diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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I
“Y un viento cruzado
con polvo y arena confundió al Profeta”.
Si la montaña no viene a Moisés, Moisés se va al mar, y si el agua de mar fuese potable, Moisés bebería de él. Y si, en tanto, el río no desemboca en el mar, y junto con él, un bote que el profeta decidió descartar porque no le pareció seguro. Moisés camina hasta una autopista, hace dedo, y un camión que transporta forraje lo levanta. Hasta la primera aldea, pide, y el ángel que conduce el vehículo lo conduce hasta uno en el cual no vive casi nadie, pero cuenta con una parada de autobuses. Pasa sólo una línea por ahí, y le protesta al cielo, y el cielo le responde “te conviene, Moisés, es el 399 y te deja en una gran estación de ferrocarriles”. Y el cielo tenía razón, una hora después, Moisés está subido a un tren de larga distancia que atraviesa enormes regiones. Llanuras, desiertos y, por fin, una gran cadena montañosa. Ahí el tren se detiene, y Moisés pregunta al maquinista qué sucede:
–La montaña que corta en dos la vía, no se puede pasar.
–¿Pero usted no sabía que esta montaña estaba ahí?
–Sí, pero no puedo hacer nada.
–¿Pero, el recorrido termina aquí?
–No, del otro lado de la montaña.
–¿Y no se le ocurrió quejarse?
–No, para qué. Del otro lado de la montaña pasa lo mismo.
II
“Entonces los gorriones
corrían a los cuervos,
y se los comían,
y no estaban satisfechos”
Tras tan largo viaje, y llegado a este punto, Moisés reflexiona y toma apuntes mentales. El camino de la queja, se dice, está plagado de materiales que, juntos y mezclados, se parecen a una montaña viva. Los dogmas no sirven, y los dogmas-antidogma, menos. Los tiempos inmemoriales están plagados de automatismos, de repeticiones a ciegas y refranes que el devenir vació de contenido, y a eso se le llama experiencia. O tierra fértil para el chiste.
III
“Luego el fuego devoró mil bosques,
y las bestias no sabían hacia dónde huir,
y habló el Cielo, y la Tierra no le oyó,
ocupada como estaba en quemarse”
Lo mira al maquinista y le propone abrir un túnel con dinamita.
–¿Y cómo?”
–¡Así!
La potencia del estallido es de tal magnitud que la montaña se desmorona. Como este portento fue obra del cielo, el maquinista y Moisés salen ilesos. Pero, si la intención era abrir un túnel que comunicase ambas laderas, y permitiese, de este modo el tendido de una vía para que el tren pudiera llegar a destino, la realidad muestra la dimensión del fracaso. Si antes había una montaña, ahora se formó una montaña de escombros, de menor altura que el cerro original, pero suficiente como para obstaculizar el paso. Moisés se pregunta qué es lo que salió mal, y desde el cielo cae una respuesta en forma de lluvia de granizo.
IV
“Cuando todo se calmó,
las aguas ya cubrían el mundo,
y ya nadie se quejaba,
sólo el mar clamaba por peces,
y faltaba el Tiempo,
y el Tiempo sobraba”
Moisés mira hacia arriba, y avizora unas cabezas que lo miran desde la cumbre de la montaña de escombros. Viendo la multitud, sube a la montaña, y, sentándose, vienen hacia él sus discípulos, los lobos. Abre sus brazos Moisés y así les habla:
Bienaventurados los que aúllan,
porque ellos recibirán consolación
Bienaventurados los lobos mansos
porque a ellos vendrá la montaña
Bienaventurados los canes que tienen
hambre y sed de justicia,
porque ellos recibirán
las Tablas de la Ley
Luego desciende, se queja al Cielo, “¿por qué me abandonaste?”, se quita la ropa y echa a caminar. Dos kilómetros más tarde, un caballo alado lo invita a subir: Moisés accede, y el caballo remonta vuelo. Cuando llegan a los 12.000 metros de altura, son interceptados por un dron.
(Actualización mayo – junio 2016/ BazarAmericano)