diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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1
Disparan en las calles de Damasco, de Homs, y los pájaros disparan de allí, semejando migración, tan antes de tiempo que mueren en el camino, aún sin que hayan sido alcanzados por las balas. Es que el reloj que regula la vida ya no existe, voló en pedazos, y lo que pase aquí o allá, que desmienta este hecho, es una pura ilusión. Hace unos días alguien colgó un vídeo en donde se ve la mano de alguien que sujeta un murciélago. El animalito, como si de un perro se tratase, lame la mano que no lo oprime, pero tampoco lo suelta. Esas lamidas, debemos saberlo, no son besos de empatía sino un pedido de compasión. Bestia humana, apiádate de mi. No cierres tu puño, me vas a triturar.
2
Por un margen cisjordano, en una calle de una colonia judía en tierra palestina ocupada, un muchacho local corre hacia un soldado israelí cuchillo en mano. Lo va a apuñalar. Detrás del soldado, sus compañeros rompen fuego para defender la vida de su camarada pero lo matan. También al palestino, pero este desaparece en el mar de sangre tinta que le echa encima la prensa. Así es la literatura israelí, un vacío que se rellena con balas que, de acuerdo a su propia naturaleza, no hacen otra cosa que agrandarlo.
3
Del mismo modo en que las aves migran confundidas por la alucinación y el miedo, el resto de las criaturas, pero también las cosas, deambulan aquí sin saber por qué pero creyendo que. Sólo el cuervo es inmutable, claro, pero una vez pude ver uno muerto en una esquina, a cien metros de donde vivo, y eso fue muy fuerte. Rara vez sucede este encuentro, y a mi me pasó dos veces. La otra fue hace años, en Beer-Sheva, en donde viví más de seis años. Había un bosque cerca de casa y paseábamos allí con mi perro Chiflón. Alrededor del tronco de un pino, Chiflito comenzó a excavar. Enterrada casi al ras, apareció un ala de cuervo, que mi perro de inmediato atrapó y comenzó a masticar. Había más allí, pero desvié la mirada, no quería saber más. Lleno de impresión, sin poder mirar a Chiflito a los ojos, nos pegamos la vuelta a paso forzado.
4
Muy cerca de allí, y por la misma época, un gran perro pasó frente nuestro con un gato negro entre sus fauces.
5
Un vecino nuestro, un polaco sobreviviente de la Shoah, sentía repulsión por los gatos. En Varsovia había visto cómo algunos de ellos lamían la sangre de dos personas que habían sido asesinadas instantes atrás por soldados alemanes.
6
Yo no se qué piensan los chacales de estas cosas, a lo mejor no tienen tiempo porque tienen hambre. Se convocan cada noche alrededor de los mismos tachos de basura, que ahora la Municipalidad piensa retirar y reemplazar por otros más modernos, inaccesibles para animales domésticos y fieras. Aquí hay un plan de exterminio que no precisa de armas para triunfar.
7
Una eclosión de bichos bolita en las veredas. En algunos rincones, las hormigas se dan un festín. Un escarabajo se pregunta, lento pero seguro como todos los suyos, ¿qué pasará si es derrotado el cuervo? Mira de reojo a las hormigas. No le gustan nada las hormigas.
8
“Tordo irá bien”, dijo en chiste un tordo, y se fue a abrigar a un árbol.
(Actualización marzo – abril 2016/ BazarAmericano)