Galería de: Marcelo Alzetta
Nació en Tandil en 1977. En 1996 se instala en Buenos Aires. Es dibujante y pintor. Fue coeditor de la ya mítica revista de historietas El Tripero. Actualmente vive y trabaja en Tandil.
Ha participado en numerosas muestras colectivas, entre las cuales citamos: Sentimientos, Belleza y Felicidad (Buenos Aires, 2000); Marcelo Alzetta. Ezequiel García. Mariano Grassi, Centro Cultural Ricardo Rojas (Buenos Aires, 2002); Curriculum 0, Galería Ruth Benzacar (Buenos Aires, 2004); Contemporáneo 11, Museo de Arte Latinoamericano, Malba (Buenos Aires, 2004); Bonanza, Galeria Appettite (Buenos Aires, 2006); Bosquejar esbozar proyectar [tomo II], Quimera Galería (Buenos Aires, 2016); Via Viva (Los Angeles, E.E.U.U., 2017).
Entre sus muestras individuales figuran: Windowsd 77: Fantasía, Galería LDF (Buenos Aires 2008); Reanimator, Galería LDF (Buenos Aires 2010); Summum + Summum = Summum, Tu Rito (Buenos Aires, 2011); El valle de las ánimas, Museo Municipal de Artes Visuales, MUMBAT (Tandil, 2011); Indios y Sierras, Galería Punc (Buenos Aires, 2015); Virinas, Agatha Costure (Buenos Aires, 2016); Pinturas, Belleza Fiorito (Villa Fiorito, 2016); Alzetta, Walden Gallery (Buenos Aires, 2017); Club Editorial Río Paraná (Rosario, 2017).
Sus obras forman parte de diversas colecciones y en 2017 la editorial Ivan Rosado, de Rosario, publicó su libro Paseo.
Hace un tiempo atrás encontré, por puro azar, en un melodrama francés del siglo XIX (Marianne de Selvignies, de Samuel-Henry Berthoud), una cita que guardé para un momento oportuno: “La alegría en las artes es una cualidad que pocos poseen, pues es más fácil hacer llorar que reír”.
Esa “alegría en las artes” la encontramos en la obra de Marcelo Alzetta. No solo porque en la mayor parte de sus trabajos abunda el humor, un humor sutil, disparatado y tierno, sino porque una suerte de felicidad impregna toda su obra. Lo que no excluye que, como sucede con las tenues sensaciones que dejan en el paladar los vinos luego de haberlos bebido, nos quede, en este caso en los ojos, una cierta melancolía.
Su pintura, plena de armonías inesperadas de colores vibrantes, comparte la audacia y el desparpajo de la pintura ingenua o popular. Muchas de las obras de los últimos años son como cadáveres exquisitos: un juego combinatorio, de formas abstractas que componen figuras y formas figurativas que se abstraen, que Alzetta juega consigo mismo. Francisco Garamona lo ha llamado “el pintor del futuro”.