Galería de: Diego de Aduriz
Diego de Aduriz (Buenos Aires, 1977)
Realizó muestras, desfiles, lecturas de poesía, performances y talleres de arte y máscaras en distintos lugares del país y el exterior como: arteBA (2005, 2006, 2007, 2008, 2009, 2010, 2013); Buenos Aires Fashion Week (2002, 2003, 2004); MALBA (2003); Frieze Art Fair, London (2008); Pure Evil, London (2008); Consulado Argentino en New York (2005); Hogar Collection Gallery, New York (2005); Feria Internacional de Moda de Madrid (2005); C.C. Recoleta (2007, 2009); Salón Nacional De Pintura, C.C. Borges (2010); C.C.E.BA (2006); Miau Miau (2011), Sapo Galería (2010); Appetite (2007); Belleza Y Felicidad (2004, 2006); Centro Cultural Renato Russo (2004); La Bibliotéque (2005), entre otras.
Participó de la Beca Kuitca (2003/2005) y en la Beca C.I.A. (Centro De Investigaciones Artísticas) (2009)
Entre sus últimas muestras figuran: Campo de fuerza en galería Mite (Buenos Aires, 2016): Hoy recordé algo que había olvidado, en Embrujo (Rosario, 2016) y Duendero en Espacio Richieri (Rosario, 2015).
Creó el sello editorial COPODEAZUCAR, con el que edita sus propios libros y fanzines de arte y poesía.
Dio clases de Diseño de Moda en Artilaria (2005) y C.C.Rojas (2005). Imparte, de manera esporádica, talleres de arte, dibujo y pintura, diseño de moda, poesía y máscaras.
Actualmente vive y trabaja en Rosario.
En 1673, el neerlandés Anton Van Leeuwenhoek, quien fuera sucesivamente aprendiz de pañero, comerciante, chambelán del Lord de Delft, agrimensor, inspector y controlador de vinos y simultáneamente un investigador y fabricante de microscopios aficionado, comenzó la que sería una correspondencia de cincuenta años con la Royal Society de Londres. En esas cartas, escritas en un holandés no muy culto y dibujadas por un artista a sueldo, Van Leeunwenhoek presentó a un incrédulo cenáculo científico todo un nuevo universo oculto en una gota de agua del pantano, en la saliva, la sangre, el semen, las heces o el moho. Describía detalladamente, entre otras cosas asombrosas, infinidad de pequeños seres que denominó animálculos, y a los que vio “moviéndose graciosamente”.
Parecida maravilla provocan los dibujos del también polifacético Diego de Aduriz, creador de exuberantes y coloridos diseños, saturados de detalles que a menudo se superponen en intrincados palimpsestos. Como Leeunwenhoeck con sus microscopios, de Aduriz nos invita a asomarnos a un cosmos fantástico, pleno de seres mitológicos, muchos gatos, fantasmas, plantas, símbolos místicos y textos de muy diversas clases. El azar y la improvisación se dan la mano con la intuición en una obra que tiene mucho de performático y que es inseparable de su vida. Como un antiguo explorador y naturalista, de Aduriz expande las fronteras de nuestro universo trazándonos incansablemente mapas y descripciones de un mundo alucinatorio que nos fascina en su proliferación.