diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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El Maestro y Margarita de Mijail Bulgákov
Qué poder el de esta novela que cada vez que la leo, en las pausas, sueño con ella, o aparecen frases que se relacionan directamente con mi vida, con lo que estoy haciendo en ese momento: por ejemplo cuando aparecen brujas, brujas aparecen, la gata mira a lo macri, Behemot tiene alguna sorpresa, cuando se habla de una pared, en la obra una pared se descascara.
¡Qué obra eterna! En la foto del autor, Mijail Afanásievich Bulgákov, que trae el libro, grandes, tristes, veo su mirada de ojos claros. Parece un hombre corpulento, tal vez culón ¿a lo Osvaldo Lamborghini u Oscar Wilde? Bien vestido, pana fina, en general los artistas son dandis modernos que marcan tendencia.
¿De qué va la novela? El diablo llega a Moscú y se empieza a armar quilombo.
Censurado en su época, cuando leo a uno de estos escritores pienso: ¿Pero cómo será una dictadura? ¿Sobre todo una como la de Stalin?
Nací en los últimos meses de la última dictadura Argentina del siglo XX. Para mi una estampa de una dictadura es esa escena de la película La insoportable levedad del ser en donde un arquitecto está limpiando el piso de un edificio burocrático. Y algo de eso tiene y tuvo el lugar en donde nací en donde para conseguir trabajo tenés que hacer lo que hacían o hacen tus progenitores, o ir detrás de esa recomendación o directamente afiliarte a un partido político, o tenés que ir a marchas, cortar calles, quemar gomas para un sueldo mínimo, sin sueños de libertad, de evolución, de nada. Como en esas provincias en donde todos son trabajadores del estado y tienen sus casitas prolijas. La otra opción es la independencia y pobreza de las villas, en donde se construye dejando los hierros al cielo como dedos extendidos a la esperanza de que algún día alguien continuará la construcción (Anthony Bourdain), o al estilo casa cholet, cuando el padre esperanzado cree, equivocado, que el hijo irá ahí para nunca nunca salir de casa. No viví en dictaduras pero recuerdo los inviernos del pueblo en donde nací en donde en la madrugada, en la ruta, cualquiera puede tener un accidente a lo Jorge Cafrune- que parezca un accidente, sobre todo si sos el rebelde del pueblo.
A veces pienso que vivo en una dictadura. La dictadura del dinero, la dictadura de la ignorancia. Pero después se me pasa, creo que al final siempre la sociedad fue así, algunos escriben y piensan, reniegan del mundo y de la existencia y quieren cambiarlo. Otros viven. Otros son felices con-haciendo dinero. Pero nací en los últimos días de la dictadura argentina y siempre en mi vida sentí ese aire de represión en la gente, en los mandatos sociales, en los medios de comunicación. ¿Qué es la libertad, para vos? Nadie lo sabe bien. Libertad es responsabilidad. Y finalmente: libertad es soledad.
Siento que ya dije algunas cosas pero es común encontrar modulaciones cercanas en la obra de los artistas. El Cuchi Leguizamón tiene zambas que se parecen y también Raúl Carnota. Uno canta una canción que en un momento se repite y después agarra para otro lado como si en un auto en una ruta se tomara por una colectora desviándose para otro destino aunque se iba por el mismo camino... las notas se enciman sobre sí.
Son impresiones de recién llegado porque acabo de volver al pueblo en donde nací. Es muy común escribir sobre el hombre que llegó a un pueblo y todos los delirios que puede contener ese acontecimiento. Es más, casi toda obra puede o podría acontecer sobre esa acción.
Un hombre llega y altera el poder local como un demonio en Bulgákov, como un cura en Héctor Tizón. Llegando de afuera se puede hacer toda una obra con eso: el turista que se queda en el lugar y escribe con un aire de superior juzgando a los demás, a los que le dan la obra, se lo caracterizará al autor “de mirada tierna,” serán “hojas, hojas, hojarasca.” No es fácil irse, no es fácil volver, lo mejor es tal vez no salir nunca pero así no sabes nada de lo que pasa en el mundo, ni tomarte un tren, ni extrañar a los propios. No es fácil estar en ningún zapato, sandalia o descalzo, así que el asunto es muy delicado. Lo mejor, como dice Dylan, es no mirar nunca atrás.
Bulgákov, al que no dejaban salir de Rusia, que murió en 1940, no pudo ver publicada su novela cuyos primeros fragmentos aparecieron en 1966. Para un escritor quedan los lectores, los lectores aparecen como en torres que difunden la obra como un virus, a través de la boca y contagiando sus enfermedades.
Qué feo debe haber sido vivir en un país en donde los escritores disidentes eran perseguidos. En donde por el hecho de pensar diferente eras perseguido y enviado a una cárcel en un desierto, por ejemplo, o a trabajar en un sótano, o directamente a no conseguir trabajo, ¡me hace acordar tanto a lugar en donde nací!...
Pero el humano es un ser animal que todo el tiempo debe ser moldeado por las leyes que el mismo humano moldea en su tiempo, con errores y aciertos.
Alguien que llega a un pueblo. Un personaje de Flannery O’Connor dice en Sangre Sabia: “–Todos quieren derribarte, todos quieren derribarte.” Al llegar cuesta un tiempo entender la dinámica de un lugar hermano y humano. Al salir al caminar, surrealista, las historias aparecen servidas con amor.
(Actualización diciembre 2020 – febrero 2021/ BazarAmericano)