diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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El hombre, dicen, es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, el único que necesita ayuda en los primeros tiempos, nace desnudo y así se va, vive con pasión su vida como puede y para sobrevivir, se dice, adquirir las costumbres de la zona en donde está viviendo acaso lo lleve al goce, sin perder las dos miradas, sin perderse. Solo, alguien mejor vendrá.
Las impresiones, la vida en sí, parecen entrar en bolsa desfondada y mientras avanzamos sin sentido, con una idea fija, un destino dado, el tiempo pasa y estamos acá, vivos.
Cómo me gusta la noche dice una canción y repite la noche cuatro veces. A los bares llegan seres mágicos, aves nocturnas que se apoyan sobre la barra, piden algo, alzan sus alas de cristal y vuelven con su bandada para cruzar la ciudad.
Empieza a oscurecer, el manto negro, lobo amigo que nos defiende de otras mitologías, llega y se queda hasta el otro día a las siete de la mañana, aproximadamente. Llega la noche en el día y el cerebro busca y encuentra una forma de reaccionar, por ejemplo, hacer algo para pasar este tiempo frío y nocturno. Se acercan con una taza de té.
Como muchos saben estoy en Copenague, Dinamarca, en donde nacerán nuevas aventuras. Pero del: Estoy en Nordvest, salgo en bicicleta raudo, muchacho de pelo largo y bufanda al viento, hoy voy hacia adentro y miro los rincones de otra civilización antigua y entiendo.
Camino por la ciudad como un extranjero por la selva en donde los códigos que cada tribu esconde en ese plano que llamamos realidad se abren a posibilidades hermosas e imposibles y si uno no aviene, si no conoce a algún cumpa, a otro aventurero paisano que coincida con él y le cuente, mucho se pierde, sí.
Corre viento, son las cuatro de la tarde y va cayendo el sol. La oscuridad llega. Los ojos y los oídos, las luces del celular.
Ahora que estoy acá, voy a ver lo ajeno con los ojos de mi pueblo y a mi pueblo verlo como un pueblo extranjero.
En la esquina en donde había una bicicletería ahora hay un café pequeño.
El vacío, una bolsa con un agujero en donde guardo las cosas, menos en la parte en donde la vida se hace mágica, pasión lejana del olvido, pienso en algunos familiares, entes que acompañan como el recuerdo de un amigo, de alguna nueva posibilidad, pero pasa el tiempo, en la esquina veo unos seres que saludan ¿Trabajan por su descanso en pueblos donde amenazan ruidosos muchachones? Nos contamos nuestras historias.
(Actualización marzo – abril 2018/ BazarAmericano)