diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Biología elemental
Materia, de Carlos Battilana, Bahía Blanca, Editorial Vox, 2010.
Materia es el último libro de poemas de Carlos Battilana. Se trata de un libro de doble pulso, en donde la experiencia personal se vuelve, a la vez, instrumento de reflexión teórica, sin abandonar el tono intimista, a media voz, que armoniza los poemas de Battilana, como una marca transversal de estilo o una sensibilidad que reposa sobre ciertos lapsos del mundo cotidiano.
En Materia, las representaciones de la familia permiten leer el problema de la tradición literaria: el origen, las escenas de infancia y aprendizaje, la mitología de los valores instituidos, la muerte del padre, la herencia, la distribución de los bienes simbólicos y finalmente la constitución de una familia propia, conectan con reflexiones explícitas sobre el quehacer poético.
La mirada teórica, por ejemplo, objetiva el dolor frente a la muerte del padre: “Como una luz fatal/ la antigua tradición/ seguramente/ concibe/ en la consciencia de este quebranto/ un acto/ de belleza”. Esta operatoria transforma el dolor en materia de lenguaje. En este sentido, Battilana no escribe sobre el dolor; es el lenguaje, sus movimientos, sus posibilidades, las que son experimentadas en los puntos límites de lo real que aparecen como un fino sarpullido después de la muerte de los seres queridos. Como si la pregunta no fuera qué es el dolor sino qué ocurre con el lenguaje y dónde se inscribe la literatura, cómo se articula, en los momentos de dolor.
Familia y tradición literaria constituyen, entonces, un cúmulo recíproco, especular, en donde pueden leerse las filiaciones de una poética que no resigna el intimismo por la reflexión teórica (tampoco al revés) sino que apuesta a una fuerte capacidad de atracción de los discursos en el poema, donde una escena familiar puede devenir un problema de la literatura: “Mis padres/ son fuertes/ (…) fundan un nuevo mundo./ Pronuncian palabras para siempre/ celebran ritos construyen/ símbolos/ rezan en voz alta/ oraciones profanas/ se tocan los cuerpos/ se toman de la mano/ se protegen/ con el alimento/ de su propia mitología”. La familia es, en Battilana, un lenguaje heredado, incluso una técnica de producción, donde el poeta repite metafóricamente el pasatiempo de su padre: “mi padre/ colecciona estampillas// es una tarea menor (…)// las mueve/ de lugar/ las desplaza/ minuciosamente/ usando/ una pequeña pinza/ de depilar”.
Los poemas de Materia abren esa dimensión verbal de lo familiar, que se recibe ya sea como pura forma (la pinza de depilar) o como contenido (la mitología), pero que marca un punto irreductible que no se puede dejar de leer/mirar. Barthes decía que no podemos estar en una relación de verdad con la mitología sino en una relación de uso. Y este aspecto, me parece, es central en los poemas de Materia: ¿qué hacer con lo previo? ¿Cómo leer el pasado que se impone? O mejor dicho: ¿cómo escribir después de la imposición del pasado? ¿Cuáles son los usos posibles de la tradición? ¿Dónde termina el relato de los otros y donde comienza el poema?
Por eso, en Materia, el mundo parece haber perdido radicalmente su naturalidad, su inocencia; cada acto mínimo es depositario de un peso simbólico demoledor: “¿Quién/ podrá/ fuera de la política,/ alejado del Capital,/ decirme: este objeto/ es pequeño/ aquella alegría/ es versátil/ esto se inscribe/ en el terreno de la/ bondad?”. Familia, política y tradición son, parafraseando a George Steiner, presencias reales, es decir, dispositivos enunciativos clausurados pero ineludibles, necesarios para escribir el provenir; discursos que no permiten nombrar por fuera de su cono de sombra, que no dan opción: “Fieles a la tradición/ recogemos/ pedazos pequeños/ de cielo/ y de agua helada/ que algo/ dicen/ o deben de decir”. En Materia, el poema es el lugar de la escritura donde se desecha, de una vez, el viejo lenguaje, con la promesa de búsqueda o hallazgo de “una Biología/ más elemental”.
(Actualización octubre-noviembre 2010/ BazarAmericano)