diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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1
Caen piedras del cielo, los gatos corren en busca de refugio, no es usual el granizo cuando ya hubo avanzado tanto la primavera. Cachorros sin experiencia apelan a su instinto y deben decidir en una fracción de segundo si lo que conviene es el exilio o quedarse clavados en el hueco de ese instante. No sobreestimar al instinto, en este mundo falla más veces de lo que, de nuevo, el insTinto puede intuir. Más decisivo es el azar, y a él se entregan casi siempre las especies.
2
No hay bicho más inteligente que otro, la diferencia que más aporta reside en el rango que separa al ejemplar capaz de la más absoluta introspección de aquel que se diluye en una dispersión sin remedio. Ambos extremos se destacan en su incapacidad para comunicar nada. El uno porque las palabras son un quiste ubicado en un lugar tan profundo de su ser, de tal suerte que es inaccesible para sí mismo. El otro, porque sus palabras son partículas tan volátiles que se esparcen por el aire con solo inhalar-exhalar. En tanto, el rango medio pertenece a los seres estables, y esta es otra forma de no comunicar nada, dentro de una apariencia de normalidad.
3
¿Qué diferencia hay entre “quiste” y “chiste”? O, dicho de otra manera, ¿en qué se parecen? Ambas cosas son versiones distintas de un mismo hecho. Ambas, ambos, son irrupciones en el sentido común. O interrupciones en la continuidad de una secuencia lógica. O de un cuerpo legible. O una aparición impredictible en un ámbito predecible. A veces es tan bruta que pone en peligro la vida y hay que extirpar. En ocasiones, tras la extracción, el efecto pervive. Y no es raro que el chiste, o quiste, que se creía vencido, vuelva a crecer.
4
Es posible un chiste que enfrente a una oveja con una abeja. En una primera versión, la oveja se hace pasar por abeja y, para su sorpresa y confusión, tiene éxito: ¿por qué, pregunta? Porque dijiste “bee”, y una oveja inglesa te escuchó y alertó al rebaño: “There is a bee among us”. ¿Se entendió el chiste? ¡Bee es abeja en inglés! ¡Y la oveja bala “bee”! ¡La oveja bala abeja! La segunda versión dice que alguien le grita a una abeja: “¡aveja!”. “Aveja”, un despectivo de “ave”. La abeja es una aveja, canta una oveja vieja. ¿Y la arveja? Es una bala verde que no mata a nadie. Inofensiva como una oveja. ¿Qué pasa si se cruzan una arveja una oveja? Nace una oreja. La oveja vieja mueve la oreja y bala: dispara una balada que dice “bee, bee”. Se queja la oveja, no puede librarse del chiste, ya se le enquistó.
5
Fracasa el chiste cuando se funde con el sentido común. Como no puedo explicarle a esa señora que no tengo hijos, debo inventarme tres. Y como esta mujer sólo sabe hablar en femenino, porque viene del desierto profundo y entiende a medias la lengua que yo aprendí, entonces yo ya soy padre de tres hijas. Ella siente alivio, mis tres hijas saben cuidarme. Pero viven en Argentina, le hago saber. Ah, entonces las extraña. Sí, y ellas me extrañan a mí. ¿Y no vienen a quedarse con usted? No pueden, tienen hijos. ¿Muchos? La mayor tiene tres, la del medio, dos, y la menor, otros dos. Contenta con mis siete nietos, la beduina me presenta a su marido. El hombre es un mufti que me saluda con una mano y vuelve de inmediato a su Corán.
6
¿Y si el chiste esquiva referentes, se dispara hacia un blanco que se nos oculta, y se instala en su propio circuito cerrado de sentido?
Tenemos un catálogo de estos ejemplares que, de querer desplegarlos uno al lado del otro, no alcanzaría este mundo y toda una vida. Vayan como ejemplos, estos tres que transcribo:
Un crupín atraviesa un campo de margotas, a mitad de camino se cruza con una proyuna y le dice: “¿y si cuanto y tanto, y ente y repente?” La proyuna afila un pampiflo y comieza a llover aceite.
Cantaba un sapo, el único que resistía al fuego. Vinieron los bomberos y desactivaron la bomba: ¡cinco al rojo, cuatro al negro! Y repitieron a coro: ¡cinco al rojo, cuatro al negro! ¡Oooooohhhhhhh!
He aquí un simulacro de cubo. Súbase: ¡chan! Ahora, un simulacro de esfera. Súbase: ¡plan! Para terminar, un simulacro de cono. Súbase: ¡crum!
Sin orden ni patrón, cada chiste se divide en dos, y cada parte de quiste de nuevo en dos, en cuatro, en progresión explosiva, y cuando parpadeamos ya no distinguimos lengua ni sentido: simultáneo, paralelo, transversal, sólido, gaseoso, vivo, muerto. Todo, nada. De un saque, para siempre, es nunca.
7
Cuánto más simple era cuando el Papa se encontraba con el Gran Rabino, y este le decía “¡papanatas!”, y aquel le replicaba “rábano picante”, y de nuevo el Gran Rabino, “¡papagayo!”, y el de nuevo el Papa, “¡Gran Rebuzno!”, y podían estar así horas, de no ser porque se desmoronaba sobre ellos la mezquita ante cuya entrada se habían encontrado. ¿Quién festeja el chiste? ¿El mufti? ¿Cómo? Si su mezquita se vino abajo. ¡Pero no era de verdad! ¡Era un decorado! ¡La de veras estaba detrás! ¡Ja, ja, ja! ¡Y el Papa y el Gran Rabino se levantan! ¡Ja, ja, ja! ¡Y corren detrás del mufti! ¡Y el mufti se tropieza! ¡Ja, ja, ja! ¡Y cae sobre el piso de la explanada de la mezquita! ¡La mezquita de verdad! ¡Ja, ja, ja! ¡Y detrás de él tropiezan el Papa y el Gran Rabino! ¡Ja, ja, ja! ¡Ja, ja, ja!
8
Y caen piedras y gatos del cielo, caen todo tipo de cosas que arroja el cielo, y el mundo sufre un diluvio sin orden ni patrón.
Y una voz atruena desde ese caos que es la bóveda celeste:
¡ERA UN CHISTE!
¡ERA UN CHISTE!
¡ERA UN CHISTE!
(Actualización mayo – junio 2018/ BazarAmericano)