diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90

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“Tenemos que inventar el futuro”
Egreso. Sobre comunidad, duelo y Mark Fisher, de Matt Colquhoun, Buenos Aires: Caja Negra, 2021. Traducción de Matheus Calderón Torres.

"We Have To Invent The Future” (“Tenemos que inventar el futuro”) es el título de una entrevista que Tim Burrows y Sam Berkson le hicieran a Mark Fisher, citano sus palabras, para ser publicada en The Quietus el 22 de enero de 2017. Paradójico, extraño, verdaderamente triste: Fisher se había suicidado nueve días antes. La versión en castellano está incluida en K-punk Vol. III (2021), libro editado por la editorial Caja Negra que a fines del mismo año publica este Egreso. Sobre comunidad, duelo y Mark Fisher de Matt Colquhoum. Se trata de una explícito racconto y planteo de continuidad de la producción de Fisher, de una manera fisheriana si se quiere, que hace el duelo por el maestro y amigo y “egresa” para contarlo. Colquhoum es el discípulo que escribe este libro, mitad elegíaco, mitad teórico, en homenaje pero, a la vez, espacio de duelo y punto de partida para reinventar aquel futuro del que hablaba Fisher y que ineludiblemente sobrevendrá, bajo la consigna irrenunciable de una solidaridad renovada. 

La muerte de Fisher produjo una serie de reuniones conmemorativas, conferencias, conversaciones y reflexiones entre sus estudiantes, “actos melancólicos” dirá Colquhoun, que rondaron siempre uno de los mayores interrogantes que el maestro se habría planteado a lo largo de su extensa e intensa obra: “¿qué tipo de lazos comunitarios podemos todavía cultivar bajo las formas atomizadas de existencia contemporánea?” A dos bandas, Fisher observaba el alarmante crecimiento de las subculturas neorreaccionarias y, a la vez, la impotencia de las izquierdas tradicionales para producir sentido común, hegemonía, no más allá de las reinvindicaciones identitarias.

Sus últimos escritos, después del contundente Realismo capitalista. ¿no hay alternativa? de 2009 (Caja Negra, 2016), reunidos en ese mismo volumen III de K-punk, compilan aquellas problemáticas que obsesionaron al autor los últimos años de su vida, sobre los que, a su vez, vuelve Egreso… para seguir pensando algunas respuestas y barajar diferentes hipótesis, para cada una de ellas junto a una explicación, otras hipótesis o formas del consuelo, de cara a la muerte, del incomprensible suicidio. Dado que “el capital se ve obligado a obstruir siempre la capacidad colectiva de producir, cuidarnos y disfrutar” al decir de Fisher, el “comunismo ácido” en el que trabajaba, en un final abierto, es lo que Colquhoun retoma como legado y vía de escape de las estructuras sociales hegemónicas a fin de sentar alguna base diferente que permita vivir una comunidad diferente, sostenida por una renovada conciencia política. “Comunismo ácido” quería ser un programa materialista y psicodélico, destinado a la liberación de una imaginación política que lograra escapar del “realismo capitalista”, retomando la revuelta social y psíquica de los años sesenta desarticulada eficazmente por el neoliberalismo. La incompletud del proyecto invita, dice Colquhoun, a continuarlo allí donde Fisher lo dejara, al tener presente que la invención de un horizonte inédito, de activismos políticos y culturales, deberá exceder la subjetividad individual para volverse tarea colectiva. 

Este libro quiere encontrar un sentido a la muerte de Fisher, un sentido  “ahora”, al interior de una comunidad. Y ese sentido sería el que se resumiría en “la función Fisher”. Por otro lado, este fue el título, a partir del panegírico que pronunciara Robin Mackay, que le dieron a la serie de conferencias que se extendieron por siete semanas, a lo largo de julio y agosto de 2017, en el campus de Goldsmiths de la universidad de Londres donde Fisher investigaba. Mackay decía entonces que se hacía necesario “comprender su vida y las consecuencias de su muerte, a la vez horrorosas y de toma de conciencia, como parte de la función fisher”, refiriéndose no solo a las contribuciones intelectuales sino también al “aprender en términos de cuidar de nosotros y el uno al otro ahora mismo”, leemos en Egreso… 

Es esta “función”, precisamente, lo que Egreso… se propone explorar a través de la experiencia de la comunidad, las formas en las que Fisher y su producción constituyeron relaciones entre las personas y cómo su desaparición significa un “egreso” “que debería mantenerse abierto colectivamente y que no puede ser ignorado”.  Había muerto uno de los profesores más originales y estimulantes de Goldsmiths, la voz más potente de una crítica cultural que había logrado fusionar el enfoque académico con la charla del pub, el paper y el blog, la conferencia y la intervención artística.

Egreso… se lee como un ensayo rizomático sobre la vida y la obra de Fisher al prolongar alguno de sus ángulos, enfoques y objetos de estudio para hacerlos reverdecer en otros nuevos ángulos, enfoques y objetos. La consigna, que retoma la obra de Fisher pero también la de la última filosofía del continente europeo (George Bataille, Maurice Blanchot, Michel Foucault, Gilles Deleuzze y Felix Guattari, Jean-Luc Nancy,  Jacques Derrida, “Bifo” Berardi, entre otros) y la teoría y la crítica de las artes contemporáneas y las propias producciones del arte popular contemporáneo, la consigna, digo, es la de interrelacionar, asociar, arborecer, hacer rizoma, inteligir, para construir una comunidad formada por “intensidades disueltas en una experiencia compartida”.

