diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Cuando en Para una literatura menor Gilles Deleuze y Félix Guattari propusieron el concepto de literatura menor, lo menor suponía una desterritorialización del poder, una forma de cavar, en el interior de una lengua mayor, un devenir minoritario y radical. En 2022, después o en medio de la ola verde y propulsada por la desazón de una pandemia que nos confinó durante dos años, el concepto de menor, aplicado a futuro, adquiere otros significados y connotaciones -también radicales - que Luz Horne declina con agudeza en Futuros menores. Filosofías del tiempo y arquitecturas del mundo desde Brasil. En él, cuentos, novelas, ensayos, libros de viaje, ficciones teóricas, experiencias antropológicas, exhibiciones de arte y de objetos de diseño, dispositivos curatoriales, arquitectura y cine del siglo veinte brasileño (entre otras, obras y experiencias de Lina Bo Bardi, Eduardo Coutinho, Flávio de Carvalho, João Guimarães Rosa) son plataformas para pensar “nuevos modos de relación entre naturaleza y humanidad y, por lo tanto, nuevos modos de habitar el mundo: un futuro que ya no es monumental sino menor”.
En esos futuros menores, lo menor es algo más que una desterritorialización: se trata de recuperar los proyectos que a contrapelo de la monumentalidad moderna, quedaron subsumidos –o apagados– por los grandes reflectores de la modernidad. Frente a ellos, Luz Horne persigue la luz pequeña de las luciérnagas que, como decía Clarice Lispector, ilumina y oscurece, ilumina y oscurece, esos instantes –ya que interrumpen el tiempo en un presente cargado de inmanencia–. Según Horne, “Los futuros menores se oponen al futuro monumental, singular y del progreso pero no se oponen como un espejo invertido sino mostrando su revés, exponiendo sus restos.” Hurgando en ese revés, entonces, el libro atiende a una “materialidad residual” para enlazar a través de esos restos dos ejes de argumentación. El primero propone un lazo estructural entre el momento contemporáneo y un imaginario latinoamericano que terminó de asentarse a mediados del siglo XX en Brasil. Es allí que se recupera un contrarchivo del modernismo que permite rescatar una imaginación subterránea y contemporánea al discurso de la modernidad. El segundo eje propone una continuidad entre esos proyectos analizados y algunos programas filosóficos contemporáneos que demuestran una mutación en nuestra relación con el mundo.
Este contrapunto le permite a Horne revisar retrospectivamente el canon y descubrir nuevos sentidos. Así, el primer capítulo, “Del Futuro monumental al margen de la alegría”, desmenuza el proyecto de construcción de la nueva capital brasileña en Brasília como cristalización de un imaginario de un futuro utópico, esperanzador, capitalista y evolutivo que se revela indisociable de un orden colonial, extractivista y exterminador, para leerlo a contrapelo desde “As margens da alegria”, el cuento de Guimarães Rosa en el que un niño que viaja a la capital para observar su construcción se ve fascinado por la naturaleza que anida entre las grúas y los obreros de la construcción. Horne se calza los ojos de ese niño y sigue el vuelo de unas luciérnagas para descubrir un Guimarães Rosa novedoso, que se opone al futuro monumental del desarrollismo brasileño.
Pero los análisis de Horne no renuevan solo la lectura de los objetos que analiza, sino que la incisión quirúrgica que opera en ellos permite renovar, también, la lectura de determinados períodos históricos y de sus estéticas dominantes.
En la Primera parte, titulada “Materia prima: basura”, la imagen de la basura engarza algunas producciones de la arquitecta Lina Bo Bardi y del cineasta Eduardo Coutinho que encuentran en los restos y los desechos un modo de articular un concepto de imagen material. En la lectura de Horne, las reflexiones y operaciones de Bo Bardi en sus curadurías, textos e intervenciones sobre la cultura popular –a la que despoja de una perspectiva esencialista o identitaria– contrasta con la estética rupturista y concretista que le fue contemporánea. “Las fronteras estéticas son el campo de concentración de la civilización occidental”, dijo Bo Bardi, y Horne explicita arremetiendo contra esas fronteras.
En el caso del análisis del cine de Eduardo Coutinho, Horne revierte la cronología de producción del documentalista y lee desde Jogo de cena, un filme de 2002, Boca de Lixo de 1997, en una lectura muy influenciada por discusiones de Judith Butler sobre subjetividad y desposesión para cuestionar el proceso de representación en el cine documental.
La segunda parte, titulada “Los huesos del mundo”, toma el título de un libro de Flávio de Carvalho de 1934. También aquí la autora produce una nueva lectura de las experiencias de Carvalho: leídas como antecedentes de los happenings de los años 60 o aproximaciones al arte performático, en la lectura de Horne ellas se convierten psicoetnografías –según el término que él mismo pergeñó–, lo que revela un Flávio de Carvalho precursor de algunos de los programas filosóficos contemporáneos vinculados a los nuevos materialismos.
Se trata de un gesto que se repite: tomar un objeto o problema y pensarlo a contrapelo de sus lecturas y de sus contextualizaciones para leerlos desde un futuro, un futuro menor que ilumina los costados que quedaron subsumidos, ocultos por las sombras de los reflectores de la historia de la modernidad. En esa estrategia, la figura de la supervivencia material (con dejos de las teorizaciones de Aby Warburg, Georges Didi-Huberman y Walter Benjamin) atraviesa los capítulos para desordenar las cronologías y articular una lectura sostenida en el montaje de tiempos y objetos que revelan, con precisión, las formas en que la estética (la lengua, la imagen) puede captar la irrupción del futuro en el presente y ensayar una reflexión iluminadora sobre el proceso de modernización del Brasil como atalaya desde donde observar todas las crisis globales.
En el último capítulo, Refuse de Hour y The Refusal of Time de William Kentridge, en conexión con una novela distópica de André de Leones, Dentes negros, y Serras da Desordem de Andrea Tonacci, perturban la temporalidad moderna y colonial para revelar los usos del tiempo y sus violencias.
Los argumentos del libro se sostienen en una investigación sorprendente en archivos diversos, objetos de estudios brasileños y discursos disciplinarios variados en una reflexión de alto contenido teórico y gran perspicacia analítica.
Futuros menores convierte prácticas estéticas en plataformas teóricas para el análisis y la reflexión sobre una imaginación subterránea y contemporánea al discurso de la modernidad brasileña que interrumpe su imaginación monumental. Como un Angelus Novus invertido, menor, Horne lee en los restos materiales la persistencia de una imaginación que frente a experiencias de la colonialidad y del extractivismo vislumbró otras formas de relación entre la naturaleza y la humanidad sobre las cuales diseñar nuevos modos de habitar el mundo. Un libro urgente e inspirador, que en tiempos sombríos nos hace ver las luciérnagas que aun habitan el Brasil que amamos.
(Actualización agosto – septiembre 2022/ BazarAmericano)