María Guerrieri, nació en Buenos Aires en 1973, donde vive y trabaja. Formada en la Escuela Nacional de Bellas Artes “Prilidiano Pueyrredón”, obtuvo el subsidio Linea Arte Joven del Fondo de Cultura BA, 2004. Durante 2012 participó de la 4ta edición del Programa de Artistas de la Universidad Torcuato di Tella.

Entre sus muestras individuales podemos mencionar: 2016: Informe araña, C.C. Recoleta, Bs As; Intermitencia continua, Oficina 26, Rosario; Intermitente, Ruby, Bs As / 2015: Intermitente, Iván Rosado, Rosario / 2014: Bordeaux, Diagonal Espacio, Bs As / 2009: Gravidez, Galería Formosa, Bs As / 2007: Muda Galería, Braga Menéndez, Bs As / 2005: Últimos sueños, C.C. Recoleta, Bs As.

Entre las numerosas muestras colectivas en las que ha participado, citaremos: 2014: Ensayo General 8, Primaverissima, Agatha Costure, Buenos Aires / 2013: Algunos artistas, Fundación Proa, Buenos Aires / 2012: Las bestias, Museo de Arte Contemporáneo, Macro, Rosario / 2011: Trusput, Universidad di Tella, Bs As; PintorAs, Centro Cultural Borges, Bs As, / 2010: Guerreras y Ex-bañistas, Cobra, Bs As; Figuras, MAC, Cañada de Gomez, Santa Fe; PintorAs, Macro, Rosario / 2009: La novela del dibujo, Centro Cultural Parque de España, Rosario / 2008: 700 mil respiraciones, el Club del dibujo en Zavaleta Lab Arte Contemporáneo, Buenos Aires; Museo Salvaje, Centro Cultural de España en Buenos Aires (CCEBA) / 2007: Expansive links, DiverseWorks Art Space, Houston, Texas / 2005: Bárbaros, Fondo Nacional de las Artes, Buenos Aires / 2003: Ping-pong, MK galerie, Rotterdam.

Junto al artista Max Gómez Canle conforma el grupo Amigos del siglo XX con el cuál ha expuesto en la Fundación Klemm, Buenos Aires (2014), en el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (MACRO, 2013) y en Mundo Dios, Mar del Plata (2012)

Ha ilustrado para Planta Editora el cuento Chingolo, de Silvina Ocampo y el kamishibai Los artistas del bosque, de Daniel Link.



Ingenui sunt qui liberi nati sunt, son ingenuos los que han nacido libres, define Gayo en el primer tomo de sus Instituciones. Es en ese sentido que podemos hablar de ingenuidad con respecto a la obra de María Guerrieri, quien ejerce una total libertad para moverse de una forma impredecible, deslizándose de un género en otro, de una técnica a otra y de uno a otro soporte. Ya sea en grandes dibujos murales, en sorprendentes relieves cerámicos, o en encantadores libritos diminutos hechos a mano, María Guerrieri demuestra una curiosidad infantil – esto es, insaciable – que la lleva a explorar incansablemente y a transformar cada obra en un experimento.

En cada uno de sus trabajos, observados individualmente, encontramos belleza, una belleza rara – como la postulaba Baudelaire – brillando en esas formas inestables, siempre a punto de ir hacia, o de volver de, lo informe. Pero cuando alcanzan su mayor eficacia, cuando todas sus peculiaridades se potencian, es en el momento en que se muestran en conjunto y nos permiten disfrutar de la riqueza de su imaginación y de los frutos de su curiosidad en la exhibición de una obra inclasificable que evita todo vano virtuosismo así como las infundadas certezas de los academicismos.