diciembre-enero 2023, AÑO 22, Nº 90
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1
En medio de la ola de calor más grande del siglo, muere Shimon, el viejo líder
Puesto a escribir su necrológica, alguien comienza así:
“Shimon, aquel que quiso ser pastor de ovejas”.
2
–¿Quién es?
¿Cómo estás?
¿Bien? ¡Me alegra!
¡Bendito sea Dios!
¡Lo principal es la salud!
¡Amén, amén!
3
Golpean la puerta:
–Somos de la Comunidad de Gatos Laicos. Estamos haciendo una colecta para los tres huérfanos que dejó la gata que anteayer fue devorada por un chacal.
–¿Qué les puedo ofrecer?
–Una casa para todos.
Se le explica a esta comunidad que no hay espacio aquí para albergar a tanto gato, pero que, al menos un aporte podríamos hacer. Comida, más que nada. Agradecen la comida, no la van a rechazar, pero nos recuerdan que la situación en la calle está muy mal. De noche, llegan los lobos hambrientos. Se reúnen junto al contenedor de basura, apuran un canto desesperado, como si pidieran misericordia a La Gran Bestia que, tarde o temprano, los va a exterminar. Los gatos, en tanto, caen en estado de hipnosis, y ya no saben más nada. Aquellos que sobreviven, se ponen a llorar, pero ya es tarde. “Tenemos hambre”, concluye, “pero ellos tienen el doble o el triple”. Se le responde a esta representación que vamos a pensar en el tema y que, mientras, acepten una bolsa de alimento. Agradecen y se van. Uno de ellos regresa: “permiso, necesito ir al baño”.
4
¡Bendiciones, Bendiciones!
¡Muchas gracias!
¡Qué te vaya bien!
¡Gracias a Dios! ¡Amén!
5
El desarrollo y desenlace de esta tragedia.
6
¿Quién es?
Del sindicato de lobos, chacales y perros malos.
¿Qué se les ofrece?
No: nosotros ofrecemos. Queremos ofrecerle nuestra versión del hambre del desierto. Nos morimos si nos quedamos allí. Nos matan si nos venimos acá. Allá reina el puercoespín. Es malo el puercoespín, no se deja comer. La ciudad tiene los gatos. Tememos derecho a cazarlos. Pedimos que ustedes nos dejen entrar a su casa si nos corre la policía. Ni bien pase el peligro, nos volvemos al desierto. Y a la noche regresamos a cazar gatos. Y si nos corre la policía, ustedes nos dan refugio en su casa. Hasta el día siguiente. A la mañana nos vamos para el desierto. Y a la noche volvemos a buscar más gatos. Si nos corre la policía, usted nos esconde en su casa. Dormimos en un rincón y al día siguiente nos vamos temprano. Esperamos en el desierto hasta que se haga la noche, y allí nos mandamos para la ciudad. Cazamos unos cuantos gatos y si nos corre la policía, nos metemos en la casa de ustedes. No se preocupen, no molestamos, ya estamos cómodos. A la mañana temprano nos vamos para el desierto. Y de noche, volvemos, a ver cuántos gatos nos depara la suerte. Tengan abierta la puerta, si nos corre la policía, ya conocemos el camino
7
Bendito seas, cúbrete la cabeza, dale gracias a Dios, amén, amén
8
Así comienza la necrológica de Shimon:
“Shimon, aquel que calificó de bestias, animales, incivilizados, a los judíos de origen no europeo”.
9
¿Y ahora quién es?
–De la Cofradía Puercoespín.
–¿Necesitan algo que les podamos facilitar?
–Mire, nosotros somos pacíficos. No nos metemos con nadie. De todos modos, cuidado. Cuidado con el filo. Nosotros somos gente tranquila. Nos gusta el sol, qué lindo que es el Sol. Tenemos pensamientos agudos. No se ría, no es un chiste: cuidado. Los lobos, los gatos, cualquier bicho. Cuidado. Somos gente silenciosa pero amable, no se metan con nosotros. No nos falta nada. No nos de nada. Sólo de vez en cuando vendremos de visita. Tengan comida preparada. Somos frugales, pero no tontos. Cuidado. Tranquilos, si nosotros vivimos, ustedes también. Si nos ponemos nerviosos, también ustedes. Tranquilos. Nosotros estamos tranquilos. Cuidado.
10
Imposible avanzar, a Shimon (el que de viejo tenía la cara de cera) ya lo enterraron con honores de las más grandes personalidades del planeta, y la necrológica vuelve sobre sí misma:
“Shimon, el que llenó de bombas nucleares el país para que nadie se atreva”.
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¡Aleluya, Dios sea loado, su Nombre, El Nombre, arriba en el Cielo, bendiciones, ten piedad de nosotros, amén, amén!
12
¿Quién es? ¿Hola? ¿Quién anda ahí? ¿Quiénes son ustedes? ¿Quieren casa, necesitan alojamiento? ¿Comida? ¿Se les ofrece dinero? ¿Quién golpea? ¿Quién?
–Shimon, el que murió anteayer. Cierren la puerta a los lobos, a los chacales, a los perros malos y buenos, a los gatos, a los puercoespines, a los erizos, a los cuervos, a las palomas, a los mirlos, a las hienas, a los asnos y mulas, a los caballos, a los camellos, a los vecinos del edificio. Sólo dejen un resquicio para mí. Déjenme el ojo de la cerradura. Con mucho menos me basta.
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¡Bendito!
14
El que se convirtió en estatua de sal.
(Actualización noviembre 2016 – febrero 2017/ BazarAmericano)