diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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Inéditos parece el título efectivo de un libro de Édouard Levé y no el nombre del género editorial que reúne sus textos no publicados. Hasta podría ser un buen título para su futura Obra Completa: Inéditos. Así se llaman los otros libros de Levé publicados en Argentina por Eterna Cadencia, todos traducidos por el genial Matías Battistón: Autorretrato (2016), Suicidio (2017), Obras (2018), Diarios (2020). Nombres secos y contundentes. ¿Qué mejor palabra para cerrar el ciclo y englobarlos a todos que la palabra Inéditos? ¿En qué sentido preciso ese significante resuena como activo en la totalidad de su obra, al punto tal de que permitiría pensar la escritura de Levé como una escritura esencialmente inédita? Las acepciones del diccionario son tres:
Del lat. inedîtus.
1. adj. Escrito y no publicado.
2. adj. Dicho de un escritor: Que aún no ha publicado nada.
3. adj. Desconocido, nuevo.
La categoría de “inédito” se refiere a un texto escrito pero no publicado. Esto coincide con la definición de “desconocido”: como no está publicado, ningún lector puede tener acceso al texto, luego nadie conoce al escritor porque nadie ha podido leerlo. Pero la relación de lo “inédito” con algo “novedoso” parecería ir a contrapelo de la idea de lo “inédito” como “desconocido”. De hecho, bien podríamos decir de un libro publicado que se trata de un acontecimiento “inédito”, nunca antes visto. En este sentido, solo al volverse público –al ser publicado– un texto podría acceder al estatuto de “inédito”, porque solo en el registro de lo público existe el cotejo efectivo que permitiría calificar de novedosa una obra.
Escribo estas obviedades para desplegar la contradicción interna de la categoría de lo “inédito”, que solo se constituye por interdicto de la edición. Levé desarrolló su obra literaria en el plano de lo inédito, en el centro mismo de esa tensión que acabo de definir: la conjunción de un anonimato con una radical originalidad, una escritura a la sombra del éxito, desapercibida, desconocida, que a la vez tiene algo de fama mutante, de procedencia marciana y de naturaleza inclasificable, tanto como tiene de común y corriente –todos sinónimos de inédito–.
Por supuesto, en su obra resuenan nombres como Georges Perec, Raymond Queneau –entre otros integrantes de la OULIPO–, escritores polifacéticos como Joe Brainard y hasta mega clásicos de las letras francesas como Marcel Proust. Pero esto no permite explicar nada ni reduce el amplio espectro de su singularidad. Da la sensación, cuando leemos a Levé, de que puede escribir sobre cualquier cosa, incluso sobre cualquier pavada, sin caer en la tentación de volverla interesante.
En La broma infinita, David Foster Wallace se pregunta: “¿Cómo lo trillado llega a ser trillado? ¿Por qué la verdad normalmente no es solo poco interesante, sino también antiinteresante?”. Podrían ser, tranquilamente, preguntas de Levé. La frase hecha es: “un escritor puede escribir sobre cualquier cosa y volverla interesante”. Bueno, Levé es la desmentida de este cliché: toda su obra parece afirmar lo contrario, que también se puede escribir sobre cualquier cosa SIN el imperativo de volverla interesante, haciendo emerger su condición verdadera, antiinteresante.
“Mi modelo es la ausencia de estilo”, dice por ahí. Es cierto, no encontraremos en Levé esas frases especialmente bellas, musicales, líricas, como en Proust, uno de sus maestros. De Proust, en todo caso, toma una suerte de proyecto general: escribir alrededor de lo infraordinario, de lo olvidable, de lo trivial, hacer un monumento al aburrimiento, una pintura verbal de la nada, una estatua del vacío.
Solo en lo intrascendente está la verdadera fuerza de lo inédito. Lo inédito es siempre aquello a lo que no le prestamos atención, lo que pasa desapercibido en nuestras vidas, incluso lo que no merece ser escrito. Esa es la zona en la que orbita la escritura de Levé. Por eso insisto en que, más que una palabra que designa la reunión de textos no publicados, Inéditos tiene, como significante final, el estatuto de una brújula que sirve para recorrer su obra.
¿Qué aporta Levé a la literatura? Para empezar –aunque ya estoy terminando–aporta la idea de que la literatura no está hecha de aportes. “Había un hada que no sabía que era un hada”, dice por allá. Eso es la literatura, en todo caso: un poder mágico que se desconoce a sí mismo, algo que es sin saber que es. Podría ser una buena definición de cierta “naturalidad” para escribir. Y así escribe Levé: como un hada que no sabe que es un hada.
Por último, lo antiinteresante trata lo interesante como un antidepresivo trata la depresión: un síntoma que atenta contra la vida de la literatura. La fuerza inédita de la escritura de Levé radica en que logró prescindir de la tristeza de lo interesante, que es la tristeza de lo productivo, una tristeza que cada día se hace más y más grande. Por eso, al leerlo, tenemos la impresión de que Levé es un escritor que ha alcanzado, finalmente, el paraíso de lo intransitivo: escribe sin objeto, sin meta, en la felicidad plena del porque sí, sin esperanzas.
(Actualización julio- agosto 2024/ BazarAmericano)