Galería de: Juan Andrés Videla
Juan Andrés Videla nació en 1958, en la localidad de Temperley, al sur de la provincia de Buenos aires. Es egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes P. Pueyrredón y del taller de Pablo Bobbio (1974 - 1979). Hizo su primera muestra en la galería Lirolay en 1981, y luego, por decisión personal, permaneció sin exponer durante diez años.
Desde 1992, luego de su segunda muestra individual, en la New Gallery de Houston, expone regularmente tanto en Argentina como en Estados Unidos. Además, ha participado en muestras en diversos centros culturales de Paris, Roma, Ankara, Cuenca, New Delhi e Irlanda, entre otros.
Recibió, entre otras distinciones, el Primer Premio en dibujo en el Salón Nacional de Artes visuales de 2012, Primer Premio Pintura Fundación Banco Nación 2010; Mencion de Honor de Pintura Premio Trabucco 2008; Segundo Premio Fundacion Banco Central 2009 y el diploma al mérito de la Fundación Konex en el 2012.
Últimamente han sido de gran influencia sus viajes a India y Nepal y el contacto con la cultura tibetana y su ancestral sabiduría en la práctica de la meditación. Trabaja y reside en José Mármol, Buenos Aires.
La innegable belleza de los cuadros de Juan Andrés Videla, es una belleza inquietante. Por un lado, nos sucede con sus cuadros como con la memoria, a veces las imágenes están más nítidas, a veces las envuelve una bruma, pero siempre, cuanto más de cerca los examinamos, las imágenes, los recuerdos, pierden toda su corporeidad, su nitidez, las certezas se difuminan, y todo comienza a volverse una niebla indiferenciada que cuestiona nuestra capacidad de aprehender el mundo. Las que a primera vista son imágenes familiares, netas, casi tangibles -flores en un vaso sobre una mesa, un pasillo iluminado, un sendero en un bosque- al aproximarnos se disuelven en una acumulación de rápidos – y sabios- toques, manchas y pinceladas, una palpitante capa de pintura en la que no podemos aferrar nada preciso. Al acercarnos, la apariencia del mundo se disuelve en la verdad de la pintura.
Por otro lado, cuando vemos un conjunto de sus obras, percibimos que ese mundo familiar que nos presentan es un mundo en donde el hombre está ausente. Un mundo que parece haber sido abandonado por la humanidad apenas segundos atrás.
Las luces están encendidas, las flores aún no se han marchitado en los vasos, el eco de las voces aún no se ha extinguido, pero lo familiar ya se ha convertido en extraño por esa ausencia que presentimos definitiva. Un mundo que, en el momento en el que ya no estamos en él, pareciera mostrársenos por primera vez.
Cil Riallaig, 2003, grafito sobre formica, 23 x 17 cm
Norte, 2004, grafito sobre Formica 180 x 51 cm
Norte, 2004 – detalle
Bosque, 2006, óleo sobre tela, 102 x 80 cm
Perro, 2007, óleo sobre tela, 102 x 140 cm
F.G. Roca, 2008, óleo sobre tela 71 x 56 cm
Cocina, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Sin título, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Pasillo, 2008, óleo sobre tela 71 x 56 cm
Pasillo II, 2008, óleo sobre tela 71 x 56 cm
Living, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Sala, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Planta, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Planta II, 2008, óleo sobre tela, 71 x 56 cm
Refugio, De la serie Camino de Cintura, 2008, óleo sobre tela 137 x 102 cm
Ruta, 2008, óleo sobre tela, 138 x 102 cm
Ruta 2, 2010, óleo sobre tela, 50 x200 cm
Bosque, 2010, óleo sobre tela, 160 x 120 cm
Bosque III, de la serie “La vida en los Bosques”, 2010, óleo sobre tela 160 x 120 cm
Vaso con margarita, 2011, óleo sobre tela, 70 x 56 cm
Matorral 16, 2013, óleo sobre placa, 25 x 39 cm
Matorral 21, 2013, óleo sobre placa, 90 x 120cm