Colquhoun habla de “egreso”, idea utilizada por Fisher en su último libro publicado en vida, Lo raro y lo espeluznante (Barcelona, Alpha Decay, 2018), en tanto “acto latente de escape”, idea central de las ficciones extrañas sobre las que escribió con frecuencia. Es decir, “lo raro” (forma cultural y estética) como puerta hacia un exterior, filosóficamente hablando, lo que está más allá del alcance de la percepción, la experiencia y la intuición humanas. De aquí, las implicaciones políticas del “egreso”, “lo raro” y “lo espeluznante”, como parte de la mundanidad cotidiana de la vida bajo el realismo capitalista del que también habló, en forma definitiva. “Las cosas no son lo que parecen. Esto es tan cierto para las casas embrujadas como para la vida en el capitalismo”. Sobre el acto físico del “egreso” se incluyen los escapes cognitivos y especulativos disponibles para nuestra vida cotidiana, en sintonía con la “razón psicodélica” de Spinoza, definida de esta manera en k-punk (k-punk.abstractdynamics.org 20-8-2004). “Egreso” como “desmantelamiento racional”, “radical y psicodélico”, que llevaría, en los escritos finales e inacabados de Fischer, a lo que llamó el “comunismo ácido”. 

Entramada con la obra de Bataille (La experiencia interior), la de Blanchot (La comunidad inconfesable), la de los fundamentales Marx y Engels (El manifiesto comunista) y la de Nancy (La comunidad enfrentada), la idea del comunismo y de la comunidad en general es considerada por Colquhoun una cuestión política pero al mismo tiempo ontológica, a partir de Fisher y a favor de un sentido comunista de solidaridad que rehabilitaría la promesa y volvería sobre la pregunta por la comunicación. De suerte que al reflexionar sobre estas comunidades teóricas, Colquhoun reitera la pregunta por la muerte de Fisher y sus consecuencias en la formulación de una comunidad postcapitalista. Y esa sería, sin dudas, la insistencia por la pregunta, la función Fischer: “A través de su rareza, la realidad abyecta de la muerte aclara las apuestas de nuestra política como ninguna otra cosa y, del mismo modo, rompe las extrañas conductas que damos por sentado en este mundo nuestro”. 

A la sombra, todavía, de la pandemia del covid-19, la mayoría de nosotres hemos atravesado esta “realidad abyecta de la muerte” que el libro de Colquhoun, a partir de la muerte de Fisher, recrea y ayuda a pensar como posibilidad de “egreso”, en la que los modos habituales de la relación interpersonal tienen que ser reevaludados y actuados por nuevas formas en compañía de les otres. Cuestionamiento “ontopolítico” lo llama, a la vez privado y depresivo, colectivo y jubiloso, este libro quiere ser “un producto de los procesos de dolor y depresión, duelo y melancolía, como sobre esos procesos”, “una estrategia prolongada de afrontamiento, un ejercicio de confianza ante la desesperanza”. Colquhoun sostiene que las implicancias políticas de la muerte, en su caso la de Fisher, intensifican nuevas prácticas de comunidad y cuidado, que “brotan desde el interior de las comunidades en duelo”, se extienden y realizan cambios más allá de ellas. Allí anida su confianza y, entonces, la disolución del yo por medio de la externalización de los efectos de su propia narrativa. Libro escrito “en un momento en que el mundo se sentía absolutamente roto” fue pensado como intento personal y semiprivado de salir de esa circunstancia, para reconstruir un mundo y un pensamiento que pareció fracasar en el momento de la muerte de Fisher, en el momento del tránsito pandémico y postpandémico podríamos agregar. 

El primer capítulo, “Hacia lo raro” va tras la filosofía de Fisher y la problemática de la “melancolía de izquierda”, condición del “realismo capitalista” que da pie al “aceleracionismo” y el “prometeísmo” de amigos e influencias del maestro en su producción filosófica y en interacción con la políticas de la salud mental del postcapitalismo. El capítulo 2, “Ir más allá, hacia el otro”, reflexiona sobre las comunidades de Bataille leídas por Fisher en la ficción extraña de H. P. Lovecraft, M. R. James y Joan Linday y, también, sobre el legado de Nick Land, su controvertido profesor y compañero de Cultura Cibernética. “El asteroide de la salud mental”, el capítulo 3, relaciona los temas precedentes con la televisión y el cine, la crisis climática y la posibilidad de nuestra extinción. El capítulo 4, “Toma de inconsciencia” explora las resonancias de los discursos de comunidad y muerte en las luchas políticas de los Estados Unidos durante el mandato de Donald Trump a través de la serie de televisión Westworld. El capítulo 5, “Amigos, comunidades y fantasmas” ahonda en las experiencias de amistad tras la muerte de Fisher, en torno a la música como base para una política comunista, sumando al diálogo teórico la obra de Deleuze y Guattari, como la de Nietzsche y Marx, para arribar a la conceptualización del “comunismo ácido”. El capítulo 6 rastrea la idea de lo “ácido”, viralizada en la izquierda política, sobre los antecedentes de las culturas del arte pop y la psicodelia. El capítulo 7, “Un epílogo. Una lección”, se plantea como retorno final a la ruptura de la muerte y la enseñanza de Fisher sobre las políticas de las instituciones educativas inglesas. Por último, un “egreso” sobre las preguntas que no dejan de insistir y la renovada propuesta del luto como plataforma sobre la que construir nuevos futuros. Nada más oportuno para el momento que atravesamos aunque, se sospecha, un coup de force un tanto ingenuo para escapar al pesimismo obvio de la última decisión de Fisher.

 

(Actualización agosto – septiembre 2022/ BazarAmericano)




9 de julio 5769 - Mar del Plata - Buenos Aires
ISSN 2314-1646