Galería de: Silvia Gurfein
Nació en Buenos Aires en 1959. Artista multidisciplinaria es autodidacta en pintura, estudió filosofía y artes escénicas. En 1999 / 2000 participó de las clínicas de Tulio de Sagastizábal. Del 2001 al 2008 fue docente en el Posgrado de la F.A.D.U/UBA. En 2010 crea El texto de la obra, taller de escritura para artistas, que dicta en diversas instituciones como Universidad Di Tella, Centro de Investigaciones Artísticas y de modo privado.
Entre otras muestras colectivas, su obra se ha presentado en La espiral de Moebius o los límites de la pintura, Centro Cultural Parque de España/AECI (Rosario, 2007); Beloved Structure: the Argentine Legacy en Galería Alejandra Von Hartz (Miami, Estados Unidos, 2009); El teatro de la Pintura, Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, MAMBA (2014). Participa del colectivo PintorAs (ganador en 2010 del premio Itinerancia de la Fundación Andreani) con el cuál ha realizado numerosas muestras en el país y en el exterior.
Entre sus muestras individuales se encuentran: El Oído, Galería Zavaleta Lab (Buenos Aires, 2004); Concentrada, Galería Casa Triangulo (San Pablo, Brasil, 2006); El libro de las excepciones Galería Zavaleta Lab (Buenos Aires) y Galería Casa Triangulo (San Pablo, 2010); Lo Intratable, Fundación Klemm (Buenos Aires, 2013); Pierdo el tiempo Centro Cultural Recoleta (Buenos Aires, 2014); Partícula Fantasma, Galería Nora Fisch (Buenos Aires, 2015); Deshacer (en el marco de Interacciones Fundamentales de un cielo estrellado) Macba (Museo de Arte Contemporáneo de Buenos Aires, 2016)
Entre otras distinciones ha obtenido el Primer Premio en el XV Premio Klemm a las Artes Visuales (2011) y la Beca Nacional del Fondo Nacional de las Artes en 2012. Su obra se encuentra en importantes colecciones públicas y privadas nacionales e internacionales. Vive y trabaja en Buenos Aires.
Para Silvia Gurfein, hacer arte es un compromiso de actuar en el mundo. “La responsabilidad del artista es el enorme compromiso con su inocencia”, donde inocencia es la fidelidad a la propia búsqueda, la ausencia de especulación, de segundas intenciones. Desde hace años Gurfein recorre con rigurosa fidelidad un camino silencioso que la lleva por senderos imprevisibles. Como muchas veces se ha dicho, Gurfein parece actuar como una máquina (Una máquina del tiempo, la llamó Verónica Gómez), un instrumento que estudia el ADN de la pintura contenido en el óleo, un espectrógrafo que desmenuza y analiza los colores de detalles de pinturas de sus artistas amados, y los transforma en pixeles que, reordenados, conformarán nuevas obras. Una máquina que examina los estratos de la pintura, que reagrupa o disemina los barros (restos de óleo acumulado a lo largo del tiempo en las paletas), que transcribe melodías en bandas cromáticas… Si es una máquina, se trata sin duda de una máquina filosófica, pero con una sensibilidad muy humana. Su método nos muestra que todo aquello que llamaríamos azar está determinado por leyes que aún no conocemos: el análisis espectrográfico de un cuadro, los ángulos de rotación de los planetas, la porosidad de un lienzo… leyes confirmadas incluso por sus excepciones. En todo caso, armonías, que subyacen replegadas, casi secretas, como en la naturaleza, detrás de la belleza de sus obras.
“Qué relación existe entre el pensamiento que el hombre se forma de una piedra, por ejemplo, y la piedra misma? – planteó alguna vez Rudolf Steiner – Esta pregunta se presenta con especial claridad ante el espíritu de los que penetran profundamente en la naturaleza exterior de las cosas; sienten la armonía entre el mundo del pensamiento humano y la estructura y el orden de la naturaleza.”