diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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“Usted está mal, todo este maldito sistema está mal”
Lisa Simpson
“Hemos hablado mucho contra la ocupación,
la humillación, la injusticia, en medio del torbellino,
el entusiasmo y el desorden,
pero ahora es el momento de decir algunas palabras sobre el amor.”
Carlos Ríos
¿Puede existir algo así como una forma de vida de izquierda? O mejor: ¿es posible un modo de existencia emancipatorio insistiendo en el corazón opaco del poder? Dicho de una manera más: ¿cómo ingresar a una cocina sin dejar las convicciones en la puerta de entrada?
Retengo en mi retina cerebral la imagen de mi primer cocina, y el modo en que la autoridad se encarnaba. Era una parodia del estereotipo de la cocina y los cocineros que muy bien plasma Bourdian en “Confesiones de un chef”; una parodia sin gracia, excesiva por literalidad. El jefe de cocina pasado de rosca, el maltrato, la ostentación de las jerarquías, la competencia como única lógica evolutiva entre los fuegos. Siempre mantengo esa escena primaria, y un paréntesis que hice en medio de un despacho, como si freezara los flujos de adrenalina, miedo y desesperación, y en el cual me paré frente a mí mismo, y como arrodillado, plegado, como se debe disponer el cuerpo que se sabe excedido por verdades amplísimas, me hice una promesa: nunca jamás encarnar el poder. Y un deber: hacer de cada cocina donde esté, el lugar de cocción de otras formas de vida, una cocina emancipándose de La Cocina.
Hace unos días, aprovechando los tiempos muertos para experimentar platos de la nueva carta que tengo que hacer, probé realizar una torta vasca con una compota de calabaza y zanahoria. Hice la prueba con la gente de cocina, pero también llamé gente del salón y bacha. Todxs pasaban y con más o menos entusiasmo aprobaban, pero hubo una chica del salón, Jaz, que hizo como cinco pruebas. Primero probó todo, y luego fue probando cada cosa por separado. Yo la miraba desde lejos. Algo está pasando, me alertó eso que en unx es más inteligente que unx. Me acerqué y le pregunté qué estaba mal. Ella no me corrigió, no intentó ser amable ni entrar en ningún formato de la corrección, simplemente dijo: le falta acidez, yo le rallaría lima por arriba. Y tenia razón, porque lo hicimos y al probarlo el postre era más parecido a lo que quería de lo que había hecho. Cuando algo me sorprende y me gusta, pero un gustar que no confirma mi gusto sino que lo amplía, hago un pequeño bailecito. No puedo evitarlo. Jaz me vio bailar, y creo que ahí sintió que no había jerarquías ni lugares asignados, porque bailar es siempre encontrar un vértigo exacto a todo principio de realidad, y pudo decirme: no se lo conté a nadie, pero soy pastelera. Entrados ya en una zona donde las acciones se encabalgan unas a otras como si una imantación de otro orden ya las hubiera puesto a resonar desde siempre, le pregunté si le gustaría trabajar en la pastelería, y ella sonriendo me dijo que sí. Luego el despacho comenzó, y cada quien volvió a su función, lugar y nombre propio.
Al otro día, junto al chef ejecutivo de la empresa, la llamamos para darle la noticia que el miércoles comenzaba como ayudante en pastelería. Nadie lo esperaba, o al menos yo no lo esperaba: su sonrisa fue algo que se formaba en su rostro, pero empezaba mucho antes, en el pozo ciego del deseo y la felicidad, y terminaba en el horizonte borroso de una idea de vida.
Yo sé perfectamente que mientras eso sucedía el capitalismo seguía apropiándose de la plusvalía, que el patriarcado seguía metamorfoseando sus lógicas para continuar en los meandros del post feminismo, y que todxs lxs explotadxs y oprimidxs del mundo seguían, en mayor o menor medida, explotadxs y oprimidxs. Y sin embargo… justamente, pese a todo, la imagen de Jaz lagrimeando de felicidad, y mi dicha de mantener la fidelidad a mi promesa. Nunca encarnar el poder, a menos que sea para derramarlo.
El poder sigue y seguirá, pero también seguirán las pequeñas excepciones o deslizamientos de sus dominios. Ninguna de esas minúsculas imágenes hacen la revolución, pero no habrá revolución sin esas imágenes.
Crear dos, tres… muchas Jaz llorando.
Hacer de cada cocina un soviet.
Nunca, jamás, encarnar al Chef.
(Actualización septiembre – noviembre 2023/ BazarAmericano)