontecimiento”, que sólo puede ser entendido siguiendo minuciosamente sus huellas, la vida de los hombres. En este caso las de Deleuze y Guattari.
(Actualización octubre-noviembre 2010/ BazarAmericano)